Por: Omar
Alejandro González Villamarín
Docente IDEAD - CAT Ibagué-
No es desconocido para
nadie que, en términos literarios, todo acto de escritura provenga de una
caverna, en todo el sentido que pueda tener la palabra “Caverna” en tanto
representación platónica o como lugar de aislamiento desde el que se ve el
mundo. El escritor Santiago Kovadloft nos refiere en su libro El silencio primordial, que en sentido
estricto el escritor es un lugar, la más de las veces, aislado y en ruinas, y
que el acto de escritura es entonces un intento por recomponer, con los
pedazos, con el lenguaje, ese lugar para los otros. Añadiría a esto la idea de
que el lugar se encuentra en ruinas porque fue consumido por el fuego y que
escribir es revelar lo que el incendio interior hizo cenizas.
Por estos días en que nos
encontramos confinados puede la literatura ser el aliciente que saque nuestra
bien temida claustrofobia, y en vez de
exorcizarla como a un demonio, haga de ella la base sobre la que reposa el
pensamiento. Precisamente esa es la idea que me ha permitido movilizar, a
través de las redes, un espacio que he denominado Literaturas del encierro, espacio para el disfrute vertiginoso de
textos literarios que tengan por trama y argumento circunstancias de encierro,
bien sea físico, mental, emocional, hasta aquellas en las que se explora con
más hondura el aislamiento social, político y económico; literaturas en las que
sale a relucir la condición humana propia de las crisis existenciales, o
aquellas que vaticinan tiempos de catástrofe moral, de rupturas culturales y
filosóficas.
Explorar la literatura
desde la condición de soledad y aislamiento durante esta crisis de salud
pública mundial, no debiera ser visto como un acto de oportunismo, antes bien,
se esperaría que se entendiese la voluntad de urgente remedio que desea
ofrecerse para los cientos y miles de personas que soportan con tedio los días.
Por eso la iniciativa de compartir una narración corta o un poema y, a través de
ellos, tender puentes de interpretación que nos acerquen a dimensionar las crisis como algo que hace
parte de nuestra evolución, como algo que resulta intrínseco en nuestra
naturaleza finita y vulnerable.
Una dosis de humor, un
poco de tragedia, algo de maravilla, quizá una pisca de incertidumbre, se
esconde en cada uno de los textos que a diario se comparten en Literaturas del encierro. Nos son
dádivas salvadoras, son humanas píldoras que en su breve sustancia acarician un
poco del tiempo que parece irse y en su aplastante paso nos deja inermes.
Quizá no sea mayor cosa
este impulso virtual, nacido también, como es natural, de mi condición de
aislamiento, pero es un honesto llamado, una búsqueda ansiosa de dialogar y
tener contacto con los otros, con esos mundos que aún sostienen deseos vitales
y aunque aislados, bullen por manifestar sus ideas y pensamientos… ¿por qué no,
entonces, reunirnos en las posibilidades de la virtualidad, por qué no ceder
ante las redes si estas movilizan el fluctuar de lo sensible?
Que sea pues Literaturas del encierro ese lugar en el que hermanemos desde la
distancia.
Les comparto los enlaces en los que
pueden encontrar las primeras cinco intervenciones que se han realizado hasta
el día de hoy.
Sucumbir creativamente... Mas no morir en las Redes.
ResponderBorrarExcelente iniciativa, para que se sostenga aún más después que termine la cuarentena, hace falta mas literatura en las redes.
ResponderBorrarInteresante idea ...
ResponderBorrarMedio fatal ....
Lo pensé interactivo ...
Para la construcción de un diálogo ...
Literario.