Por: Karol Liseth Barrero
Estudiante Licenciatura en Literatura y Lengua
Castellana
IDEAD –Universidad del Tolima
Apreciado extraño:
Hoy, desde lo más remoto de mi corazón he decidido escribirte unas
líneas, sé que estos no son tiempos fáciles, todos estamos tratando de llevar
nuestras cargas, a nuestra manera. Como humanidad huimos de un virus que,
mientras nos mata, salva el planeta e irónicamente no resulta tan malo después
de todo. Ahora los pajaritos cantan libremente,
las ballenas se muestran espléndidas ante la marea, la naturaleza reclama lo
que es suyo.
Mientras tanto empezamos a conocernos a nosotros mismos. Extrañamos lo
que hace unas semanas llamábamos rutina, pedíamos a gritos descanso de ella con
la excusa de compartir en familia, esa misma familia que hoy, por el auge de
las redes y el insomnio, en muchos casos ignoramos teniéndola al lado. Hemos
descubierto que nuestro mayor temor es perder la vida y que mantener los
abrazos ausentes se convirtió en el arma profunda de supervivencia, ante este
recelo que, sin importar clase, raza o cultura, a todos inunda.
Hoy la vida con sus vueltas, casualidades o causalidades nos encierra.
A ti en tu mundo y a mí, en el mío. Los días nos muestran frágiles y grises.
Hoy extrañamos los detalles más simples que en su momento nos aturdían. Recuerdo
que, en algún un momento nos burlábamos de los niños que con su manta huían a
los monstruos de la noche, y ahora tuvimos que huir de la muerte y refugiarnos
en casa, ella representa nuestra manta. ¿Acaso no somos hoy esos niños?
Con este gesto temerario que implica confinamiento total, estamos
reviviendo lo más sincero y humano de cada uno. Hay quienes desatan sus
monstruos internos y quienes los reprimen como de costumbre. Algunos aprovechan
para sonreír y compartir en familia; otros, por su parte, comprenden que
aquello que creían tener está lejos de ser una familia. Y así todos dibujamos y
desdibujamos nuestros horizontes.
Las horas son eternas, las noticias dramáticas, los libros resultan ser
nuestra única alternativa aventurera. Por ello querido extraño, te invito para
que emprendas tu aventura y te des cuenta de que, en medio de este caos, leer reconforta
la vida. Necesitamos hallarle sentido a este encierro, como si él fuera el
suceso que nos dotará de sentido. Sentido por la vida, por el todo y por la nada.
Como diría Gabo: “Nadie debe conocer su sentido mientras no haya
cumplido cien años”. Por eso ando en busca del mío, de mi existir y te invito a
indagar el tuyo, porque sé que tú al igual aún no has recorrido esas diez
décadas de vida.
Sin más ni
menos, agradezco el tiempo que te has tomado para leerme, extraño. Y espero de
verdad que tus días se llenen de color y alegrías, para que luego compartamos,
no como extraños ya, sino como allegados o amigos. Un abrazo virtual desde la
cercana distancia. Nos
reencontraremos pronto.
1 comentario:
Felicidades, que escritura fresca, jovial...un bello texto de fascinante invitación a la lectura, como de provocación a la escritura.
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