Por: Carlos Arturo
Gamboa B.
Docente IDEAD –UT
La mentira es
una de las áreas de trabajo más explotadas en el mundo actual. Mentir genera
buenos réditos políticos en una sociedad inmediatista, incapaz de verificar la
información y dispuesta a indignarse desde sus cómodos sofás. Se miente en
todos lados y en un espacio como la universidad pública, en donde debiera
primar más los hechos que las especulaciones, no es ajeno este actuar.
Por estos días
se han vuelto a revivir viejos debates en la Universidad del Tolima, y con
asombro podemos comprobar que muchas de las opiniones que circulan y que se
vuelven verdades, sin el tamiz de la verificación, son mentiras adobadas;
mentiras que muchos levantan como bandera de lucha y que en poco benefician a
la construcción de un sujeto universitario que debiera ser ejemplo de rigor en
una sociedad cada vez más sumida en mentiras.
Un ejemplo
reciente de ello es la interpretación de un informe técnico de la Procuraría que
ha circulado, basados en el cual se afirma que en la Universidad del Tolima
nunca hubo crisis financiera, que no hay déficit y que la administración actual
esconde las cifras y tiene el dinero guardado en las cuentas. Nada más lejano
de la verdad. La universidad del Tolima, al ser pública arrastra un déficit histórico,
pero además durante los años 2012 a 2016, soportó una pésima administración
interna que la condujo casi al cierre.
¿Acaso olvidaron
los docentes, los trabajadores y administrativos los años en que duramos sin
sueldos al día? ¿Los sindicatos que promueven esta desinformación olvidaron que
junto a ellos debimos oponernos a la intervención del Ministerio de Educación
Nacional y su letal aplicación de la Ley 550? ¿Olvida la comunidad
universitaria y la ciudadanía que en ese entonces se truncaron proyectos como
el Hospital Veterinario, la subestación eléctrica y la supuesta construcción de
un bloque de aulas? ¿Olvidaron los profesores de planta que se cancelaron los viajes
de participaciones académicas, las comisiones académicas, el pago de
quinquenios y otros derechos? ¿Olvidamos los derroches en fiestas de egresados,
compra de helados y gastos suntuosos que fueron noticia nacional para vergüenza
de nuestra Alma mater?
Pertenezco a los
que no olvidan. La crisis existió y sus secuelas aún atenazan la Universidad
del Tolima. No olvido por comodidad como lo han hecho otros, muchos de los culpables caminan por el campus sin ningún
asomo de vergüenza y no contentos con eso promueven las mentiras para
desinformar. Muchos de ellos hoy quieren enarbolar banderas hipócritas de lucha
contra una administración que sin ser perfecta, si ha logrado sacar a flote
nuestra Universidad, pero que si nos descuidamos podemos volver al pasado, por
eso debemos ser capaces de mirarnos a la cara y decirnos unas cuantas verdades.
Es verdad que el
gobierno de Duque le hace el quite a los acuerdos que se lograron en la movilización
del 2018, es verdad que han llegado unos pocos dineros por motivo del 3.5 % de
aumento ganando en la movilización y que deben invertirse de acuerdo con las disposiciones
nacionales. Cerca de 2.400 millones que sin ser suficientes ingresan para
ayudar a aliviar los rotos que dejó la crisis interna y nacional en nuestras
finanzas.
Es verdad que estamos
en una larga reforma de estatutos, de los cuales el único que ha avanzado de
manera real es el Estatuto General, proceso en el cual han tenido participación
muchos actores, y quienes dicen lo contrario desconocen hasta su propia
participación. Algunos creen y hacen creer a los demás que no hay participación
porque desean que las cosas sigan como están, porque esa vieja universidad
llena de baches normativos les es benéfica a sus intereses de grupos o a sus apuestas
individuales.
Es verdad que el
Estatuto Profesoral va en un lento proceso, y ya casi completamos 3 años desde
que la Asamblea de Profesores decidió la actualización de esta normatividad, sin
que hasta hoy tengamos un documento definitivo. Es que construir conjuntamente
es un reto, más en una comunidad fragmentada y mediada por mil mentiras. Es
verdad que muchos docentes viven cómodos con sus “gabelas” y no desean
modernizar la UT, y es verdad que una mayoría de docentes desean apostarle por
una universidad a la altura del siglo XXI, esa es la pugna.
Es verdad que la
Universidad del Tolima tiene una de las mayores poblaciones de catedráticos a
nivel nacional, y que falta avanzar mucho en el tema de formalización laboral,
por ello no se puede caer en la discriminación política de este amplio sector,
al contrario se debe sumar a una lucha que se une cuando todos seamos capaces
de entender que la prevalencia de la Universidad Pública está por encima de los
intereses particulares.
Es verdad que el
Estatuto Estudiantil necesita ser reformado, vivimos con disposiciones de los
años noventa, algo inaudito más de treinta años después de la versión vigente; las normas están escritas
para que podamos tramitar las diferencias institucionales y esto no se logra
cuando el papel se quedó estancado en el tiempo.
Es mentira que
se esté haciendo un Estatuto Estudiantil a espaldas de los estudiantes, solo
hay un ejercicio de introducción a este proceso, que por demás aún carece de la
fuerza reformadora que se requiere, porque también hay muchos intereses de por
medio. Lo cierto es que la comunidad estudiantil debe encontrar un camino para
ese ejercicio propio de su autonomía como el sector más vital de la
universidad.
Por eso, en un
panorama de posverdades, de verdades a medias, de noticias falsas, es deber de
los sujetos universitarios buscar la fuente, constatar lo datos, no comer
entero. Hay muchos intereses entre los sectores universitarios, muchos de ellos
buscan defender la Universidad como institución vital para la sociedad, otros
solo la usan como trampolín.
Es verdad que la
dirección de la Universidad del Tolima ha presentado varios informes del estado
actual de la Universidad, informes que han obviado quienes desean desinformar. No
obstante, le falta dar a conocer, con mayor ahínco sus políticas, sus cifras, los
avances y los retrocesos, solo de esa manera se puede combatir la
desinformación constante. No estamos en el mejor de los mundos, pero tampoco
seguimos atrapados en el cuarto oscuro de la sin salida que hace años padecimos
y que hoy intentan negar los mismo creadores de una crisis que supuestamente
nunca existió.
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