Por: Carlos Arturo Gamboa B.
El drama de ser
hincha del Deportes Tolima es el mismo de ser tolimense. Algo siempre nos hace
falta y terminamos reclamando dividendos de los esfuerzos dejados de hacer por
los demás y olvidamos el esfuerzo que nunca hicimos nosotros. Para iniciar
toca bajarnos de la nube, el fútbol es un negocio y hace rato que los negocios
se apoderaron de los deportes y al hacerlo acabó con la transparencia, la sana
competencia y el honor. Ahora se trata de ganar, pero como en los negocios,
gana el poder económico. Nos más recordemos a Lance Armstrong y sus elaborados
dopajes para quedarse con el botín del Tour
de Francia. Pues en el fútbol esto no es ajeno. Podríamos decir con Ramón
de Campoamor: “En la guerra, el amor [y el fútbol] es lo primero, el dinero, el
dinero y el dinero”. La historia de la relación del fútbol colombiano y la
mafia sigue intacta, como siguen intactas las mafias.
Aun así, miremos
otras cositas que los tolimenses “dejamos de hacer” y que luego olvidamos,
sobre todo cuando vienen los días de los balances en las soleadas tribunas de
un estadio que se ha demorado más en construirse que el Coliseo Romano. Lo que
llamamos Deportes Tolima es una colcha de retazos en donde la ausencia de
jugadores de la tierra es una constante ¿A qué se debe esto? Pues al negocio
del fútbol. Camargo en eso es eficiente, mínima inversión, máxima ganancia; porque
mantener un proceso de formación de jóvenes promesas es demorado, eso no se
puede vender cada final de temporada al fútbol mexicano, se requiere un ciclo de
por lo menos 5 años. Recordemos las bases que dejó la escuela de Bernal, frutos
que hoy incluso recogemos en el legado de varios técnicos en el fútbol
profesional; de los cuales tres estaban en este grupo de los cuadrangulares y,
curiosamente, ninguno disputará el título.
Otro aspecto es
la dependencia del equipo a un personaje, el señor Camargo, un ex senador, lo
cual ya nos dice algo. Su misión, ganar dinero, y si se puede, estrellas. Pero
no olvidemos la prioridad. Pero nadie quiere invertir, nadie quiere asumir el
costo de construir bases deportivas, no sólo para que los hinchas puedan
asistir al estadio, sino para que los jóvenes tengan otro espacio de
construcción de subjetividades. Ponerse la camiseta no es una frase vacía. Está
llena de posibilidades, pero no se soluciona dejando el equipo en manos de un
mercachifle del deporte o entregándoselo a una multinacional como se alcanzó a
intentar con la AngloGold.
El equipo de
Ibagué, refleja al ibaguereño. Una ida al estadio es como un paseo por nuestro facilismo
idiosincrático. Colas inmensas. Olor a lechona. Cerveza fría. Policías cuya
misión parece ser que uno no vuelva al estadio. Predicciones: “vino mucha
gente, hoy perdemos”. Bunde Tolimense a medio cantar. Madrazos por todo. Chisme
de tribunas. Jugadores de otras tierras que vienen trabajar, no a jugar. Uno
que otro jugador comprometido. Peleas en los camerinos. Un empresario llorón
que nunca tiene la plata suficiente pero no abandona el negocio. Dineros
extraños que rondan las esquinas futboleras. Al final, frustraciones, más
madrazos, olvido. El olvido que se pasea de un semestre a otro, de un año a
otro. Y con olvido se construye esa gran
muralla de resignación, la misma que nos sirve para soportar tanto político
corrupto, tanta calle intransitable, tanto parque abandonado, tanto dinero
público en las arcas de los ex gobernantes, tanto paraje abandonado, tanta
gente en la miseria, tanta promesa incumplida. Pero cuando toca votar hacemos
la misma del hincha, vamos y luego criticamos.
Ser hincha del Deportes
Tolima es lo más tolimense que puede hacer un tolimense. Lo refleja, le
recuerda su idiosincrasia, le permite exclamar que “siempre nos faltará cinco
para el pesito”; al menos que decidamos darle un giro a esta concepción de
vivir en la modorra, de movernos, de recuperar esa leyenda del aguerrido Pijao;
pero eso es casi imposible, creo que será más fácil obtener otra estrella
liderados por Camargo.
Al final, lo
único honesto en este mundillo del fútbol es la pasión por el trapo.
1 comentario:
Antes. Hace muchos años habia un tonto que se emputaba si le decian"Tolima es malo" . Lo unico que hacambiado es que hoy hay muchos mas tontos
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