El nombre de
Nelson Romero Guzmán por estos días retumba un poco más en los oídos culturales
del país, para muchos allegados no es sorpresa, su antiguo oficio con la
palabra es un grato acontecer. Pocos
transeúntes, del campus de la
Universidad del Tolima, advierten que el hombre tranquilo que de vez en cuando
se toma un tinto en el parque Ducuara, y ríe tímidamente con alguno de sus
amigos, es una de las voces poéticas más importantes de Latinoamérica. Y no lo
saben porque Nelson no es un “escritor espectáculo”, más bien podríamos
definirlo como un rumiador silencioso de metáforas. Hace un par de días, cuando
la Gobernación del Departamento del Tolima le otorgó un reconocimiento por su
aporte a la cultura del país y la región, uno de los estudiantes que asistía al
Teatro Tolima dejó escapar una de esas sentencias propias de la adolescencia:
“Creí que era distinto”, y es que Nelson no encaja en los cánones de escritores
del mercado, de las grandes editoriales y de las luces pasajeras de la fama.
Nelson es un poeta, con toda la carga semántica que dicha palabra contiene en
la historia de la humanidad.
Nelson nació en Ataco, (Tolima) en el año de 1962. Es Licenciado en Filosofía y Letras de la
Universidad Santo Tomás y Magíster en Literatura, Universidad Tecnológica de
Pereira. Ha obtenido varios premios y reconocimientos literarios, entre ellos:
Premio Nacional Universitario de Poesía “Euclides Jaramillo”, Universidad del
Quindío, 1995; Primer Premio Concurso Nacional de Poesía “Fernando Mejía Mejía”
de Manizales por su libro Rumbos,
publicado por la Alcaldía de Manizales en 1992; XIV Premio Nacional de Poesía
Concurso Universidad de Antioquia, con el libro Surgidos de la Luz. Reconocimiento a Escritores del Tolima con
Presencia en Ibagué, Fondo Mixto de Cultura del Tolima, en el año 2000; Premio Nacional de Literatura en la modalidad
de Poesía, convocado por El Instituto Distrital de Cultura y Turismo de Bogotá
en el 2007, con su libro Obras de
mampostería, 56 Premio Internacional de Poesía Casa de las Américas 2015,
otorgado en la Habana a su libro Bajo el
brillo de la luna y Premio Nacional
de Poesía Ministerio de Cultura 2015 por su libro Música lenta, editado en el 2014 por Arte es Colombia, Colección
letras.
Este blog, amigo
de las buenas lecturas y conversaciones, invitó al poeta, profesor
universitario y amigo a dialogar, esto fue lo que se tejió en ese encuentro de
palabras:
Carlos Arturo Gamboa: ¿Para qué escribir
poesía en estos tiempos aciagos?
Nelson Romero Guzmán: Lo aciago es
poético en sí mismo, también permite a la pulsión creadora del lenguaje morar
en las incertidumbres y en los conflictos humanos de todos los tiempos. Por
ejemplo, Baudelaire como pensador de la modernidad desde la poesía y el arte,
fue uno de los primeros en visionar la ruptura con la escuela románica al
presentarnos la imagen de un mundo disonante, feo, caótico, habitado por el
sujeto desrealizado de la modernidad. Mi escritura no sería lo que es sin esa
proximidad con el hombre y el mundo en que habitamos. Las personas no educadas
en la lectura de la poesía y el arte, todavía creen que el poeta es el rimador
en un tiempo sin rima, o a lo sumo alguien que deleita con palabras bonitas,
¡no!, esa es la manera como los imaginarios vulgarizan al poeta y su trabajo.
Los tiempos
aciagos que hoy vivimos son los de unas fijaciones, si positivas, también de
usos veladamente aberrantes: la ciencia, el progreso material, la estadística,
el producto, la lógica de la acción, el rendir cuentas, la pragmática. Por eso
para esta sociedad la poesía no está en el terreno de las garantías, como sí lo
estuvo la paideia griega donde la
poesía era una forma de vida, una energía, es decir, un valor real de la
sociedad. La Universidad asimila esas crisis con la máscara del conocimiento,
un conocimiento indexado, que si no lo es, no entra en diálogo con los demás.
