Por: Carlos Arturo Gamboa B.
Docente Universidad del Tolima
No tenía esperanzas de que hoy los
colombianos salieran en masa a votar en la Consulta Anti-corrupción, y no es
porque sea pesimista, es más bien porque soy muy realista. Sumidos en un letargo
de décadas, los colombianos han sido sometidos a una especie de reality show politiquero, en el cual la
mentira es la protagonista principal. Muchos
de los que se hacen llamar varones electorales han construido su imperio a
punta de engaños, pero sobre todo con base en la pobreza mental de sus votantes,
quienes como veletas van de aquí a allá, pregonando eslóganes de campaña que ni
siquiera entienden.
El campeón de los mentirosos, como si
se tratará de un concurso de trova paisa, ha sido Álvaro Uribe, amo y señor de
los truhanes. Alguna vez nos preguntamos con un grupo de estudiantes, ¿qué
hubiera sido del país si este señor hubiese sido un líder positivo para
Colombia?, pero eso solo fue un juego de la imaginación, porque cada día la realidad
ha ido, e irá, mostrando su verdadera calaña. Así sus feligreses no lo crean,
Uribe un día no estará, su legado será de escombros y sombras, los buitres que
lo acompañan se encargarán de devorar sus restos ideológicos y entonces la
historia les dará a conocer a todos el rostro maligno de estas tres décadas
bajo su manto. Qué alegría para los seres humanos que seamos mortales, es el
premio de los débiles, no imagino la eternidad y la tiranía en un solo reinado.
Lo cierto es que la tendencia de cambio
crece y los cambios son lentos. Requerimos conciencia, somos un país de
analfabetas políticos, de desencantados y de crédulos. Es fácil de verificar como
en pleno siglo XXI un pueblo puede creer que si vota por unas ideas a sus hijos los van a
volver maricas, eso es digno de un relato de la edad del oscurantismo. O estar tan
alienado, al nivel de la señora que estaban vendiendo dulces cerca del puesto
de votación, a la cual le pregunté si había votado y me respondió:
-
No
señor, eso es de los guerrilleros y las lesbianas…
-
¿Quién
le dijo eso? –le pregunté-
-
Mi
hija, ella dice que esas son cosas del demonio.
Nunca presencié mayor engaño de un
hijo hacia su madre. Bajo esa lógica la representación de Alejandro Ordóñez
ante la OEA es el mejor símbolo del mayoritario país que tenemos. Lleno de prejuicios,
con ínfulas de ser más de lo que es, carente de pensamiento crítico, rezandero
y mojigato, supersticioso, banal, pero sobre todo heterónomo. No olvidemos que
esta última característica, la heteronomía, es propia de los pueblos que
terminan padeciendo el gobierno de los tiranos, ya Hannah Arendt lo advirtió
cuando estudió la mentalidad de los alemanes en pleno dominio nazi.
Me atrevo a decir que el remedio está
en dos variables: Los jóvenes y la educación. Los primeros han venido mostrando
un cambio, poco a poco abandonan la apatía y el desencanto y si eso sucede
serán ellos quienes construyan la Nueva Política. Una política alejada de las
armas, pero combatiente por la justicia social, la igualdad y el respeto por la
vida y por los otros. La segunda variable es una enorme tarea, que ante la
ausencia de un sistema educativo con proyecto nacional, nos toca seguir
construyendo los docentes, desde nuestras aulas, desde la pedagogía de lo
cotidiano, mano a mano con esos interlocutores que a diario la sociedad nos encomienda.
No en vano el gran gamonal nos odia.
Esta quizás sea recordada como la
generación del NO. Le dijeron no a la paz. Le dijeron no a la batalla contra la
corrupción. Le dijeron no al cambio. Le dicen no a los gays, a la posibilidad de
eliminar la barbarie taurina, a todo aquello que les suena a diferencia, porque
es una generación estancada en las brumas de un pasado violento.
No obstante, a pesar de ese sombrío panorama,
el número de los que van tomando conciencia crece, y un día seremos la mayoría
y podremos construir ese país que tanto nos ha costado. No se puede perder la
esperanza, nuestro día llegará, ellos no son eternos.
Profesor Carlos, buenas noches
ResponderBorrarEs una triste realidad en la que mi país esta cayendo poco a poco y la verdad....no veo salida, como dijo un amigo: "Que tristeza. Somos un país politiquero. Aún no somos políticos"
El cambio en la mentalidad política de los Colombianos es lento, no obstante, ese pensamiento crítico está floreciendo. Todos, desde nuestro espacio de vida estamos llamados a fortalecer este florecimiento y convertirlo en primavera
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