Por: Elsa María Ortiz Casallas.
Profesora Asociada
Facultad de Educación
Universidad del Tolima
A
continuación presento algunas observaciones generales al plan de desarrollo
presentado por la dirección de la universidad y, en particular al eje de
excelencia académica. Igualmente algunas reflexiones en torno al documento de
modernización curricular.
Observaciones
generales al plan de desarrollo:
1
Al
leer el documento me preguntaba ¿Qué es un plan de desarrollo? ¿Qué es un plan
de acción? ¿Qué debe contener un plan de desarrollo? ¿Cuántas páginas? ¿Por qué
el plan de desarrollo está presentado para diez años, si sólo se tiene
gobernabilidad sobre tres? ¿Es un plan decenal de política universitaria? ¿Se
está pensando en dos reelecciones como ha sucedido en los últimos 13 años?,
¿Qué metodología se utilizó para su construcción? ¿De dónde salieron los ejes,
programas y proyectos?
2
Se
trata de un plan diseñado bajo el enfoque lineal, jerárquico y tecnocrático que
desconoce la subjetividad de todos los actores que conforman la comunidad
universitaria. Es un plan que separa el pensamiento de la acción; allí unos son
los expertos quienes sentados en los
escritorios deciden la universidad que todos queremos y además decretan lo que
todos: “los operarios” debemos hacer.
Y un plan que invisibiliza los actores, que los inmoviliza, que no parte de
ellos para llegar a ellos, es un plan reformista que intenta transformarlo todo
para que todo siga igual; esto porque al desconocerse las fuerzas y las
tensiones que imprimen su sello a los procesos reales de cambio, suelen
aparecer efectos inesperados que distorsionan los cambios programados o
decretados a priori. Al igual que Don Quijote, podemos sentirnos inseguros en
un mundo de in-certezas al preguntarnos si lo que dicen los encantadores
expertos desde los escritorios donde justiprecian, es realmente lo que los
estudiantes y maestros queremos y pensamos
de nosotros mismos y de la academia.
3
El
plan de desarrollo presentado no parte de diagnósticos; es decir, de estudios
serios que permitan encontrar no sólo los grandes dilemas que tiene la
educación superior pública, sino fundamentalmente las reales fisuras, las
grietas, la gramática cotidiana, el
modus operandi y los problemas inéditos de la universidad del Tolima, para
poder sobre ellos plantear políticas y acciones que permitan la intervención y
la transformación ¿cómo plantear políticas sobre algo que no se conoce
realmente? ¿Por qué el plan de desarrollo y los lineamientos curriculares
anteriores no funcionaron? ¿Qué es lo que hay que cambiar y que no? Así las
cosas, es una propuesta que se construye por fuera de los problemas reales y
prácticos de la institución; una universidad de papel, aquella imaginada desde la burocracia y el poder.
4
El
plan de desarrollo hace una exposición de motivos en 128 páginas y luego
concreta el plan en 20 hojas. En las 128 páginas hace una contextualización
algo interesante, se pegan textos que seguramente han escrito algunos profesores
en artículos, tesis u otros documentos; ¿Para qué todos esos discursos que se
colocan allí, si finalmente no se evidencian en la formulación del plan de
acción? De otro lado, no hay una contextualización de los problemas reales de
la universidad del Tolima en cada uno de los ejes planteados, y por lo tanto no
se visibilizan en el plan de acción. Además, considero que en esta exposición
de motivos hay un vacío político en relación con el debate de la reforma a la
ley 30 que debería tener un impacto en la formulación del plan.
5
Llama
la atención que el CNA en su concepto de 26-11-2012, recomendó a la
universidad: “Reflexionar sobre la
misión, Proyecto Educativo Institucional y Plan de desarrollo Institucional con
el fin de definir los propósitos, lineamientos, modelo educativo y metas, entre
otros, con el fin de consolidar el papel estratégico de la universidad regional
y nacional”, sin embargo esto no se evidencia en el documento.