La poesía, entonces, frente a estos poderes de un lenguaje siempre malicioso,
se relega a lo mudo, lo silenciado. Sin embargo, todo buen arte se apodera de
esas energías perdidas por el abuso de la demasiada razón, de esos desgastes de
la existencia, para transformarlos en la posibilidad de una esperanza, de un
retorno a la vida por el lado de otros mundos posibles, valorando el mito y la
magia que fueron las primeras formulaciones del saber en el mundo griego. No en vano Hölderlin exclamaba: “Quiero luz,
más luz”. La ciencia parece ser la antorcha al revés de un verdadero conocimiento
que debería estar vecino a la vida. El progreso material desmedido, producto de
un poder deshumanizado, se paga con la guerra. Por eso un buen libro de poesía
debe celebrarse, es una excepción feliz en medio de la monotonía y el exceso de
saber. Un mundo donde el hombre de éxito es el empresario, el elegido.
Carlos Arturo Gamboa: Usted es docente
universitario y escritor, ¿cómo se conjugan y/o riñen estos dos mundos?
Nelson Romero Guzmán: Como profesor
dialogo con los estudiantes no sólo desde el “saber” académico de la
asignatura, sino también desde la experiencia de la escritura, lo que me
permite transmitir el sentir del arte más de cerca. El saber-sentir poco se
asocia en el diálogo formativo cuando el profesor solo se comporta como un profesional.
En mi caso personal trato de hablar desde las entrañas de los libros, del
mundo, de mis emociones, y también con las teorías literarias más abiertas, que
ayuden a encontrarnos. En la universidad los estudiantes y algunos profesores
han formado una cofradía alrededor de mis poemas. Eso me alegra, alegra a mis
estudiantes, y a su vez eleva el quehacer docente. Eso es perceptible.
Enseñar-aprender adquiere un matiz comunicativo más curioso, de alguien que
tiene detrás una experiencia con la escritura. Esa simbiosis me tiene ahora más
vivo que nunca y lo uno marcha en continuo progreso con lo otro.
Carlos Arturo Gamboa: ¿Qué le puede aportar
la poesía a la pedagogía?
Nelson Romero Guzmán: Siempre, en todas
las épocas de la cultura, en buen parte la pedagogía ha formado los sujetos
desde la literatura. La paideia
griega forjó su ideal de virtud a partir de las obras de Homero, Hesíodo, o la
poesía de Píndaro; en la época romana Séneca, Cicerón, Plinio el Viejo,
elevaron el epicureísmo o el estoicismo a una nueva paideia del hombre romano tras el ideal de la felicidad; igual en
la Edad Media el libro de los ejemplos de
El Conde de Lucanor de Juan Manuel, la poesía alegórica de Juan Ruiz, Archipreste
de Hita o las fábulas de Esopo, por citar escasos ejemplos, hicieron una literatura
didáctica que contribuyó a mantener el dogma de la Iglesia, pero también una
literatura goliarda bellamente corrosiva que elevó la vida por encima de las
doctrinas cristianas. En sí misma, la poesía transforma al lector al
transmitirle una nueva experiencia con el lenguaje, una nueva visión de mundo y
hasta una ruptura con la gramática, y eso ya es la expresión de una alta
pedagogía. Pensamiento más emoción más revelación más hechizo más nueva vida, ¡qué
más da!
Carlos Arturo Gamboa: Como poeta usted ha
ganado muchos premios ¿qué piensa sobre las premiaciones en el mundo de las
artes?
Nelson Romero Guzmán: En mi caso
personal se me han otorgado los premios de poesía más importantes en Colombia,
y ahora el premio latinoamericano Casa de las Américas, del cual conocemos su
importancia. Es claro que los premios reconocen un talento, pero no lo definen
de manera rotunda. Para mí han sido estimulantes. Me han ayudado a sostenerme
en una pasión de toda mi vida.
Carlos Arturo Gamboa: Poeta y ensayista ¿y
los otros géneros?
