Playa de Bocagrande, de lejitos... |
Por: Carlos Arturo Gamboa
A unos pocos
metros de la playa empiezas a sentir el tropel del viento que se mete en
cualquier orificio, levanta faldas, desenrolla sueños y opaca la calurosa
tarde. El sol azota la arena y a lo lejos un rumor de aguas encumbra olas que
construyen el continuo vaivén del mar. Unos pasos más y el ancho espacio se
abre ante la mirada. La arena anuncia que los pies están en el mundo que sanaba
el alma de Maqrol el Gaviero.
De repente una bullaranga
de voces rompe las posibilidades de ahondar en el panorama. De un espacio
misterioso en donde muchos cuerpos se debaten, surge el compás de lo inesperado.
Salen quizás de la capa delgada de la arena, detrás de las flacuchentas
palmitas que agonizan bajo el latigazo de los rayos solares o de la nada. No
más has penetrado ese mundo en donde quieres descubrir las huellas de antiguos
piratas y solo puede empezar a flotar en la sordina:
Señor, señor, le hacemos el masajito en los pies, collares coralinos, le tenemos
el escapulario bendecido, a la orden la cerveza fría, cigarrillos, cigarrillos,
ostras, la mejores ostras, mira si quieres un tour…, obleas, obleas, usted
tiene cara de gringo le tengo las mejores mujeres para que…, oiga mire, paticas
de cangrejo, baraticas, pero eso si esta noche no puede dormir bocabajo, ¿al
señor le provoca una serenata?, a ver cuál cantamos, ….qué dice tu mirada, qué cosa extraña…, anímese, el coco loco, mira
pa que se ponga bacano, camarones, camarones frescos, se hacen tatuajes
transitorios, arepa e huevo, señor, cuántas…mira la fotico de recuerdo, si quiere
almorzar acá en la casetica tenemos lo mejor del mar, pulseras, mira señó
hágase las trencitas a usted le lucen, se la hacemos como las de Rodallegas….
Y en medio del
sol que ya no se siente tan acogedor y después de haber recorrido apenas unos
cincuenta metros de playa, te das cuentas que este es el lugar menos apropiado
para descansar, batirse en la arena o simplemente tomar el sol. Caminas rápido,
quieres cruzar la calle e internarte en esa curvatura de cemento y de enormes
hoteles que observan la distancia, petrificados en un tiempo que no existe. Ya no
podrás conversar con el rumor del agua, ni con las voces de antiguos piratas
devorados por la espuma marina, ahora solo debes escapar raudo porque las
playas de Bocagrande en Cartagena son el lugar del mundo en donde habitan más
vendedores por metro cuadrado.
Cartagena,
febrero 1 de 2014. (Después de un corto paseo por Bocagrande)