Por: Carlos Arturo Gamboa B.
Docente Universidad del Tolima
Hace apenas unos
días llegó a mis manos, de las mismas manos del autor Alex Silgado Ramos, el
libro titulado “Antología Inacabada”. Sé que es costumbre
colombiana no leer todos los libros que se compran, mucho menos los que se
obsequian, pero en mi caso me ha gustado siempre contradecir las costumbres.
Aunque muchos de los libros que se obsequian, y no pocos de los que se compran,
no trascienden en el lector más allá de las primeras páginas, debo decir que la
“Antología Inconclusa”, -que ni es antología ni está inconclusa-,
logró sentarme a leer.
Debo decir también
que la poesía posee una estrategia oculta que facilita su lectura y son la
brevedad y el impacto de sus imágenes los ejes que guían esa provocación. Los
dos artificios los encontré de plano en el poemario en cuestión, que tampoco es
sólo poemario, es también bitácora de palabras narradas para viajar al pasado
en donde la evocación es la trampa, porque “Un recuerdo es la piel de la
infancia”[1]
Aunque el libro
se divide en dos grandes capítulos (El patio y Retorno), creo que la división
es sólo un pretexto para tomar aire y seguir mirando el pasado a través de la
ventana del lenguaje. El libro todo es una evocación, porque quizás toda obra
literaria no sea más que eso, un recuerdo que va tomando forma en un presente
que lo convoca, como el médium hace con los fantasmas que habitan las
habitaciones de la existencia.
Para Silgado
esos fantasmas perviven en la “ancha tierra / que es mi infancia”. Es un
mundo intemporal, que conecta el presente y va y viene trayendo esquirlas de la
felicidad que la vida desgastó. La voz poética es consciente de ello al
expresar: “El tiempo ha causado estragos en la piel que ahora visto”
Recordar, volver
al patio de la infancia, escuchar de nuevo la voz de los abuelos, contemplar el
mundo joven a través de los ojos asombrados de aquel niño que era capaz de ver
que, “/el árbol de mangos / está cargados de canarios /o / que el canto de
los canarios / tiene el sabor del mango maduro/”. Ese mundo distante es un
mundo sinestésico, lejano pero vivo en la memoria de los sentidos. Traer de
nuevo ese espacio es el clamor porque “ese patio era nuestra infancia” y
lo recalca al recordar: “Habité ese patio como mi propia piel”.
El presente, el
lugar desde donde se evoca, está construido de otros materiales porque la misma
vida ha trastocado los paisajes, los entornos y por eso ahora se siente:
Un silencio entre tanto ruido
Una soledad entre tanta compañía
Un aroma entre tantos olores
De esa manera,
el pasado es materia perfecta para darle forma a la nostalgia, podemos evocar
para intentar sobrevivir, pero al final nos sentiremos lejanos de ese camino
transitado, todo se ha transformado, los elementos han mutado y hasta:
La lluvia que
apenas ayer cantábamos
Hoy inunda todas las cosas.
Por eso la única
redención está en recordar los rostros idos, los olores mixturados, los
espacios diluidos en el tiempo; el presente sólo es posible si volvemos la
mirada a lo evocado, por eso: “Ahora / es como caminar de espaldas”.
Tratar de explicar
el tiempo ido es inútil, las palabras sólo sirven para construir un dique que
ayude a soportar el presente. No es función de la poesía construir respuestas a
esas antiguas conjeturas porque: “Los poetas no tenemos respuestas claras,
sino que poetizamos para encontrar la oscuridad en la claridad y oscurecerla
aún más”.
Los poemas
compilados en “Antología Inacabada” de Silgado, son un pretexto
completo para caminar el tiempo actual con el bordón del pasado, porque como
afirma Jorge Gallarza: “El arte siempre ha sido un espejo, un medio de
catarsis: da consuelo a aquel que se siente abrumado y abruma a aquel que tiene
paz, no podría ser de otra manera, por eso es fascinante.”
[1]
SILGADO RAMOS, Alex (2023). Antología
Inacabada. Poemas. Editorial Caza de Libros. Colombia. En adelante todas las
citas corresponden a esta edición.
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