Por:
Carlos Arturo Gamboa B.
Docente
Universidad del Tolima
Hace apenas
unos días el país futbolero se lamentaba de las desastrosas presentaciones en
las eliminatorias al mundial de Catar. Incluso muchos aficionados parecían más
indignados por el papel de la Selección Colombia que por un país que marcha al
garete por el desgobierno y la falta de un proyecto claro de nación.
Es que el
fútbol, desde los años 80, cuando los carteles compraron varios equipos del
rentado nacional, empezó a ser un proyecto de espectáculo que refleja en gran
parte la colombianidad. Los futbolistas
se han endiosado, como en casi todo el planeta, y a esos dioses nuevos se le ha
pedido que respondan por el destino de nuestra felicidad. Los equipos han
permitido el lavado de dinero y la explotación de los mismos futbolistas, sin
garantías laborales, pero deseosos de alcanzar el altar de la fama; luego de
estar allí todo es ganancia.
Mientras el
futbol produce innumerables ganancias por la venta de derechos de televisión,
por las transferencias en un mercado que constantemente está al alza y por el
marketing que rodea a los protagonistas, existe otro deporte en Colombia que
parece habitar el lado oscuro de la luna deportiva: el ciclismo.
Este año se
celebró la edición número 70 de la Vuelta a Colombia, un evento que ha estado a
la altura de los mejores eventos ciclísticos europeos, pero que también ha
tenido sus momentos de decadencia. Mientras al fútbol se le invierte millones y
millones en patrocinios, el ciclismo vive del esfuerzo de las medianas empresas.
Pocas veces ha tenido la fortuna de contar con el apoyo total y cuando lo ha
tenido los resultados han sido históricos. Cómo no recordar el equipo Colombia
Pilas Varta, el Café de Colombia o Postobón Ryalcao.
En términos
concretos, los momentos de felicidad colectiva otorgados por el fútbol son
breves chispazos en la historia deportiva del país comparado con las grandes
gestas de los escarabajos colombianos en los cinco continentes. ¿Imaginemos que
el ciclismo contara con el mismo apoyo estatal y empresarial? Seríamos algo así
como el Brasil del ciclismo.
Como dijimos
antes, la Vuelta a Colombia, una de las tantas carreras del país con una larga
historia en la cual se han forjado atletas de dimensiones internacionales, este
año celebró su edición 70, y cuando uno ve la premiación siente que está
atrapado en la ficción de Macondo: ganador clasificación general: 31 millones
de pesos; subcampeón general: 17 millones de pesos y tercero en la general: 11
millones de pesos.
Esto para 10
días de competencia, recorriendo medio país con los gastos que implica una carrera
de este nivel. Pregunten cuánto gana un jugador de primer nivel en la liga
colombiana por partido y hagan las cuentas. Ahora piensen en la inversión que
se le hace a la Selección Colombiana de Fútbol. Nada qué decir. El ciclismo con
menos da más, el futbol se ha vuelto la mejor muestra de nuestra parafernalia.
Y una vez más,
este año el ganador de la Vuelta ha sido un joven humilde campesino, esta vez
de Boyacá. Joven que tuvo la fortuna de contar con el apoyo del equipo Colombia
Tierra de Atletas, un proyecto que busca consolidarse como semillero de
deportistas, y a fe que con Diego Andrés Camargo ya está recibiendo excelentes
resultados.
Diego Andrés Camargo - Campeón Vuelta a Colombia 2020- |
Diego Andrés
Camargo, con apenas 22 años, ha repetido por tercera vez la gesta del ser el
ganador de la Vuelta a la Juventud y la Vuelta a Colombia en el mismo año. Un super
talento que se ha hecho con el apoyo de mecenas de su región, las precarias
ligas de ciclismo y pequeñas empresas que como tercos soñadores siguen
impulsando el ciclismo en sus municipios. Ojalá este logro sirva para que se
potencien los semilleros, se fortalezcan los equipos, las carreras ganen en
dimensión y así retornen al lugar de la historia de los grandes hitos. De
seguro Camargo podrá disfrutar el año entrante en contrato sólido en un equipo
de Word Tour, pero miles de Diegos estarán montando hoy sus “caballitos de
acero”, soñando tener al menos una posibilidad de mostrar sus talentos.
Ya es hora de
dejar de sufrir colectivamente por los desencantos del fútbol, sus
parafernalias y sus expectativas desmedidas. La cantera es el ciclismo, allí
habitan los sueños y las emociones de un país de múltiples geografías.
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