Docente Catedrático Universidad del Tolima
"Lo que
la oruga interpreta como el fin del mundo es lo que el maestro denomina
mariposa".
Richard Bach
Controlar el cuerpo
es vital para el proyecto de llevar la obediencia a su verdadera dimensión, con
eso se garantiza controlar el pensamiento y así queda el ciclo completo. Por
eso el ideal de una sociedad de control no es sólo que haya fuerza policial
para establecer un orden dado por el poder, sino que además cada individuo debe
ser parte constitutiva del mismo. No sólo tienes que estar dispuesto a ser
controlado, sino que además debes ayudar a controlar a los demás y
auto-controlarte. A eso se le llama orden, pero no es una decisión pactada por
los individuos en conflicto, sino la imposición de una hegemonía. Eso queda
claro en las palabras del comandante de la policía metropolitana de Ibagué, Fernando
Murillo, refiriéndose a la Universidad del Tolima cuando afirma que “(…) hay una preocupación porque se volvió
tierra de nadie, allá no hay control, precisamente frente a la droga, ahora
todo el mundo se está yendo a escudar dentro de la universidad para consumir
droga…” y luego continúa haciendo afirmaciones que sólo pueden ser
enunciadas por alguien que desconoce el campus
o que recibe información espuria del mismo, como que: “no se puede dictar clase”, “allá
hay (sic) la ley del silencio”, “intimidan
a los jóvenes”, “se nos fue la
tercera para allá”, etc., afirmaciones que son respaldas por el
entrevistador (Gilberto Martínez Prado), haciendo eco de un “grito de S.O.S” que a la larga sólo es
la voz de resonancia de la aún presente seguridad democrática
(ahora disfrazada de Ley Lleras) que sólo ha sembrado horror en nombre de un
país mejor. Tierra de nadie era Irak para Bush y con ese calificativo intervino
para llevarse el petróleo en nombre del orden mundial. Con esos argumentos
calificaron y siguen calificando de terroristas a todo aquel que no comparta
ese orden, y un terrorista no tiene derechos, ya la historia lo mostró en Abu
Ghraib y Guantánamo.
Además el comandante
afirma que “no fueron los estudiantes
solos”, a partir de lo cual alguien puede inferir que en la Universidad del
Tolima se concentraron todos los males sociales del Tolima. Señor comandante:
¿Y la violencia que azota los barrios ibaguereños? ¿Y los robos continuos a
apartamentos incluso en el centro de la ciudad? ¿Y los fleteos? ¿Y los
asesinatos? ¿Acaso todo eso es culpa de los universitarios? ¿O será más bien
que estamos presos de un sistema “terrorista” que crea hambre y el hambre
engendra el hampa? ¿O será que habitamos una ciudad excluyente, sin
oportunidades para los jóvenes? ¿Será que ese orden sólo es un caos de
exclusión social? No quieran ahora hacer de la Universidad del Tolima La Caja
de Pandora, porque como bien los afirma el mismo coronel Murillo: “allá están nuestros hijos” y entonces
estaríamos diciendo que nuestros hijos son terroristas.
El mismo periodista,
en una especie de defensa desaforada del orden, exclama: “ACTOS delincuenciales y terroristas que atentan contra la vida de
muchos jóvenes que verdaderamente van estudiar y se quieren formar como
profesionales NO se pueden PERMITIR. Actos como estos tienen estudiando al
gobierno, congreso y justicia con miras (sic) a intervenir las universidades
públicas como la Tolima. Van tomar medidas radicales y de fondo para evitar la
formación de violentos disfrazados de estudiantes”. ¿Ese es el proyecto? No
hay duda de ello, desde hace muchos años la universidad pública es peligrosa
porque forma sujetos críticos, y algunos que egresan de allí salen pensando
distinto (desafortunadamente cada vez menos) y se convierten en la piedra del
zapato del sistema. Por eso han querido militarizar las Universidades Públicas
colombianas, para poder controlar lo que el currículo no alcanza, porque “el
policía” mismo está ya en los dispositivos pedagógicos y pocos nos atrevemos a
cuestionarlos.
En ese sentido, es
casi inimaginable que un periodista no haya escuchado otras voces, que no
hubiese leído los comunicados de los estudiantes, que no hubiera dado cuenta de
los desmanes de los señores de la fuerza pública, como lo deja claro la Agencia
AEP en su página: “Entre los diferentes
detenidos y heridos se encuentran los estudiantes Fabián Murillo Mesa, Felipe
Solaya, Andrés Mauricio Cuellar, Andrés Zabala, Adriana Viscaya, y el
propietario del Establecimiento CREPEXPRES, Sergio Andrés Olivares, quienes
tras ser brutalmente golpeados fueron trasladados a las instalaciones de la
Policía Metropolitana de Ibagué”. Al final uno escuchando a Martínez Prado
termina creyendo que los pobres policías lanzaron esparkies y a cambio
recibieron metralla. La victimización se convierte entonces en el argumento de
la represión.
