Por: Carlos Arturo Gamboa B.
El
3 de mayo pasado, después de un proceso asambleario, el profesor Pierre Díaz
fue elegido decano encargado, cargo que nunca llegó a ocupar porque el rector
de la Universidad del Tolima se negó a posesionarlo. Ese día los mecanismos de participación
universitaria se encontraron enfrentados a un suceso, algo estaba cambiando,
algo nos tenía hastiados y 175 personas lo recalcábamos en asamblea autónoma.
Ayer
27 de junio, casi dos meses después, se dio otro hecho histórico para las
desgastadas formas de participación. 350 personas se expresaron con el voto en
blanco, no para respaldar a un candidato, sino para reafirmar una idea que cada
vez se expande más, se hace necesaria la trasformación de los mecanismos de
participación, nos urge repensar esa degastada enunciación: “democracia universitaria”.
Por eso ayer el proyecto V (voto en blanco) demostró que es posible deliberar distinto,
por fuera de las maquinarias, por fuera de petrificadas formas elegir, porque
ayer asistimos a la lucha de una IDEA contra un candidato respaldado por una
hegemonía, y si bien el único candidato, que por ser único ya era decano, fue
reafirmado como tal por un escaso margen, el mensaje de que es posible
transformar sigue vigente.
Agrada
en ese escenario ver que la participación de la comunidad de la Facultad de
Ciencias Humanas y Artes fuera superior al 50%, (otro hecho histórico). Que más de la mitad de la población de
estudiantes se expresara votando por el candidato o votando en blanco o incluso
que algunos hicieran abstención activa, demuestra que las decisiones de lo que ocurra
en la FCHA ya nos importa más que hace 6 meses cuando otro decano fue elegido
con apenas 12% de participación. Me agrada ver que los estudiantes se
involucren para pensar el destino de sus programas, de su facultad, de su
universidad, eso ya los hace responsables de sus actos y de sus decisiones,
porque cuando uno decide acierta o se equivoca, pero es mucho mejor que
refugiarse en el importaculismo o el desgano. Igual queda reafirmada la
necesidad de cambiar el mecanismo de la ponderación por el del voto universal,
ya que de esa manera se rompen los mitos de unos estamentos estólidos que terminan
configurando guetos de poder. Ayer cada sujeto era un voto, no un porcentaje, por
lo cual queda reafirmado que podemos transformar los mecanismos y por supuesto
los perfiles.
El
voto en blanco removió las baldosas de la Facultad, movilizó los ánimos, disparó
la creatividad, demostró que no sólo los cuenteros a sueldo del parque Ducuara
convocan, que la universidad no es sólo pupitre, tablero y video proyector. El
voto en blanco, como idea que quiere la trasformación de la universidad, deja
muchas enseñanzas para la comunidad e incluso lanza señales de humo a otras
facultades que padecen el adormecimiento producido por la hegemonía de los
sectores de poder, incluyendo el Instituto de Educación a Distancia, el cual en
sus 30 años de existencia no ha permitido que la participación de los
estudiantes, tutores y egresados, definan sus rumbo. Si la palabra democracia está
en crisis en las facultades, en el IDEAD nunca ha asomado su rostro.
El
balance cada uno lo hará desde la construcción de su mirada. El mío es positivo
porque nunca el proyecto de transformación se debe confundir con el deseo de
poder y esto se hizo evidente en este proceso, a pesar de que muchos de los
contrarios al proyecto trataron de satanizarnos con la ya manida teoría del
complot y el enemigo único. Esta idea sigue su tránsito cada vez más
robustecida. Estaremos atentos, junto con aquellos que apoyaron al nuevo decano
Germán Calderón, a que la FCHA se repiense, se reconfigure como un espacio que
debe liderar el debate de la construcción de universidad, tanto en lo interno,
como en lo regional y lo nacional. Por el bien de la FCHA espero que el nuevo
decano haga su propia lectura y apropie en su agenda el clamor que ayer se hizo
evidente, nunca es tarde.
Finamente,
queda un mensaje bien definido, aquí continúa creciendo una idea encarnada en
unos sujetos que nunca fueron ni serán sólo “4 pelegatos”, espero que eso les
haya quedado claro al decano Germán Calderón y a la Administración que “casi”
en bloque acudió al llamado de la hegemonía que ha venido gobernando la Facultad
de Ciencias Humanas y Artes desde su creación y que sintió el rumor del cambio
que golpeaba a su puerta, rumor que aún no se ha ido. Lo que golpea a la puerta
son las ideas y una Facultad necesita más ideas que votos para existir. Este es
mi balance y va como un lance.
Fin
de la emisión.
Por
hoy.