Por: Carlos Arturo Gamboa B.
Docente IDEAD – UT
Si
le preguntamos a un integrante del Instituto de Educación a Distancia (IDEAD)
de la Universidad del Tolima, ¿cuál ha sido respuesta a la crisis académica
generada por el Covid-19?, de seguro la respuesta estará en el campo semántico
del siguiente enunciado: “en tiempos de pandemia seguimos transitando el camino
de las posibilidades.”
Recordemos
que el IDEAD nació, en el año de 1982, como una alternativa de formación para
la población adulta que, por sus condiciones socioeconómicas, de contexto y
falta de oportunidades, había aplazado el sueño de formación superior. Heredero
del bachillerato por radio, los cursos por correspondencia y los programas de
extensión de las universidades públicas, el modelo de educación a distancia se
pensó bajo la premisa de acortar las distancias. El IDEAD, hoy en pleno siglo
XXI, sigue la ruta de su génesis, procurando llegar a donde se presentan las mayores
necesidades de educación superior.
Miles
de personas, en Colombia, no pueden migrar a los centros de formación, es decir,
hacia las capitales, para realizar una carrera. Otros no cuentan con los
recursos económicos para pagar las altas matrículas de las universidades
privadas. Algunos no alcanzan los puntajes necesarios para competir por un
exiguo cupo en las universidades de élite, en esencia porque la educación
básica que recibieron no les permite obtener un mayor puntaje en esos exámenes
de Estado, elaborados más para la exclusión que para la verificación de
conocimientos.
Por
eso el IDEAD se ha venido consolidando como un proyecto de inclusión social
para la formación superior. Desde su fundación estamos encaminados para llegar
a los territorios más abandonados, a la población más vulnerable, a las
comunidades que tienen el derecho de educación superior pero que no cuentan con
muchas oportunidades para acceder a ella.
En
tiempos de pandemia volvemos a ser protagonistas, esta vez visibilizados por
las necesidades de la coyuntura. Durante muchos años la educación a distancia
se miró por encima del hombro, se catalogó como “educación de segunda”, de baja
calidad, como si la calidad fuese un mojón inamovible más allá de los
indicadores del mercado. Como si llevar la educación a los lugares más
inhóspitos y a los más necesitados no fuera per
se una variable de «calidad», quizás la más vital, sin importar que quienes
diseñan los indicadores le den poca o nula importancia.
Hoy
los ojos viran de nuevo al IDEAD y encuentran una larga tradición de modelos
flexibles, currículos capaces de adaptarse a los contextos con sus necesidades
y alto aprestamiento para el uso de las mediaciones en los procesos de
enseñanza/aprendizaje. Sus estudiantes son consecuentes y asimilan mejor los
procesos de autoformación, son conscientes de que los viejos modelos de
transmisión están en desuso porque fueron pensados para un mundo que hacer mucho
mutó.
No
obstante, con todas las potencias descritas, tenemos que aceptar que aún
carecemos de una infraestructura tecnológica capaz de soportar el reto en su
total dimensión y así poder acoger mayores poblaciones. La ausencia de
inversión constante y programada nos sorprendió carentes de algunas herramientas
necesarias para avanzar con mayor tranquilidad en el camino de los retos
actuales. No obstante, nunca nos inmovilizó, la tradición del IDEAD es la de
avanzar por encima de las dificultades, renovando, recreando, repensando…
En
la década de los noventas usamos material instruccional, luego avanzamos al uso
de módulos impresos como apoyo pedagógico/didáctico. Casetes, cartillas y guías
formaron parte de nuestros inventarios para llegar con el conocimiento a zonas
rurales, municipios lejanos, veredas, pueblos distantes de las mínimas
comodidades del tradicional bienestar universitario de la presencialidad.
Más
tarde, con el auge de los dispositivos digitales, usamos CD, material
digitalizado, memorias USB. Posteriormente, emprendimos la construcción de Portafolios
Pedagógicos, cuyo escenario de Ambiente Mediado nos preparó para que hoy le
pudiésemos hacer frente a la necesidad que el Covid-19 nos impuso.