Por lo cual, podemos
intuir que no sólo “el policía” habita en el sujeto uniformado que fue
preparado para controlar, sino que además el periodista ejerce su papel de
“soberano” de los medios que invita a los desprevenidos a que exijan “el respeto a la vida y a la educación
pública”, olvidando que los universitarios han sido las víctimas, no los
victimarios; y que han sido víctimas precisamente por defender la Universidad
Pública. Por eso extraña que el mismo comunicado de la dirección universitaria
del día 7 de junio, se exprese de esta manera: “la dirección de la Universidad informa a la comunidad en general que no
comparte las acciones violentas, intimidatorias y vandálicas que se registraron
ya que van en contra de la resolución pacífica de los conflictos y de la
defensa de la educación superior pública”; y es que hacer un llamado a
solucionar los conflictos por vías más dialógicas no es erróneo, pero cuando de
entrada se juzga como vándalo al “otro”, queda abierto el camino para que los
proclamadores del orden impuesto, como el señor Martínez Prado y el coronel
Murillo, emprendan una cruzada, como si se tratase de recuperar tierra santa. Es
que los represores no tienen diccionario de sinónimos y fácil pasan de vándalo
a terrorista.
Con estos hechos
queda al descubierto, lamentablemente, una línea semántica en tres niveles,
pero que conducen al control como única forma de avalar ese orden impuesto;
porque no se trata de evadir el debate frente a las múltiples problemáticas que
aquejan a la sociedad y que por obvias razones hacen presencia en la Universidad
del Tolima, como en todas las otras universidades públicas y privadas de la
ciudad y del país, sólo que el método de la represión no es el camino, y esto
hasta el presidente Santos lo entendió, por eso hoy conversan sobre salidas al
conflicto en La Habana. La Universidad del Tolima como centro de construcción
de saber debe proporcionar los argumentos, las herramientas y las formas de
re-construirse y ayudar a reconstruir la sociedad. Otra cosa es querer hacer de
la universidad una prisión, porque como lo dice Foucault: “La prisión es el único lugar en el que el poder puede manifestarse de
forma desnuda, en sus dimensiones más excesivas, y justificarse como poder
moral”, y entonces no habría diferencia entre la Universidad del Tolima y un
reformatorio, porque sabríamos que “el policía” está inmerso en nosotros y
estaremos listos para hacer parte del rebaño de la sumisión y tendría que dejar
de ser docente para volverme carcelero.
Comparto que quizás
una de las tantas salidas consista en empezar a dotar de sentido ese slogan de “Universidad territorio de
paz”, como una posibilidad de hacer real el debate en torno a las diferencias
de los sujetos que con palabras y acciones construimos el ethos y el campus universitarios,
porque la violencia también está encarnada en los actos cotidianos, en la
manipulada democracia, en las exclusiones, en la apología a un mundo educado
para la obediencia, en la obstrucción al cambio como posibilidad creadora, en
la mirada que ejercemos sobre quien piensa distinto, en la desfinanciación
estatal, en la corrupción agazapada, en la destrucción silenciosa del proyecto
de Universidad Pública. A esa idea siempre me he sumado y lo seguiré haciendo,
pero sin olvidar que existe una delgada línea entre la Paz y la pacificación.
La Paz es construcción colectiva, la pacificación: represión, acallamiento y
miedo.
Fuentes:
AUDIO
DEL PROGRAMA: “El Ventilador. En la mira de las autoridades docentes de la UT
que promueven las protestas estudiantiles: Fernando Murillo Orrego”. Junio 6 de
2013. Disponible en: http://www.ecosdelcombeima.com/ibague/audio-27134-el-ventiladoren-la-mira-de-las-autoridades-docentes-de-la-ut-promueven-las-protes.
AGENCIAS
AEP: Ante los excesos de autoridad, denunciamos… Disponible en: http://agesdepren.blogspot.com/2013/06/ante-los-excesos-de-autoridad.html.
CONSEJO
ACADÉMICO. UNIVERSIDAD DEL TOLIMA. Defender
la universidad como lugar plural de pensamiento y territorio de paz. Ibagué,
junio 12 de 2013.
FOUCAULT,
Michel. Los intelectuales y el poder.
Entrevista Michel Foucault por Gilles Deleuze. "Microfísica del
Poder". M. Foucault. Edit. La Epiqueta. Madrid. (pp. 77 – 86.)
UNIVERSIDAD
DEL TOLIMA. Comunicado de la dirección de
la Universidad del Tolima. Ibagué, junio 7 de 2013.
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