Por: Carlos Arturo Gamboa
¿Por qué no nos
interesa la paz? Si no hay armas las ideas pueden empezar a ser más relevantes,
por eso queremos que sigan imperando los fierros, en un país en el cual es más
importante un fusil que un libro, los guerreros prevalecen. Y si hay guerreros la
tierra será de ellos y ellos serán la ley.
Un territorio
sin disputas armadas hará que muchos piensen en la injusticia de la tenencia de
las tierras, en la inequidad del uso que permite un millón de vacas en los
enormes potreros mientras los campesinos mendigan un pedacito de carne. Un país
en donde las armas sean propiedad de un ejército al servicio del pueblo, no daría
cabida a mercenarios dispuestos a disparar al mejor postor. ¿Qué haremos los narcos en país sin grupos armados? ¿A quiénes contrataremos para asesinar, desplazar
y sembrar terror?
Por eso es mejor
la guerra. Podremos matar a quien no esté de acuerdo con nosotros. Si alguien
se cree con la libertad suficiente para reclamar equidad, justicia, igualdad o
cualquier otro concepto que riña con nuestra idea de progreso, pues las armas estarán
dispuestas para hacerlo desistir.
Un país sin
actores armados será peligroso, abundarán los que exijan cambios sociales, los
que pidan educación, los que pidan mejores salarios, los que eviten que los
gobiernos desarrollados del mundo inviertan para llevarse nuestras riquezas. Un
país en paz es un país sin posibilidades de hacer lo que queremos la clase de
los poderosos, por eso deseamos la guerra.
La guerra es
nuestro destino, desde que los españoles llegaron. La guerra ha enriquecido a
unos pocos que vedemos armas, que tenemos latifundios, que hacemos empresa a
costa del bienestar de la mayoría; un país sin guerra puede cambiar esto y
sería altamente peligroso.
Por eso quienes
desean la paz están locos, la única salida son las armas, un pueblo sin guerras
corre el peligro de hacerse verdaderamente democrático. Por eso no nos interesa
la paz y haremos lo posible por evitar que un día las armas sean objetos de
museo.
1 comentario:
Hola carlos excelente artículo gracias portal la sensibilidad.
María Berrio
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