febrero 05, 2021

LA GRATUIDAD UNIVERSITARIA, UN RETO DE PAÍS

 














Por: Carlos Arturo Gamboa B.

Docente Universidad del Tolima

 

La gratuidad educativa está hace décadas en la agenda pendiente del país, a pesar de los grandes movimientos universitarios ha sido imposible concretar la misma debido a la falta de voluntad política de la clase gobernante. Sólo cuando se entienda la potencia que la educación tiene en el desarrollo social, económico, cultural y científico de una nación, se podrá entender la gratuidad como la mejor inversión en su futuro.

 El año 2021 inicia con un coletazo profundo en la vida económica y social de Colombia, los cerca de 2.5 millones de estudiantes de Educación Superior están pendientes de los planes de bienestar y permanencia estudiantil que las Universidades le puedan brindar, no sólo las públicas, también las privadas, las cuales albergan más del 50 % de la población.

 El Ministerio de Educación Nacional anuncia ayudas para la IES en “un total de $98.800 millones para subsidiar el pago de la matrícula del primer semestre académico de los estudiantes con mayores condiciones de vulnerabilidad de las 63 instituciones públicas del país”[1]. Esto, a simple vista, resulta insuficiente si los gobiernos municipales y departamentales no concurren en una bolsa común que garantice la permanencia estudiantil y el ingreso de nuevos prospectos.

 Frente a ese panorama se teje una realidad que sólo puede ser intervenida mediante la transformación del sistema educativo y la forma de financiación del mismo, de lo contrario estaremos asistiendo a una de las mayores pérdidas de cobertura de la historia reciente, ya que las IES no podrían sobrevivir al panorama. Para ello debemos trabajar sobre las siguientes ideas fuerza:

 ·        Las universidades públicas no pueden cumplir por sí solas el derecho constitucional de la educación, es el Estado el responsable de garantizarlo, las Universidades son el medio.

 ·        La pandemia desnuda, una vez más, un sistema educativo inequitativo y le plantea al país el reto de construir una verdadera política educativa para el siglo XXI.

 ·        La gratuidad en los pregrados universitarios debe ir acompañada de una estrategia de exigencia educativa que asuma el reto del aprendizaje como una constante superlativa, o surtirá el efecto contrario, es decir, hará decaer el compromiso con el saber.

 ·        No se puede continuar construyendo un sistema federal para la educación y su financiamiento, estaríamos generando la imposibilidad de la construcción de una visión de nación. La responsabilidad de los departamentos y municipios debe continuar, pero es el Gobierno Central el encargado de generar las políticas y su financiamiento.

 ·        Hoy nos enfrentamos a un Frankenstein compuesto por Generación E, jóvenes en acción, becas estatales, ICETEX, aportes especiales procoyuntura y demás fondos, lo que genera una engorrosa tramitomanía de recursos y una lenta respuesta burocrática. Por lo tanto, se debe unificar una política educativa y su financiamiento.

 ·        Algunas universidades de corte regional tienen un alto impacto nacional, aportan significativamente en la consolidación del derecho a la educación, pero no se refleja dicho impacto en las transferencias de corte nacional que reciben.

 ·        El sistema es inequitativo al privilegiar mayores montos para las universidades de las grandes capitales en comparación con otras denominadas «menores». Este actuar amplía la brecha y no genera igualdad de oportunidades para la formación de los menos favorecidos.

·        Se debe hacer una fuerte inversión tecnológica en el campo de la enseñanza y garantizar la gratuidad de conectividad para fines educativos. En ese mismo sentido, la brecha tecnológica hace que tengamos poblaciones en el siglo XXI y otras en el XIX.

 ·        Las modalidades a distancia y virtuales se erigen como alternativas reales para avanzar en cobertura y garantizar el acceso a educación superior, pero el sistema debe adaptarse, reinventarse y revisar una serie de las normas que están más enfocadas en la presencialidad tradicional. 

 ·        Se deben establecer políticas de bienestar para el profesorado, el sistema actual salarial, los mecanismos de evaluación y promoción y los escenarios de capacitación/ formación no han dado los frutos que se requieren para soportar un sistema educativo en el siglo XXI.

3 comentarios:

  1. Excelente artículo y muy pertinente a la situación actual que toca a estudiantes, docentes y directivos. El congreso y el Ministerio de Educación deben crear políticas concretas de gratuidad para el bienestar de toda la comunidad educativa.

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  2. MUY BONITO Y TODO PERO NO PODEMOS SEGUIR DESCONOCIENDO QUE LA INICIATIVA MATRICULA 0 SURGE DE UN GRUPO DE ESTUDIANTES DEL IDEAD,QUE EN SU AFÁN Y SU DESESPERACIÓN CONVOCARON A TODOS LOS ESTUDIANTES A UNA UNIÓN,SIN IMPORTAR CIERTAS PERSECUCIÓN UN EJEMPLO CLARO LO QUE HACE EL COORDINADOR DEL CAT POPAYÀN EN SU DESEO,DE QUE LOS ESTUDIANTES NO DENUNCIEN LAS IRREGULARIDADES QUE HAY EN ESE CAT.PILAS CON LA REPRESIÓN POR EL CONTRARIO SIÉNTASE ORGULLOSO DE QUE EN SU INSTITUCION HAY ESTUDIANTES TAN PILOS HAN HECHO BIEN SU TRABAJO COMP DOCENTES.

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