Por:
Carlos Arturo Gamboa Bobadilla
Docente
Universidad del Tolima
Si quieres descalificar el
trabajo de alguien es muy fácil, habla mal de él masivamente. La gente no
entrará a verificar si lo dicho es cierto, somos una sociedad del rumor. En la
política el chisme, la habladuría y el rumor han sido trasmisores ideales para
potenciar o desmeritar una figura pública. En el siglo XXI el coctel ideal se fortalece
al agregarle el combustible de las redes sociales, lugar donde la opinión se
confunde con la ignorancia.
Tendríamos miles de
ejemplos extraídos de la cotidianidad colombiana de cómo mentiras o verdades a
medias se han constituido en dogmas que la gente repite y dan por sentado como
verdades absolutas. Acá no importa la tendencia política o ideológica del
sujeto de la mentira, ni tampoco del enunciante de la misma. Cómo no recordar
ese verso popular: “Miente el rico,
miente el pobre, el de izquierda y el derecho, el de arriba y el de abajo,
mienten todos, porque mentir es un decreto”.
Por esta razón, cada
cuánto aparecen sentencias que se posicionan como verdades y la gente las va
aceptando, muchos porque no tienen mirada crítica de los sucesos y otros porque
esa mentira, vuelta verdad, es favorable a sus intereses. ¿Se acuerdan de ese
majestuoso dogma de que nos íbamos a volver como Venezuela? Mejor ejemplo no hay.
Fue así como alguien dijo que,
en el Tolima, y en particular en la Universidad del Tolima, había una corriente
de “izquierda barretista” y desde entonces militantes, periodistas,
replicadores de opinión y chismosos, repiten la frasecita dando por sentado su
contenido. La adjetivación de por si es una antítesis, igual que el enunciado
de “seguridad democrática”, porque sus dos partículas se anteponen, y forman
parte de esa extensa lista de jeringonzas que construyen la seudocultura
política de la región.
Recordemos las historias
del Tolima con sus famosos santofimismo, gomezgallismo, jaramillismo y en estos
últimos años el barretismo, descripciones arbitrarias que toman como punto de
partida la figura del gamonal del momento, no hay que olvidar que los electores
son adictos a las figuras gamonalescas. Acá tampoco importa el partido o
ideología, gamonal es gamonal.
Decir “izquierda
barretista” es sonoro para esos oídos de pasillos y redes, sobre todo para un
grupo de fanáticos del odio que lo pregonan en bares, muros de Facebook y
publicaciones de dudosa rigurosidad. Tal grupo sólo existe en esas pequeñas
mentes delirantes, porque en la real realidad, el exgobernador Barreto no sostiene
ninguna relación política con las personas que agrupan arbitrariamente en ese
coloide paranoide.
¿Por qué lo hacen? Fácil,
para intentar desprestigiar a un grupo de personas que hemos sido actores de
transformación durante los últimos años en la Universidad del Tolima, sobre
todo por aquello que perdieron sus prebendas y llevaron a la Alma Mater a tener
un déficit de 24 mil millones y estar ad
portas de ser intervenida por el Ministerio de Educación.
Los estudiantes y docentes
nuevos poco conocen de las afujías de la UT en el año 2015, crisis profunda que
llevó a una huelga de hambre de estudiantes, trabajadores y docentes y que desencadenó
la salida del entonces rector Herman Muñoz y su grupo de poder. Muchos de ellos
hoy son quienes pregonan el eslogan de “izquierda barretista”, eslogan que les
sirve para tapar su pasado funesto frente a los destinos de la universidad de
los tolimenses y, de paso, soñar con volver al poder.
Adenda 1:
El exgobernador Oscar
Barreto, durante su primer periodo, gestionó de manera fatal la relación entre
la gobernación y la Universidad del Tolima, en su segundo periodo cumplió con
las funciones de presidente del Consejo Superior y generó mejores
transferencias que coadyuvó a superar la crisis. Es la verdad innegable,
alejado de las pasiones militantes, pero de ahí a decir que se ha aliado con la
izquierda, hay mucho camino y mucho delirio. El exgobernador tendrá sus amigos en
la UT, como los tienen los liberales, el Centro Democrático, la izquierda y los
alternativos, todos ellos actores políticos de la región, lo demás son
estrategias de desinformación y ocultamiento.
Adenda 2:
En el portal virtual El Cronista,
apareció una nota en donde se afirma lo siguiente: “De otro lado, a la denominada 'izquierda barretista' sí le fue como se
esperaba en las elecciones del Instituto de Educación a Distancia (IDEAD). El
director de los últimos años, Carlos Arturo Gamboa, fue el más votado, con una
arrolladora mayoría de 3.184”.
Debido al fatal grado de
desinformación allí planteado, es que decidí escribir esta columna, porque
afirmar que un proyecto educativo como el IDEAD, que tiene presencia en 9
departamentos y 24 sedes, cerca de 20 mil estudiantes y 1.200 profesores, es
liderado por un aliado del llamado barretismo, resulta más que insultante para
su comunidad, cuyo despliegue académico, investigativo y cultural va más allá
de las mezquindades de quienes lo afirman. En otros lares deben saber la verdad
del asunto y, es mi deber como docente ayudar a superar la ignorancia, porque
poco se puede hacer con la tozudez de los ignorantes.
Adenda 3:
En mi defensa, y como dato
curioso, debo decir que tengo más amigos entre los que me acusan de ser parte
de la “izquierda barretista”, que en el barretismo.