Por: Carlos Arturo Gamboa B.
Publicado en el Suplemento Facetas de El Nuevo Día
La revista Aquelarre
es una publicación universitaria adscrita al Centro Cultural de la Universidad
del Tolima, pero la dimensión misma de sus discursos desborda el campus para llegar a los escenarios del
debate político, académico, cultura y por ende literario, más allá de las
propuestas academicistas que inunda las publicaciones universitarias y que
pocas veces consiguen lectores. Aquelarre
no adolece de debate, de argumentación,
de pensamiento crítico, aspectos que incomodan el proyecto del
pensamiento único reflejado en la tensión neo-liberal y neo-colonial del
planeta y sus dueños; por lo tanto tampoco adolece de lectores.
Aunque no es una revista de corte literario, en sus páginas
han quedado las huellas indelebles de la literatura local y nacional, sobre
todo de esa literatura, que como lo propusiera Sartre, se compromete con su
tiempo y padece las esquizofrenias del mismo. Por esa razón, durante las
veinticinco entregas que lleva a la fecha, ha construido un corpus diverso,
pero factible de categorizar, en donde se evidencian las tensiones de un tiempo
a través de variados géneros como el cuento, la poesía, el ensayo y la reseña.
Ir a ella, abrir sus páginas, dialogar y releerla, que para el caso de la
investigación es casi sinonimia, permite redescubrir ese mundo literario que
“dice algo”, que connota un mensaje más allá del hecho estético, sin abandonar
el mismo.
En ese sentido, el libro titulado El discurso literario en la revista Aquelarre, es un trabajo que se
mueve en tres dimensiones: el rescate de la memoria letrada de una comunidad
cuyo vórtice de acción es el pensamiento crítico, la apuesta por la
interpretación de un medio escrito como posibilidad hermenéutica y la puesta en
tensión de un artefacto comunicativo en donde los “escritores” dicen (enuncia)
como testigos de un tiempo y una época, y los lectores decodifican desde la
interpretación, necesariamente crítica. A eso es que nos invita July Lizeth
Bolívar en este trabajo.
De entrada la autora nos propone una visión interpretativa
de un artefacto comunicativo que es sí mismo símbolo de la utopía, de ahí los
temas que la ocupan, y para poder entablar un diálogo más delicado con sus
páginas, nos propone una forma de abordarla, de bucear en sus páginas. Lo que
interesa a la autora es descifrar el discurso literario, sabía decisión, porque
abordar la multiplicidad de sus discursos sería una labor titánica de la cual
Lizeth deja construido el entramado epistémico y metodológico. Epistémico
porque durante una gran parte del libro la autora nos pasea por las corrientes
del pensamiento crítico, logrando aunar marcos teóricos que fortalecen la
mirada interpretativa que luego transcurrirá, y metodológico porque ofrece, al
lector-investigador, la posibilidad de obtener una manera de abordar otras
publicaciones para su análisis e interpretación.
Posteriormente, se ocupa de agrupar algunos textos desde
cuatro categorías: La violencia en
Colombia nos introduce a ese mundo de la barbarie narrada desde variados
lugares, todos ellos construidos con fragmentos de textos que habitan la
revista Aquelarre y que, como
testigos mudos que gritan, guardan un mensaje para la historia, una marca de
pasado para la tradición de la indolencia. La guerra bipartidista, el conflicto
rural y urbano, el clamor de las víctimas y el dolor humano son ejes narrativos
presentes allí.
En la categoría Literatura,
lenguaje y pedagogía, nos ofrece una panorámica sobre cómo el arte y la
pedagogía establecen relaciones dialécticas, interacciones olvidadas por el
mundo de los indicadores de gestión que han soslayado las prácticas
académicas. Enseñanza de la literatura,
relaciones entre literatura historia y la potencia de la palabra son
provocaciones que surgen del texto interpretado.
Un tercer espacio de análisis tiene que ver con Mujer, erotismo y muerte, una triada que
fácilmente podemos poner a conversar con la violencia en una país y en un continente que si algo ha sabido es de
maltrato a la mujer, de cuerpos violentados, de castraciones eróticas. El
erotismo como experiencia interior, la opresión sexual, la literatura y el
desfogue erótico, son cuestiones a las cuales se enfrenta el lector en este
espacio.
Una cuarta categoría que la autora usa para desentrañar los
discursos de la revista Aquelarre, es
la denominada América Latina, palabra y
pensamiento libertario, partiendo de ese deseo de José Martí de repensarnos
como continente, de volver la mirada sobre nosotros mismos. Aquelarre y la autora de este trabajo,
nos invitan de nuevo a realizar una relectura de Latinoamérica, a descubrir a
través de la literatura esas múltiples voces que han clamado y siguen clamando
por un proyecto continental que realice nuestros sueños de libertad
De esa manera, Lizeth nos pasea por las páginas de los
primeros veinte números de la revista Aquelarre,
nos ofrece herramientas para avizorar las tensiones discursivas que por sus
líneas transcurren, nos invita, mediante el uso de un lenguaje cuidado y
provocador, a la relectura de una revista que es patrimonio de la Universidad
del Tolima, de la región y de toda esa América Latina que sobrevive en cada de
sus palabras.
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