6
El
plan de desarrollo presenta un tono economicista, se habla de talento humano,
de la universidad emprendedora, financieramente viable; de la
internacionalización de la academia: businnes
university. Y en este bazar, la
universidad cuenta con clientes (estudiantes); operarios y asalariados
(profesores), y los dueños de la hacienda (Gerente, administradores y
directivas) quienes garantizan la implementación de reformas curriculares
acordes con las demandas neolibrales; triunfo de la administración sobre la
academia; burócratas contra intelectuales.
EJE DE EXCELENCIA
ACADÉMICA
Si
la academia es lo fundamental ahora en la
nueva administración por qué sólo un eje referido a la “excelencia
académica”; un eje en el cual intentan colocar de todo, para todos. De un total
de 21 programas y 70 proyectos, a la academia le corresponden 9 programas y 19
proyectos ¿Será que con eso habrá excelencia académica? El eje de
“transparencia administrativa” tiene 7 programas y 34 proyectos. ¿Será que se
está pensando más en la academia?
¿Por
qué y para qué este eje? ¿Qué es
excelencia académica? ¿No ha existido excelencia académica en la universidad? ¿Cuáles
han sido los obstáculos? ¿Qué estudios se han hecho al respecto? ¿En dónde está
el problema? ¿En la acreditación institucional? ¿En la “Modernización curricular”? ¿Qué estudios lo confirman y lo evidencian? ¿Por qué los lineamientos
anteriores, que no eran tan modernos no sirvieron? ¿Será que ahora
hablamos de modernización curricular sin modernidad curricular?
No
es posible cambiar por cambiar, y generalmente las administraciones de turno
siempre quieren cambiar, gestionar e innovar todo, olvidando que la ausencia de
una historia científica en un campo genera el innovacionismo, y a su vez, el
innovacionismo compulsivo como ideología obstaculiza la construcción de una
comunidad científica, Chevallard (1982). El vacío en la
construcción social, colectiva e histórica de un verdadero proyecto de
universidad ha propiciado la ilusión de cambios; pseudoreformas que terminan
engrosando los archivos de la institución. El voluntarismo y el aplicacionismo
también son consecuencias de lo anterior.
Un
estudio podría decir por ejemplo que un problema real en la universidad y que
puede convertirse en un eje misional y estratégico es la docencia; sin embargo
ésta y la pedagogía como tal, están invisibilizadas en el plan de desarrollo y en
el documento de modernización curricular; están en todas partes y en ninguna. Las
mismas ciencias de la educación y ahora la investigación le hurtaron el espacio
a la pedagogía. A pesar de ello, el ser de la universidad ha sido siempre la
enseñanza, pero: “La belle
epoque del profesor moderno, la era del “educador” y del “maestro” parece
haber llegado a su fin, pues la función de la universidad hoy día ya no es
educar sino investigar, lo cual significa: producir conocimientos
pertinentes (…) De este modo, las universidades empiezan a convertirse en
microempresas prestadoras de servicios” (Castro Santiago, 2004).
Por
esta razón se valora, se estimula se reconoce y se paga la investigación, la
docencia no. Creo que es un buen momento para pensar la pedagogía, la didáctica
y la docencia como un eje estratégico importante en la universidad, teniendo en
cuenta que existen 270 profesores de
planta, 607 catedráticos de
presencial y 1055 catedráticos en
universidad a distancia. Si se habla de excelencia académica, no deberíamos
pensar en que ésta tiene que ver con una excelente docencia? ¿Qué estarán
haciendo los profesores en sus clases? ¿Qué entienden por pedagogía? ¿Qué
prácticas pedagógicas caracterizan sus clases? ¿Qué identidad tienen como
maestros? El profesor opera las
políticas pero las reconstrucciones que él
puede efectuar sobre cómo representa su trabajo y las condiciones para
su realización no se tienen en cuenta para las políticas y la toma de decisiones al respecto. Se habla de
los profesores y no con los profesores; ellos son entonces sujetos producidos
como efectos de la palabras y del discurso estratégico; efecto de atribuciones
y significaciones que otros hacen por ellos. Ignorar lo anterior, es un problema epistémico que va en contravía con los
cambios y transformaciones que se proponen.
