Por: Carlos Arturo
Gamboa B.
Docente Universidad
del Tolima
De
los nombres que ha ratificado Gustavo Petro para conformar su equipo de
gobierno, el que más ha generado discusiones es el de Alejandro Gaviria,
anunciado como Ministro de Educación. Quizás esto se deba a que uno de los ejes
centrales de la transformación de Colombia se basa en la consolidación de un
buen sistema educativo, a la euforia que despertó en los jóvenes el nombre del
reciente presidente elegido y a esa enorme masa de docentes y actores de la
educación que han puesto su confianza en una reforma aplazada por décadas.
Alejandro
Gaviria posee unos antecedentes como rector de la Universidad de los Andes,
pero también como actor activo de los últimos años de la política colombiana. Asimismo,
como Ministro de Salud durante el gobierno de Santos, en donde ejecutó acciones
que hoy de nuevo son objeto de contradicciones. Sabe lo que es enfrentar duras decisiones,
ha sido actor y protagonista.
Es necesario
recalcar que estamos en un momento en donde hemos sido convocados a un “Pacto Histórico”
por la transformación del país, y un pacto no se hace con una sola mirada.
Tampoco hay que desconocer que los apoyo a Petro candidato llegaron de diversas
corrientes, muchas de ellas contradictorias entre sí. Esos mismos actores hoy
pujan por la conformación de su gabinete.
En
temas de educación la tarea es enorme, ella es un eje central de toda
transformación cultural, ya que un país que avance derribando barreras de
ostracismo educativo, logra perfilar su población hacia otro tipo de discusiones
y determinaciones. Durante muchas décadas hemos asistido a una opereta de país
en donde la ignorancia ha sido usada como Caballo de Troya para perpetrar el statu quo. Por eso, las esperanzas en
esa transformación son enormes.
La
puja se daba en dos líneas concretas. Un sector de lo público que consideraba
que el Ministerio debía estar en manos de un profundo conocedor del sector
público, que contará con el respaldo del mismo y que pudiera de esa manera
concertar raudamente los temas estructurales como financiación, regulación,
enfoque y políticas de inclusión educativa; estos elementos pensados para todos
los niveles, desde preescolar hasta sistema postgradual. Y otro sector enfocado
en la visión un poco más tecnócrata, basados en indicadores, gestión del conocimiento,
fortalecimiento de la investigación de punta y obviamente, financiación (o gratuidad).
A mi parecer ganó la segunda fuerza, pero el presidente le puso la agenda de la
primera. Veamos los retos que marca Petro en la hoja de ruta de Gaviria:
. Lograr la educación superior pública y gratuita.
. Lograr centros de excelencia universitarios públicos
centrados en la investigación.
. Aumentar sustancialmente el número de niños y niñas en
el preescolar.
. Generalizar el bienestar universitario con restaurantes
y guarderías para las jóvenes con hijos.
. Lograr que la expansión de la educación cubra las
regiones más olvidadas.
. Lograr una articulación eficaz en el Sena y en los
últimos años de la secundaria con la educación superior.
. Lograr la extensión de la jornada escolar con el arte y
la música, el deporte, la preparación matemática para programación, la
historia.
. Buscaremos que la agencia nacional de infraestructura
maneje los campos de la construcción de infraestructura educativa, conectividad
y salud.
. A Alejandro Gaviria le corresponde la difícil tarea de
iniciar nuestra marcha hacia una sociedad del conocimiento
De
esta lista, si observamos con detenimiento, pocos aspectos corresponden a las
líneas de la burocracia tecnócrata que hoy se posiciona en el MEN y sus órganos
de control y evaluación de los niveles educativos. Cumplir muchos de ellos
implica la reforma de la Ley 30, la revisión y modificación de la Ley General
de Educación, la reforma del sistema de financiación de las Instituciones
Públicas, la modificación de los lineamientos de la labor docente, en fin, una
reforma estructural, no cosmética.
Por
su parte, el nuevo Ministro anuncia, de manera escueta, que:
Agradezco la confianza del presidente electo
Gustavo Petro. Lo hago con alegría y plena conciencia de mis responsabilidades.
Me comprometo a trabajar por un cambio por la vida, por la inclusión, la
generación de oportunidades y la reconciliación. Vamos a construir entre todos.
Hay
mucha generalidad en estas últimas palabas y bastante precisión en la agenda
que Petro ha puesto sobre la mesa. Debió ser difícil para el nuevo presidente
la decisión, él sabe que en el campo de la educación se juega gran parte del
proyecto de país, no de este periodo, si el futuro de muchas generaciones.
Quizás haya recordado al maestro Estanislao Zuleta y su reafirmación de la
educación como un campo de combate y un fortín para la construcción de la democracia.
Pero debía decidir, eso hace un presidente. Esperemos que Alejandro Gaviria se
aleje de la escuela de los estándares, ránquines e indicadores que tanto gusta
en estos tiempos de educación pastiche
y se centre en los ejes fundantes de una nueva mirada educativa.
Por
ahora, toca confiar y alistar el verbo, las ideas y los aportes. Los actores
del sector educativo estamos llamados a ser protagonistas del cambio esperado,
de nada sirven los ministerios sino activamos los cuerpos y los cerebros. En el
orden que se requieran.