En el viejo país
de las inequidades y las Chuz-HADAS se disponían a elegir un nuevo rey. Varios
candidatos fueron escogidos para representar a los más animales, pero fueron
los osos quienes se apoderaron del protagonismo. Los burros, sapos, lagartos y
demás especies pasivas solo irían a las urnas.
Entre los
aspirantes se destacaba Derech-OSO, el mayor de todos, cuyo padre putativo
ya había ocupado el trono, en la época de las grandes guerras del bosque de
aquella vieja nación, y se negaba a ser un oso en retiro. Derech-OSO no era más
que un títere de su señor, y todos sabían que si ganaba tendría que dedicarse a
cumplir las manías de su padre.
Otro de los
aspirantes era el rey actual: Derech-OSEZNO, antiguo sirviente del padre de
Derech-OSO, quien había actuado como señor de la guerra en el periodo oscuro,
pero que ahora reñía con sus anteriores amigos por cuestiones no poco banales:
el trono.
El tercer oso en
disputa era Derech-OSITO, un largo ejemplar que solía cambiar de color de
acuerdo a las circunstancias, al parecer con antepasados de camaleón. Su mayor truco,
para convencer incautos, consistía en pintarse de verde (cuando era más azul
que el mismo mar) y montar una bicicleta.
La señora
Derech-OSA, de sangre azul, alegaba el haber llevado la seguridad a los caminos
del bosque, también en la época cuando el oso delirante, padre de todos los
osos, cambiaba promesas por gas lacrimógeno. Ahora ella también reclamaba el
derecho al trono.
Mientras tanto,
las mamás s-OSAS, las otras en la contienda, solo eran parte del paisaje,
quizás esperando que cuando la disputa por el trono se resolviera, a ellas les
dieran un ministerio, así fuera el Ministerio de los Lagartos. O quizás estaban
equivocadas de cuento.
Mientras por los
televisores trasmitían esta burda disputa, los animales morían de hambre
debido a una fuerte sequía producida por el fenómeno del TLC y en la selva se distraían contando los días faltantes para el debut de su selección
en las lejanas tierras amazónicas en Brasil. Por eso cuando el Búho paseó los
bosques aconsejando a los animales que era el tiempo de pensar y actuar, nadie lo
escuchó, y fue de esa manera que aquel viejo país del desencanto pasó a la
historia por ser la inspiración de una fábula con demasiados animales.