Nairo, Urán, Pantano, Atapuma, Chaves, Henao y Betancur finalizando el Tour de Francia 2017 |
Por: Carlos Arturo Gamboa B.
Difícil buscar
entre los anaqueles de la historia de las alegrías colombianas y no encontrar
allí el ciclismo. Aunque ha estado supeditado a los vaivenes bipolares de
muchos aficionados, siempre cuenta con una base sólida de verdaderos mecenas de
provincia, por eso el ciclismo en Colombia es, sin lugar a dudas, el deporte nacional,
el del pueblo.
Ser ciclista en
Colombia no es nada fácil, las academias no abundan, las escuelas de formación
son más bien agrupaciones de padres testarudos y ciclistas retirados que ponen
todo su empeño en construir un espacio para los cientos de niños y jóvenes que sueñan
cabalgar en las montañas del mundo. Los patrocinadores van y vienen, sobre todo
se van cuando los resultados no son los esperados, como se van los medios
escritos, radiales y televisivos; excepto, en este caso también, ese grupo de
verdaderos amantes del ciclismo que de manera casi estoica han permanecido
trayendo noticias de los sufrimientos de estos corajudos colombianos desde cualquier
carretera del mundo en donde se inscriban.
Una muestra de
la escasa importancia que se le otorga al ciclismo se evidencia en la Vuelta a
Colombia, la cual es apenas un remedo de la calidad del ciclismo que exponen
los nuestros por el planeta. Carreras con menos años de tradición como el Tour
de San Luis, en Argentina, está mejor posicionada que nuestra Vuelta cuya primera
edición se corrió en 1951. Además, muchos solo esperan que los ciclistas
desfallezcan para catalogarlos de cobardes, acomodados o poco profesionales. El
ejemplo más reciente son los desacomedidos adjetivos en contra de Nairo, aun
siendo subcampeón en Giro de Italia.
Por eso en estos
días, cuando al calor fulgurante de la mejor carrera del mundo, las noticias
del coraje, la lucha y los triunfos de nuestros corredores se vuelven a tomar
las pantallas, los periódicos y, ahora, las redes sociales; vale la pena
recordar que es urgente corresponder a esas alegrías desde los patrocinios, el
fortalecimiento de las ligas de ciclismo y la inversión. Y si se necesitan
cifras para atraer financiadores, las siguientes pueden ser bien reveladoras: En
las últimas cinco grandes vueltas de ciclismo en carretera, Colombia ha
obtenido seis escalones en el podio (efectividad del 40%, el mejor por países
en los últimos años), eso sin contar otras de las modalidades ciclísticas como
el bicicrós y el ciclo montañismo, que aportan triunfos en todos sus niveles.
Pensando en esto
celebremos una vez más, hoy domingo 23 de julio de 2017, porque otro ciclista
colombiano se paró en el podio del Tour de Francia. Otro ciclista que tuvo que
salir del país en busca de oportunidades, otro ciclista que a pesar de vivir
muchos años en Europa sigue aferrado a esta tierra de tantas contradicciones y
alegrías. Hoy fue Rigoberto Urán, antes fue Nairo y Esteban y cientos de
corajudos que, como dice Carlos Vives, en su tema “El orgullo de mi patria”:
No
se queda en su cama se le notan las ganas
y
aunque no ha amanecido muy tempranita sale a entrenar
es
un noble guerrero, un halcón montañero
que
sube ligero y en las montañas suele reinar.