El
programa de formación docente tal como está en el plan de desarrollo, no se
logra sólo con cursos de mediación tecnológica, ni con talleres de redacción
para aumentar la producción intelectual de los docentes; esos cursos son importantes
pero dentro de una política que estudie, conceptualice, analice y tenga en
cuenta las condiciones académicas, intelectuales y materiales de los
profesores. En este sentido existe un mal-estar docente, toda vez que muchas de
las condiciones actuales de los maestros para ejercer su actividad académica resultan
ser grandes obstáculos para que éstos gestionen sus labores intelectuales.
Al
respecto, la universidad desconoce muchas
de las recomendaciones que el CNA enunció (26-11-2012), una de ellas: “Mejorar los niveles de productividad
académica de los profesores, representada en artículos publicados en revistas
indexadas, libros, capítulos de libros, material docente, patentes, registros,
producción artística”; esto no se logra sólo con cursos y talleres, sino
con una política que tenga en cuenta, tanto las situaciones
académicas-intelectuales del profesorado (planta y catedráticos), como el modus
operandi del CIARP, el comité de la docencia y la oficina de investigaciones,
entre otros. Considero que estos aspectos deben ser mirados bajo un enfoque
sistémico y complejo que tenga en cuenta las relaciones y tensiones que cada
elemento tiene dentro del gran sistema (proceso-producto). El proceso de
pauperización docente; así como la subalternidad y precariedad del maestro es
un asunto clave en la agenda del plan de desarrollo y en la reforma curricular.
En relación con el documento de modernización
curricular:
1
Es
un texto que desconoce los diálogos, las
consideraciones, los cuestionamientos y los
aportes que se han realizado en los últimos años sobre la estructura
curricular de la universidad.
2
La
propuesta no tiene un marco conceptual que explique categorías como: currículo,
formación, pedagogía, didáctica,
investigación, proyección social, competencias, evaluación, autonomía,
sociedad del conocimiento; aspectos que deben ser explicitados y sobretodo
reconceptualizados en la universidad. Ahora bien ¿se acabó la que se llamó
formación integral? ¿ahora es formación social y humanística e
interdisciplinar? ¿por qué? ¿Por qué y para qué ahora un ciclo de formación en
ciencias básicas para todos los programas? Del documento se deduce una vuelta a
la universidad profesionalizante, distinta a la universidad humanista e
integral.
3
El
documento presenta unos campos de formación muy taxonómicos y un tanto incoherentes,
por ejemplo la formación en lenguaje que por su naturaleza corresponde a la
Facultad de Educación (Departamento de Español e inglés), es sacada de allí
para colocarla en la Facultad de Humanidades, que no forma licenciados.
4
Otra
recomendación del CNA fue: “Integrar la
propuesta de reforma curricular planteada por el IDEAD a un solo modelo
educativo de la Universidad del Tolima, que contemple lineamientos para
modalidad presencial y la modalidad a distancia” y esto tampoco se
evidencia en el documento. La pregunta es: ¿si desconocen en gran parte las
recomendaciones del CNA, como pueden afirmar que el fin fundamental de esta
administración es la acreditación institucional?
5
Sin
duda, la estructura curricular plantea
un problema académico, pero por encima de ello un asunto político y éste
no se observa en el documento, pues no se visibilizan decisiones que apunten a
intervenciones y transformaciones a mediano y largo plazo. En esta línea no se
plantea el por qué y sobre todo el para qué de los conocimientos, las
competencias, y la investigación, entre otros; aspectos claves para pensar en
un currículo menos colonial. Ahora, decir que la política curricular se sustenta en:
internacionalización, educación mediada y flexibilidad es simplificar el
problema, toda vez que estas categorías, crean la ilusión de cambio, pero por
sí mismas no cambian nada; el problema es de orden superior, social y político
en la universidad.