Nelson Romero Guzmán: No le apuesto a
los demás géneros porque cuando lo he intentado termino degenerándolos. El
ensayo me nutre en la medida que me ha permitido reflexionar sobre la
escritura, sobre mis lecturas literarias, además que el ensayo también es hijo
de la creación, si lo pensamos desde los grandes ensayistas de quienes los
ejemplos sobran. Con la poesía no sólo creo imágenes, sino que narro,
reflexiono, cuestiono, critico, ironizo, parodio, burlo, juego con otros textos,
con otras formas del discurso. La poesía es un género bastante exigente. Me
gustan poetas como el francés René Char o el peruano Julio Ortega, por ser
rebeldes de las formas, con carta de ciudadanía para burlar fronteras.
Carlos Arturo Gamboa: Volver con la memoria
a las tierras calientes de Ataco (Tolima) ¿de qué manera influyen los
territorios en la escritura?
Nelson Romero Guzmán: Bueno, la
escritura poética es andadura, también tiene la capacidad de fundar territorios
imaginarios. El caso particular de Ataco está lleno de memoria poética, el
patio de la casa donde nací sigue vivo en mi memoria, el río, los pájaros, las
gentes sencillas y humildes que me enseñaron las cosas sencillas y humildes,
como manejar una canoa o lanzar una red al río para pescar, son parte de una
naturaleza donde todo fluye sin complicaciones, como de verdad me gustaría
fluir siempre. La mitad de mi vida es mi infancia, que es el verdadero reino de
la madurez, bueno y la casa donde aún vive mi madre guardiana de mis sueños,
donde empecé a escribir.
Carlos Arturo Gamboa: ¿Qué buenas nuevas le
han traído los recientes premios?
Nelson Romero Guzmán: Todas buenas. La
Universidad del Tolima me ha acogido esplendorosamente, tengo el orgullo de
pertenecer a su programa editorial con una bella edición que me hizo hace poco.
Soy feliz respirando estos árboles del campus. Ya tengo invitación a la Feria
Internacional del Libro de Guadalajara, en México, en representación de
Colombia, con otros escritores del país. La Universidad Externado de Colombia
publicará próximamente 8.000 ejemplares de una antología de mis poemas, con
selección del poeta Juan Gustavo Cobo Borda. Estoy por estos días asistiendo a
varios eventos culturales en el país. Bueno, todo marcha bien, y la creación no
escasea. El oficio de escribir, que es el oficio de vivir.
6 comentarios:
Carlos, gracias por darnos a conocer los pensamietos tan sinceros, naturales y llenos de bondad de una persona que contribuye a nuestra cultura como es el profesor Nelson Romero.
Cordial saludo,
MARIA DELFA TAMAYO AVILA
Hola reciba un cordial saludo, lo felicito por el tema y todos los que ha tratado en su columna, este es un pequeño reconocimiento que le hace un compañero y amigo a nuestro escritor Nelson Romero Guzmán.
Jamil Mendez Perdomo
Carlos:
Muchas gracias, bellamente escrita la introducción a la entrevista, me alegra. Un abrazo,
Nelson Romero Guzmán
Afortunadamente los premios de poesía no siognifican dolares
Afortunadamente poesía y filosofía se conjugan
Afortunadamente la irreverencia estudiantil nos quema el tronillo
Afortunadamente es mejor el jardín nocturno de la abuela
que el bullicio del consumismo
y que el silencio y la obscura noche son buenos escondites
Y como dice un Chaman mexicano, llamado Juan:
el guerrero debe pasar desapercibido
javd
Apreciado Carlos leí con fascinación esta entrevista que hiciste a Nelson Romero...esa persona que cuando uno lo conoce se queda aterrado que la humildad sea tan expresiva como las leves sonrisas, la amabilidad y la generosidad con las que Nelson siempre regala a sus amigos, conocidos, compañeros y gente del común....
Me encantó lo de los recuerdos del patio de su casa materna en Ataco, ese pueblo que algo de mágico debe tener para generar tanto talento como el de Nelson, los Patarroyo, los Vallejo y muchos más....
Carlos, felicitaciones por tu artículo...la Universidad del Tolima, Ataco, el departamento del Tolima y Colombia deben estar orgullosas de un talento tan preclaro como el de Nelson, que se merece todas las distinciones....las mismas que el mismo Dios tiene destinadas para los humildes de corazón como nuestro gran Nelson Romero....
Cordialmente
Héctor Fabio Libreros Jaramillo
Lindo diálogo, de dos hermanos. Grandes enseñanzas de dos grandes maestros. Saludos.
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