Escribir
a pesar de todo, esa es la consigna. El mundo en crisis, el continente
devastado por la crisis, Colombia al borde del colapso por la crisis, la ciudad
intentando superar la crisis y la Universidad del Tolima, como el ave fénix de
lo público, queriendo resurgir de las cenizas de una hoguera que la condujo al
extremo de la crisis. Y en medio de los escombros, la palabra.
Y
mientras afuera todo parece derrumbarse, adentro de las aulas algo fluye. Se
escribe para el curso, se escribe en los bordes de las agendas, se escribe
sobre los pupitres, se escribe en los muros virtuales de las nuevas multitudes
de mutantes de mensajes de texto. Y luego se borra, se arruga el papel en el
puño de la mano que pronto lo condenará al olvido, se rompe y se lanza al vacío
de una indiferencia letal que mata los minutos del escribiente. Antes se
escribía para ser recordado, ahora parece escribirse para el olvido.
Aun
así, los textos se van compilando. Los pocos recicladores que sobrevivieron a
la crisis o que aún no se han marchado a buscar otras crisis, siguen en la
tarea noble de contrarrestar el olvido. Rebrujan entre los arrumes de textos
cotidianos y hallan muchas palabras, fonemas curativos, enunciados airosos,
frases sobrevivientes, párrafos sentidos… entonces por un momento se encienden
de nuevo las teas y desde el fondo del mutismo del día a día se escucha el
clamor: Debemos continuar a pesar de la crisis, la palabra siempre ha
sobrevivido a ella.
En
esa estamos, por ahí nos vemos y seguiremos insistiendo porque vivimos
convencidos de que Ústelee…
VERSIÓN DIGITAL: AQUÍ
Posdata: Por ahora degusten la versión digital. En el 2018, si la crisis lo permite, intentaremos tener una versión impresa.
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