Ya hace un par
de meses se abrió la mesa de negociación del Pliego de Peticiones de los
docentes de la Universidad del Tolima. El Rector, Herman Muñoz, delegó una
comisión y expresó su voluntad política de poder negociar un pliego que ayudara
a consolidar la vida académica y aportara a la construcción de la excelencia
académica. Los trabajos empezaron, pero como era de suponerse, cuando llegamos
al tema de reivindicación laboral docente, las negociaciones empezaron a
frenarse.
¿Por qué la Administración de la Universidad del Tolima no ha llegado a un acuerdo con la
Asociación Sindical de Profesores. (ASPU) Seccional Tolima? En primera instancia ASPU ha insistido en la
necesidad de cambiar la lógica administrativista y dar un realce a la academia,
para ello propone temas cruciales como:
Reconocimiento de los derechos de los catedráticos, para que ellos puedan
ejercer la vida universitaria en igualdad de condiciones, elegir ser elegidos,
ser respetados y acceder al trabajo dignamente. (Existen varias Sentencias de
la Corte que la Universidad del Tolima no acata)
Reconocimiento del trabajo de los mal llamados catedráticos, en el caso
de aquellos docentes que tiene una “dedicación casi exclusiva” (hasta 20 horas
de cátedra semanal) con la Universidad del Tolima y deberían ser contratados
mínimo a 11.5 meses.
Actualización salarial de los docentes de planta, reflejada en un aumento
de 15 puntos, equivalentes a la pérdida de poder adquisitivo por el aumento del
IPC. Esto hace justicia con los salarios precarizados del personal profesoral.
Reconocimiento de pago a docentes catedráticos de tiempo para
participación en Comités Curriculares, horas de dedicación en investigación, proyectos
de interacción social, administración del currículo y demás labores académicas
por las cuales no recibe ningún beneficio económico. En el caso del IDEAD, todos
los Comités Curriculares están conformado por tutores que no reciben carga
académica por su trabajo.
Estos y otros
aspectos son cruciales para la Asociación Sindical de Profesores de la
Universidad del Tolima, por lo cual considera que si la Administración, en
cabeza del rector, verdaderamente quieren darle un cambio de ruta a ese enfoque
administrativista, deberían destinar esfuerzos, políticas y presupuesto para
darle solución a este malestar de cerca 250 docentes de planta y 1.500 docentes
mal llamados catedráticos que equivalen, estos últimos, a más del 85% de
quienes forman los jóvenes del Tolima. Caso contrario, si la negativa persiste,
no será sino una muestra más de que los discursos de calidad y excelencia son
trampas discursivas para continuar ahondando en la ejecución de un proyecto de
universidad basado en la burocracia administrativa, (la cual sigue en aumento y
tiene respaldo presupuestal) lo cual consolida la “puesticocracia” que fue
instituida desde los tiempo del ex rector Rivera Bulla y cuyas raíces amenazan
en convertir la Universidad del Tolima en el mayor fortín politiquero de la
región. Es hora de que la Administración se dedique a ordenar la casa y no
dilapide sus esfuerzos en la “campaña permanente” que ha emprendido, porque no
pueden sacrificar la única universidad pública del departamento por esa
ansiedad de reelección que no los deja dormir (ni gobernar).