Por: Elsa María Ortiz Casallas.
Profesora de la
Facultad de Educación
Las siguientes ideas
tiene la función contribuir al análisis y al debate sobre la apertura de mas
departamentos en la Facultad de Educación de la Universidad del Tolima.
Pensar en cerrar o abrir departamentos no es sólo un
asunto de tipo burocrático y administrativo para mostrar resultados en la era
del control y la gestión, ni un asunto de momento electoral, sino un problema fundamentalmente
de orden epistémico. En esta línea, la pregunta inicial es ¿Hacia dónde va la
Facultad de Educación con éstas propuestas? ¿Hoy día, cuál es el norte de la
Facultad de Educación? ¿Cuáles son los estudios y los argumentos históricos,
filosóficos, políticos, curriculares y epistémicos que llevan a la dirección de
la Facultad de Educación ha tomar esta
decisión? ¿Cambiar por cambiar? No hay que olvidar que el innovacionismo
compulsivo como ideología, arraigado en las administraciones de turno, ha sido
un problema histórico en la universidad, lo cual ha obstaculizado y frenado tanto
la continuidad de procesos como la transformación de éstos.
Antes de pensar en dividirnos, aún más de lo que
estamos, sería importante plantear las siguientes preguntas: ¿desde qué perspectiva
epistémica estamos tratando de resolver los problemas del entorno regional y
nacional? Ahora ¿dichos problemas se resuelven disciplinariamente o necesitan
el concierto de diversos saberes para lograr su comprensión? Estas preguntas
remiten directamente a la relación con el contexto, a la relación con la
estructura curricular de los programas de la facultad y a la planteada por la universidad. Si bien
es cierto la ciencia clásica moderna ha privilegiado el método analítico en
clave disciplinar con tendencia cada vez más hacia la hiperespecialización de
los saberes, también es cierto que los problemas reales que se observan en el
entorno son tan complejos que difícilmente se logran objetivar, explicar y
comprender desde un paradigma disciplinar (Morín, 2000).
Según Castro (2005) Las disciplinas son ámbitos que
agrupan diversos tipos de conocimiento
experto, entonces: el lenguaje es una disciplina, la literatura es una
disciplina, las matemáticas, la biología, las lenguas extranjeras y educación
física recreación y deportes también lo son. Las disciplinas materializan la
idea de que la realidad debe ser dividida en fragmentos y de que la certeza del
conocimiento se alcanza en la medida en que nos concentremos en el análisis de
una de esas partes, desconociendo sus conexiones con todas las demás. Nótese
que ésta es la estructura curricular que ha sostenido la universidad, coherente
con una universidad más de tipo profesionalizarte que investigativa (Miñana,
2002), aliada de una visión mercantil, a la cual se ha plegado la ciencia en el
actual capitalismo cognitivo. Es decir, la universidad sigue pensando el mundo
complejo de forma simple; en esta línea, sigue formando profesionales
disciplinarios, incapaces de intervenir en un mundo que funciona bajo una
lógica compleja.
Ya Pierre Bourdieu (1980) mostraba cómo esta
estructura arbórea universitaria esconde una lucha darwinista entre diferentes campos
y actores por la obtención de un determinado tipo de interés, poder o capital; ahora,
como el modelo educativo impuesto, bajo la lógica del mercado es la competencia;
entonces, compiten las universidades, los departamentos, los profesores, las
facultades, y en estas batallas sin norte, en donde prima el olvido de la
historia, la despolitización y des-ciudadanización, el rumor, el ardid y la
política del bien particular, los
actores luchan por perpetuarse en el poder.
Ante el anterior panorama, algunos teóricos, entre
ellos Morín (2000) y Santiago Castro (2005) entre otros, han propuesto la perspectiva
inter y transdisciplinaria. Unión mas no disyunción, matriz que cobra sentido aún más si se tiene
en cuenta, en nuestro caso, que se trata
de una facultad de educación donde el objeto de formación son sujetos, todos con
un una carga de incertidumbre y subjetividad enorme, imposibles de atrapar y
valorar bajo métodos lineales y disciplinares, como ha sido tradicionalmente la
tendencia. Una de las críticas que Morín hace al sistema educativo es que éste
privilegia, en clave de intereses ideológicos y políticos, la simplificación,
la segregación y la disyunción en
detrimento de la unión (visión colonial de la ciencia), lo cual lleva al sujeto
en formación a conocer sólo partes de la realidad obstaculizando el sistema de
relaciones académicas, sociales, culturales, ideológicas y políticas de los
fenómenos que, en ambientes de aprendizaje transdisciplinario lo llevarían a
una real comprensión de la cultura y la naturaleza, propiciándole al sujeto
posibilidades de participación como actor y ciudadano de su propio entorno. El
todo no es igual a la suma de las partes precisamente porque allí se desprecian
las relaciones, las grietas y las fisuras.
Finalmente, bajo la idea de una universidad autónoma
y democrática, es necesario discutir estas propuestas con todos los actores
implicados y tomar decisiones colectivas.
Referencias:
Bourdieu Pierre (1980). El
sentido Práctico. Siglo Veintiuno Editores. Argentina.
Castro-Gómez, Santiago. (2005).
La hybris del punto cero. Ciencia raza e Ilustración en la Nueva Granada
(1750-1816). Bogotá: Editorial Pontificia Universidad Javeriana.
Miñana, Blasco, C. (2002)
Interdisciplinariedad y currículo. Un estado del arte. En: Seminario
Internacional sobre interdisciplinariedad y currículo. Construcción de
proyectos Escuela-Universidad: memorias/Ed.
A cargo de Carlos Miñana Blasco.
Bogotá: Universidad nacional de Colombia. Programa RED. p. 1-48.
Morín, Edgar. (2000). Los siete
saberes necesarios para la educación del futuro. Bogotá: Icfes.
1 comentario:
Eres espíritu lúcido, con las dignidades del coraje para defender tu Alma Mater tolimense y universal. Ningún político es dueño más que de sus trampas. En realidad todo le corresponde a los colombianos, los parques nacionales, el palacio de justicia, la academia de la lengua, los mares, las universidades públicas, el patrimonio arqueológico, cultural, literario, mítico, la Sierra Nevada de Santa Marta y sus mamos, infinitum. Un abrazo que sea el abrazo de nuestro país que amamos y nos ama.
fernando ayala poveda
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