Por: Félix Raúl Martínez-Cleves
“Nada hay más pobre que una
verdad expresada tal y como se pensó.”
Walter Benjamin
“Luego
dirigiré mis pasos hacia las regiones
infernales y
haré que suban los muertos,
que devoren
a los vivos, multiplicaré el
número
de muertos a expensas de los vivos.”
Epopeya de Gilgamesh
13 de junio de 2016
Profesor
José Herman Muñoz Ñungo
Universidad del Tolima
Profesor Muñoz,
La Universidad del Tolima se ha convertido durante
su “rectoría” en una universidad zombi y nosotros -el profesorado- en muertos
vivientes.
En libros y películas, el escenario zombi está
habitualmente caracterizado por una ciudad en destrucción, en donde sus
antiguos pobladores se arrastran deambulando repetitivamente. En la Universidad
del Tolima, esa desolación se sintetiza en el bloque de salones marcados con el
número 19, el cual comúnmente maltrecho acabó por deteriorarse gracias al fuego
en una de sus esquinas. Diferente a lo que supone el informe de la Oficina de
Desarrollo Institucional, las condiciones materiales del recinto universitario
no tienen como excepción aquella zona.
En cambio, pupitres dañados, paredes sucias,
tableros manchados, mesas oxidadas y rotas, ausencias de luz artificial, se
combinan con nubes de zancudos, olores nauseabundos y entornos ruidosos. Como
si el panorama de destrucción fuese poco, las denominadas “ayudas
tecnológicas”, más parecen un conjunto de elementos que amenazan a los
habitantes de tan terrorífico lugar. La metonimia de la Universidad del Tolima
es el bloque 19: huele mal, se ve mal, se escucha mal.
Pero un ambiente zombi no se reduce a las
condiciones materiales en donde un conjunto de no-vivos se arrastran sin
sentido. El centro de ello está justamente en estos últimos -no-vivos— quienes,
al igual que nosotros los “profesores”, repetimos recorridos, sin saber
nuestros destinos. Ausentes de todo deseo, estos cuerpos nuestros,
gobernados por los olvidos, dejamos llegar el semestre académico a su instancia
de no-retorno, tal y como si no pasara nada. Seguramente, también somos
responsables de esta inmundicia, gracias a nuestro silencio y permisividad
respecto de los experimentos que se han hecho con nosotros desde antes de que
Usted llegara a la “dirección” universitaria, “profesor” Muñoz.
En efecto, los zombis no recuerdan qué sucedió,
cuál fue el virus que los atacó y mucho menos, les interesa el mañana.
Caminamos arrastrándonos, llevando enterrado en nuestros cuerpos una inmensa
cantidad de objetos, hasta el punto que ciertos francotiradores dispuestos en
lo alto de un punto cero, generalmente llamado “rectoría”, nos disparan y
todavía así, buscamos balbucir fonemas inútiles sin emitir una mínima expresión
de dolor. Ya decía Jorge Martínez Lucena y Jorge Fernández Gonzalo, que estos
cadavéricos seres sufren su propio narcisismo.
Esta horda de zombis se jacta con un poco de carne
que es lanzada desde aquel punto cero, en donde se ha planeado una trampa para
dispararles con mayor puntería en la cabeza. Cada cierto mes, aparece en
nuestras cuentas bancarias un poco de esas tripas arrojadas desde lo más alto,
con el propósito de que nos comamos entre nosotros, ahorrándole balas a quienes
se han asignado la condición de “sobre-vivientes” y habitan en la
“administración” universitaria.
Así, al igual que en dichos artefactos culturales,
la infección parece no tocar a sus creadores, mientras tantos los individuos
hechos zombis degradan cada vez más su existencia, hasta el punto paradójico de
que el creador de tal peste se presenta ahora como la única opción para
“salvar” a las pútridas criaturas. Créditos, reformas y comunicados de prensa,
se exponen como el antídoto, solamente brindado a quienes de forma dócil se
acerquen al punto cero. Mientras tanto, la plaga sigue en aumento, sin
avizorarse algún horizonte.
“Profesor” Muñoz, esperemos que a diferencia de los
libros y películas de zombis, haya escapatoria, aunque Usted, como gestor de
semejante pandemia se ha vanagloriado de triunfo cada vez que dispara o arroja
podredumbre.
Desde un sepulcral lugar, se suscribe de Usted, un
zombi más en medio de un arrebato de sanidad.
Félix Raúl
Martínez-Cleves
Profesor de Planta
Facultad de Ciencias Humanas y
Artes
Universidad del Tolima