Finalmente,
un profundo vacío histórico, en la construcción social de un proyecto de
universidad colectivo y democrático ha ido institucionalizando una cultura
menos propositiva que reactiva; una ética de supervivencia universitaria precaria
que privilegia lo inmediato-urgente, la improvisación, el último decreto, la
dádiva, el ardid, el silencio, la adaptación y aceptación (flexibilidad), el
olvido de la historia, la indiferencia, la despolitización y
des-ciudadanización, el comentario suelto, la doctrina casuística; en fin, la
política del bien particular. No existe una escuela de pensamiento y una agenda
política que investigue, delibere, reflexione y proponga a mediano y largo plazo reformas y modelos otros de educación universitaria. Todo parece indicar que la
forma de actuar y pensar alrededor de estas situaciones ha sido
predominantemente tautológica, cayendo en comportamientos recurrentes, cíclicos
y viciosos, ensayando los mismos caminos y repitiendo los mismos fracasos. Una
suerte de eterno retorno que lleva siempre a lo mismo y a más de lo mismo.
Considero
que la universidad, dentro de lo que se llama autonomía y democracia, debería
convertir su política de plan de
desarrollo en la construcción de un gran
proyecto participativo en el cual se analicen, confronten y se redefinan sus viejas prácticas políticas procedimentales de gobernar y administrar;
igualmente las prácticas pedagógicas e investigativas; también sus objetivos
misionales, sus valores e imaginarios, su identidad y sobre todo, su capacidad
para cambiar, transformarse y reinventarse; un real ejercicio pedagógico
que permita la autocrítica y contribuya a desvelar las fisuras y las contradicciones entre el saber, el decir y el hacer de la academia y de la
administración. Esto plantea una ruptura en el sentido de iniciar una reflexión
sobre: “sus propias leyes – ¿nuestras leyes son justas?-, sobre sus
significaciones imaginarias sociales -¿nuestros dioses son verdaderos?- y las
cuestionan, y como consecuencia de esta reflexión, de esta actividad de
deliberación colectiva, modifican estas leyes y estas significaciones”
(Castoriadis 2004:56).
Posicionar la política como ejercicio pedagógico “desde abajo”
permite replantear las formas resolver y asumir las tareas y compromisos que
nos competen a todos y en la cual todos debemos participar. Profesores, no
olvidemos nuestro papel como intelectuales orgánicos, transformadores de la
cultura, nuestra función como
maestros no sólo es epistémica, también es social y política (Gramsci, 1971), por
lo tanto como maestros y ciudadanos comprometidos, debemos
denunciar y tomar posiciones claras frente a realidades sociales
tan complejas como las que hoy vive la universidad pública, en un marco de
producción globalizado, y en particular nuestra universidad del Tolima.
La
idea es unir fuerzas alrededor de aquello que es común, público y social entre
nosotros: la universidad; llenarla de
significado, construir colectivamente
nuevos imaginarios que incidan en nuevas
acciones, porque lo que realmente nos
estamos jugando es el sentido de una institución fundamental en la sociedad.
Referencias:
Chevallard Ives. (1982). « A propos de l’ingéniere
didactique », Segunda escuela de verano de Didactica de las matemáticas,
Francia.
Castoriadis, C. (2004).
Sujeto y verdad en el mundo histórico-social. Argentina: Fondo de Cultura
Económica.
Castro
S. (2004). La hybris del punto cero. Ciencia, raza e ilustración en la nueva granada (1750-1816).
Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana / Instituto Pensar.
2 comentarios:
EN EL CENTRO CULTURAL DE LA UNIVERSIDAD DEL TOLIMA NO HEMOS CONOCIDO EL TAL PLAN. NUNCA SE NOS HA INVITADO A DIALOGAR ACERCA DE LA TEMÁTICA DE LA PROYECCIÓN CULTURAL Y POLÍTICA DE LA UNIVERSIDAD, EJE PUBLICITARIO Y PARTE SUSTANTIVA DE TODA ESA RETÓRICA QUE DICE SUSTENTAR A LAS UNIVERSIDADES DE LA MODERNIDAD -DOCENCIA, INVESTIGACIÓN Y proyección- Y, POR SUPUESTO PUNTO NODAL PARA TODO EL QUEHACER DE UNA DEPENDENCIA QUE DESDE SIEMPRE HA PADECIDO NO SÓLO LA MARGINALIDAD, SINO LA SUSTITUCIÓN Y LA SUPLANTACIÓN DE FUNCIONES PROHIJADA CASI SIEMPRE POR LAS DIRECTIVAS...
JULIO CÉSAR CARRIÓN CASTRO...
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