Por: Carlos Arturo Gamboa
Bobadilla
Docente Universidad del
Tolima
El profesorado es parte fundamental
de la transformación de la cultural de un país, eso lo hemos dicho con mucho
convencimiento en miles de escenarios. No creo que exista una universidad
pública colombiana en donde no se haya escrito, en sus paredes, esta máxima de
Paulo Freire: «La educación no cambia al mundo: cambia a las personas que van a
cambiar el mundo» Quizás este sea el mayor consenso al que hemos llegado los
maestros, sin importar la ideología en la que estemos inmersos.
Durante años los educadores, en su
gran mayoría, hemos visto desde la barrera el actuar del gobierno de turno y en
especial del Ministerio de Educación. Digo desde la barrera porque no hemos
tenido, (aunque lo hemos querido) la oportunidad de intervenir de plano en el
diseño de las políticas educativas de Colombia. Quizás nuestro mayor logro
durante las tres últimas décadas consista en que nos hemos constituido en una oposición
informada y, en contadas ocasiones, dispuesta al movimiento frente a las
directrices, casi siempre fatales, de las políticas educativas en todos sus niveles.
Con la llegada de Gustavo Petro a la
presidencia y con la inclusión de la agenda educativa con un llamado de
prioridad, el sector educativo universitario parece tener, después de mucho
tiempo, la posibilidad de concretar algunos de sus anhelos. La reforma a la Ley
30, un lema de muchas jornadas de protestas; la modificación de las reglas de
transferencia, un elemento invaluable para avanzar a la equidad educativa; la
implementación de un modelo que cobije con respeto, seriedad y dignidad las
poblaciones marginales, en especial la rural, otro asunto aplazado; y, por
supuesto, la dignificación de la labor docente, una arenga permanente de foros,
marchas, congresos y cientos de eventos.
Los cuatro anteriores temas, y otros
más, están en hoy la agenda del ministro Alejandro Gaviria y su equipo de
trabajo, ya se han anunciado en varios espacios como ejes fundantes de la
posible transformación educativa que Colombia requiere. No obstante, no encontramos
en el sector educativo el animus necesario para erigirse protagonistas
de este llamado. Al contrario, parece ser que la parsimonia es el derrotero.
Quizás por vivir tantos años perteneciendo
al mundo de los silenciados, los profesores nos hemos acostumbrado a esperar
pacientemente mientras “otros” construyen las políticas que rigen el día a día
educativo. A lo mejor es la misma incredulidad en el proceso lo que tiene
inactivos a los docentes, dictando clase, investigando y esperando que desde el
Ministerio “todo se solucione”. Lo cierto es que el momento requiere otra
dinámica, no se puede esperar un cambio con esa actitud pasiva que como gremio
se está tomando.
Salvo contados eventos en algunas
universidades públicas, el panorama se mueve entre apatía y desencanto, pasando
por la incredulidad. Empero, hoy más que nunca la acción y la reflexión
educativa, como lo reclamara Freire, deben ser parte de nuestra apuesta. Las
reformas educativas necesitan de cuerpos y mentes que se dispongan a un
constante debate para construir consensos y guiar las transformaciones.
De nada sirven las buenas intenciones
gubernamentales sin la gran masa de docentes, en todos sus niveles, no
despierta del letargo y asume el papel protagónico que el momento histórico
demanda. El tiempo apremia, el periodo de gobierno exige prontitud y entereza
en avanzar para conquistar territorios que durante décadas hemos reclamado. No
olvidemos, como lo dijera Herbert Spencer, que: «El objeto de la educación es
formar seres aptos para gobernarse a sí mismos, y no para ser gobernados por
los demás».
Es hora de salir a escena: ¿Dónde
estás profesorado?
2 comentarios:
Interesante reflexión. Los docentes igumente distraídos en Actividades no académicas; en muchos casos programas de TV, fanatismos por el fútbol, realities, religiosos...
Excelente llamado reflexivo Dr Carlos, en la actualidad los profesores estamos invitados a repensar nuestro proceso pedagógico y rescatar el significado de la educación pública de calidad, demostrada en los nuevos retos profesionales que asumirán nuestros estudiantes en el mundo futuro.
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