Ahora,
en este atribulado 2020, enfrentados al futuro adelantado que tocó a nuestra
puerta, le abrimos para garantizar que la idea de universidad pública
incluyente siga viva. Necesitamos una vez más repensarnos, lo cual no es un
escenario nuevo para el IDEAD, enseñado a autorreformarse. Necesitamos
garantizar un «mínimo vital pedagógico» para nuestros estudiantes y docentes,
para que los procesos académicos se instalen de lleno en las posibilidades de
formación usando mediaciones TIC, sin detrimento de un futuro de encuentros
cara a cara, lo cual dependen de cómo evolucione el virus y las posibilidades
de combatirlo con nuevas formas de habitar los lugares.
Esperamos
que el Ministerio de Educación Nacional, y los demás órganos que regulan la
educación en Colombia, no sean inferiores a estos retos. Necesitamos que el MEN
reconsidere su inversión en la educación a distancia, que ofrezca apoyos para
el fortalecimiento del modelo, que, juntamente con el Ministerio del TIC,
disponga de planes de equipamiento y conectividad para todos los estudiantes,
sobre todo en las zonas rurales en donde el IDEAD es casi la única opción de
formación superior, sin que los estudiantes tengan que emigrar a las zonas
urbanas.
Igualmente,
para la Universidad del Tolima, siendo del orden regional, es clave el apoyo de
la Gobernación del Tolima, aún más para el IDEAD quien hace presencia en
municipios como Chaparral, Rioblanco, Planadas, Melgar, Líbano, Honda,
Cajamarca, Girardot - que recoge población del Tolima y Cundinamarca- y por
supuesto Ibagué. Si queremos conservar los índices de impacto de educación
superior en los municipios, es necesario que se plantee la financiación de
estudiantes, tanto antiguos como nuevos, sin dejar de lado la formación
posgradual.
Por
supuesto, internamente, la Universidad del Tolima también debe aupar el
proyecto del IDEAD, debido a la potencia que posee para enfrentar el escenario
de futuro que el mundo, el país y la región nos plantean. Con una población
cercana a 13 mil estudiantes y 900 docentes, el IDEAD es la Unidad Académica
más robusta de la UT. Cuenta con 11 programas de pregrado, 3 especializaciones
y 2 maestrías. Opera en 24 Sedes de Atención Tutorial y hace presencia en 8
departamentos. Bien vale la pena cuidar y apalancar este proyecto.
Es
así que, casi siempre las crisis abren los senderos de las grandes
transformaciones y el IDEAD ha estado ahí, al frente de los ojos de todos, a
veces vituperado, a veces exaltado. Hoy como protagonista central del hecho
pedagógico, en medio de la urgencia, reclamamos la consolidación institucional.
Para ello todos estamos trabajando: los estudiantes desde sus diferentes
lugares de acceso, en los ciudades, municipio y veredas. Los docentes
aprendiendo cada vez más sobre el uso pedagógico de las herramientas digitales en
los procesos de formación, confinados en sus casas, pero abiertos a la
resignificación de los modelos educativos. Y los funcionarios y directivos, asumiendo
trabajado remoto desde sus diversas regiones, explorando las opciones para
darle trámite a los problemas que van surgiendo en la misma medida que el virus
avanza en los territorios, dispuestos y moviendo las poleas para seguir
haciendo real y posible esta idea de IDEAD.
1 comentario:
El Tolima cree en y apoya el proyecto educativo del IDEAD, dado que en el se han formado los actores sociales y gestores de Región. Es el momento crucial para aunar fuerzas en bien del Instituto, de la comunidad y sus actores, de la escuela....adelante. Construyamos alternativas para garantizar la continuidad de la formación de nuestros estudiantes, superando las dificultades que nos apremian. Líderes, entidades y Estado, todos encauzando acciones, unidos para continuar fortaleciendonos como un mismo IDEAD.
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