Carlos Arturo Gamboa B.
Director IDEAD - UT
Entre los múltiples retos que tiene
María Victoria Ángulo, la designada como Ministra de Educación del próximo
periodo de gobierno, está el de consolidar un modelo de aseguramiento de la
calidad más acorde a la realidad, lo cual no posee el que tenemos actualmente, este
privilegia las universidades de élite, siguiendo la lógica del centralismo y
dejando a la deriva a las universidades de corte regional.
Sometidas al régimen de la medición
de los factores de calidad, las universidades públicas luchan por cumplir unos
indicadores casi siempre alejados de sus presupuestos y de sus diarios apuros por darle respuesta a las demandas de formación de los colombianos. Un ejemplo
de ello se puede observar cuando los pares académicos solicitan
indicadores de profesores de planta para soportar procesos de investigación y
docencia en los programas, sin que el gobierno central disponga de recursos
para este fin. Cada vez más las universidades públicas utilizan la figura de
catedráticos para desarrollar sus labores misionales, pero en los indicadores
piden (miden) lo contrario.
En esa misma línea, los programas de
las modalidades a distancia, semipresencial y virtual, quedan sometidos a
unos factores de evaluación que desconocen en gran parte sus realidades y
potencialidades. Hay que recordar que este tipo de modelos nacen como necesidad
del contexto para darle posibilidades de formación superior a una población sin
garantías de acceso. Fue durante el gobierno de Belisario Betancur que se
instaló como política nacional y surgieron las múltiples opciones que hoy
ayudan a sustentar el sistema educativo nacional, sin las cuales los
indicadores de cobertura en educación superior estarían aún más deteriorados.
Sometidos a la crítica desde varios
sectores tradicionales de la formación universitaria, los modelos de educación
a distancia y virtual han ido ganando terreno, no solo en expansión de oferta,
sino en consolidación de calidad académica, reflejada en programas con alta
tradición, indicadores de investigación soportados en productos y desarrollos,
inclusión de poblaciones vulnerables, contenidos curriculares pensados para
potenciar los contextos, buen posicionamiento laboral de sus egresados y, en
los últimos años, con acreditaciones de Alta calidad.
No obstante, con las nuevas
exigencias del Sistema Nacional de Acreditación de Colombia, los programas y
unidades académicas (adscritas a universidades de tradición), entraron en un
peligroso efecto de recesión. Al exigirles los mismos indicadores que se
solicitan para ofrecer programas de la modalidad presencial, se les está
poniendo una muralla a sus desarrollos e impactos y, además, se están
desconociendo sus particularidades y potencias, ya que esos indicadores no dan
cuenta de estas últimas.
En ese sentido, el CNA ha venido
liderando una serie de talleres con el objetivo de que el nuevo documento de
lineamientos para el aseguramiento de la calidad, contenga los elementos
propios de los programas en estas modalidades y en vez de frenar su desarrollo,
potencien su expansión y fortalezcan su calidad. Los datos al respecto son
claros: de 292 Instituciones de Educación Superior en Colombia el 32.8 %
ofrecen programas en modalidades a distancia o virtuales, y de estas 96, pertenecen al sistema público un total de 21, lo cual es una cifra considerable entendiendo
que en más de mil programas a distancia se están formando un buen número de
colombianos. ¿Cómo entonces potenciar la modalidad sin que se cree un escenario
de titulación indiscriminada y de baja calidad?
Para los conocedores de la tradición
de formación a distancia, está claro que no pedimos nivelar el modelo por lo
bajo; por el contrario, las exigencias son válidas cuando se corresponden a las
realidades, los contextos y los desarrollos. Reconocer las especificidades de
los modelos y anclar sus desarrollos dándole vía libre a esas particularidades,
hace que el sistema gane, ya que puede coadyuvar a fortalecer una oferta
necesaria, no solo brindando soporte a dichos programas, sino cualificando a
los pares que se convocan al ejercicio de los procesos de acreditación. Requiere
el sistema, además, una fuerte inversión en tecnología, infraestructura y
cualificación docente, ya que con la evolución de los modelos de
enseñanza/aprendizaje, estos escenarios de formación atraen cada vez más
estudiantes, debido a sus principios de flexibilidad, autonomía en el
aprendizaje y al uso las mediaciones, las cuales, indudablemente, se tornan en
dinamizadores de la formación superior.
Esperemos que el nuevo gabinete ministerial
continúe recogiendo insumos para la elaboración final de la política de
aseguramiento de la calidad, y no llegue a aplicar a rajatabla los indicadores
de la OCDE y demás organismos internacionales de regulación, porque esa
historia ya la hemos vivido y los resultados no han sido los mejores para un
país que necesita consolidar su proyecto de educación superior, pero de acuerdo a sus realidades y necesidades.
4 comentarios:
Cada vez que leo algo sobre el instituto, más siento que mi corazón es de allá y muero de las ganas por volver a mi IDEAD.
Monica Patricia Lozano Campos
Excelente Carlos. Un arduo trabajo para minimizar los efectos negativos de la política educativa que seguramente vendrá. Un abrazo.
gentil gómez
Muy buen planteamiento que comparto....
Luis Eduardo Chamorro Rodriguez
¡Buenos días profesor Gamboa!
Gracias por darnos a conocer su artículo. Me parece muy acertado, creo que es lo que se avecina.
Un saludo, Emérita cuéllar Ibáñez.
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