Por: Carlos Arturo Gamboa B.
Bajo el imperio
de las brumosas normas que garantizan una institucionalidad de papel, los
sujetos universitarios que nos negamos a la ciega obediencia, y que por el
contrario atendemos la misión de la
Universidad de Pública como escenario de pensamiento, construcción y
transformación social, pareciéramos atrapados; pero tocará recordar entonces el
grito de Pitágoras de Samos: “¡Oh
legislador! No me des leyes para los pueblos, sino pueblos para las leyes”.
Es este el territorio de nuestra lucha y es lo que soporta la necesidad de
quebrarle un ala a la hegemonía normativa de la Universidad del Tolima, cuya
principal fortuna es la constante exclusión, y que con ello garantiza que siga
funcionando el reino de lo inteligible, porque “en tiempos de corrupción es cuando más leyes se dan” decía
Condillac, y por aquí abundan, incluso “unas” que contradicen “otras” y que son
usadas de acuerdo a los caprichos de sus intérpretes. Razón de la cual se
infiere. Gran reto tienen nuestros estudiantes y profesores de Derecho, formarse
y formar para hacer de las leyes un sinónimo de justicia.
Por esos
motivos, y porque mis ideales de democracia universitaria no caben, no pueden
someterse al número de una resolución (en este caso la 0057 de 2013, por la
cual se convoca a la elección de decano de Facultad de Ciencias Humanas y
Artes), quiero decirle a los estudiantes, profesores, egresados y amigos que han
propuesto mi nombre como candidato, que me es imposible aceptar unas reglas que
se fundamentan en la exclusión y potencian la universidad que queremos
transformar, prefiero darle oxígeno a esa palabra tan vilipendiada por los
adoradores de la comodidad: Autonomía. Mis argumentos son esos, no el asfixiante
perfil el cual cumplo, porque como sujeto universitario me he preocupado no
sólo por enarbolar discursos, sino por ratificarlos con mis actuaciones
académicas. Lo concreto es que de no ser por esa norma excluyente muchos
docentes adscritos a la Facultad, y que seguro podrían darle un giro a la misma,
hoy se podrían inscribir y la comunidad ganaría en debate, derrotando esas
prácticas mediante las cuales los candidatos a decanos a punto de chivas, guaro,
afiches y tamales mancillan la política. Basta mirar atrás y ver cómo se
hicieron elegir algunos decanos que hoy dormitan en las Facultades de la
Universidad del Tolima y que parecen haber birlado las disposiciones éticas y
académicas propias de un ethos universitario.
Más aún, los
aliento entonces a que desde nuestras prácticas y discursos fortalezcamos esa
idea de democracia real que nos une, esa incansable lucha por la defensa de lo
público, ese ahínco ante un oscuro panorama que a veces nubla la vista y agota
las energías. No desfallezcamos, sólo basta recordar los ideales que desde
nuestra palabra y cotidianidad nos invita a transformar el mundo, para que las
energías impregnen nuestros cuerpos de la vitalidad necesaria para hacer
posible esa Universidad que queremos. Tenemos unos mandatos asamblearios que defender,
(por eso había aceptado la candidatura a decano encargado por parte de la
asamblea), debemos propiciar su cumplimiento y ese es el reto inmediato a que
nos debemos convocar, porque como dijo Eva Perón, “se puede renunciar a los
honores, pero no a la lucha” y la lucha nos convoca hoy a ser consecuentes. Yo
lo asumo.
Ibagué,
mayo 16 de 2013.
Nota: (Aquí pueden ojear mi CVLAC)