febrero 10, 2017

ALGUNOS PERSONAJES DE LA UNIVERSIDAD DEL TOLIMA

Por: Carlos Arturo Gamboa B.
Docente IDEAD-UT

Algunos personajes de la Universidad del Tolima, incluyendo a un puñado que poseen etiqueta de “añejos luchadores”, hasta hoy descubren que el Alma Máter de los tolimenses está supeditada al gobierno de las élites regionales y que ellas han dirigido (lamentablemente) el destino de la educación superior púbica y por eso, en gran parte, es que nos encontramos en este atroz estado.  Hoy son los conservadores, hace unos meses eran los liberales en complicidad con muchos “librepensadores de izquierda” y otros conservadores, y si seguimos hacia atrás encontraremos que personajes “ilustres” como Delgado Peñón, Gaitán, Guillermo Santos, Gómez Méndez, Castilla, Gómez Gallo, Andrade, Santofimio y cientos de politiqueros más han criado sus polluelos en el campus, pero solo son capaces de ver a Barreto quien hoy monta sus galpones por aquí.
Algunos personajes de la Universidad del Tolima, incluyendo a muchos que en el pasado fueron nombrados a dedo en cargos directivos, hoy se rasgan las vestiduras clamando por democracia, incluso varios que cuando llamábamos a la construcción de Democracia Profunda, se reían en nuestras caras. Muchos de ellos hicieron naufragar la Asamblea Universitaria porque los supuestos 142 delegados no representaban a nadie, pero si fueron a sabotear e impedir que desde allí se gestara una propuesta de transformación de la UT. Hoy extrañan la democracia, esa que se negaron a construir cuando estaban en el poder o se amamantaban de él.
Algunos personajes de la Universidad del Tolima, creen que el gobernador Oscar Barreto es el salvador porque ayudó a tramitar el aumento de transferencias del departamento, pero vale la pena recordar que él como presidente del Consejo Superior Universitario está cumpliendo con su deber de velar por la formación pública y la universidad de la región. Claro está que en beneficio de inventario hay que recordar que al anterior gobernador, Delgado Peñón, quien supuestamente era amigo de la UT y de las directivas, terminó por extenderle una cuenta de cobro de 30 mil millones a la universidad: le salimos a deber. En ese sentido, este gobernador está avanzando, pero la deuda social del Tolima con su universidad sigue vigente. Igual, su gestión no le da derecho a instalar sus galpones por acá.
Algunos personajes de la Universidad del Tolima, siguen creyendo que “aquí no va a pasar nada”, continúan defendiendo esa vieja universidad burocrática que les ha dado gabelas, esa universidad estancada en la mitad del siglo pasado, parroquial, confesional y gamonalesca. Y mientras siguen llamando a su mesías o aglutinados después de mil disputas pero hoy unidos por el “destetamiento” o haciendo puntos o vegetando en oficinas o transitando indiferentes por el campus, la historia nos demuestra que si no somos capaces de gestionar el cambio, otros vendrán y nos cambiaran, y como en el cuento de Gabo alguien terminará por decirles: “Yo lo dije que algo grave iba a pasar, y... me dijeron que estaba loca”.
Algunos personajes de la Universidad del Tolima, claman el retorno de los brujos que les restablezca ese des-orden político que tantos dividendos les dio, cuando con tamales, arroz chino, pancartas, diplomados gratis, cooptación de seudo-líderes estudiantiles, busetadas de egresados y whisky conseguían elegirse como decanos para después repartir los puesticos a dedo. Ahora asumen que están siendo vulnerados, cuando ellos con su comportamiento deshonesto y anti-universitario contribuyeron a la debacle.
Algunos personajes de la Universidad del Tolima, se creen con el derecho de concentrar el poder y vetar la democracia, anclados en el discurso de “Recuperar la UT”, cuando todos sabemos que los males de la democracia no se curan limitando la democracia, sino puliéndola en el debate, en la argumentación y en la construcción colectiva, aunque sepamos que ese es un camino tortuoso en medio de una comunidad enseñada a que el grito opaca el argumento. Pero se supone que somos una institución que educa y por lo tanto, debe educarse en democracia.
Algunos personajes de la Universidad del Tolima, no dimensionan el valor y el peso específico que el Instituto de Educación a Distancia (IDEAD) le ha dado a la región y al país, y, quizás cometiendo errores repetidos, asumen que la lógica que debe imperar es la de los indicadores que midan lo inmedible, muy en la línea de las administraciones anteriores quienes por falta de visión descuidaron un proyecto clave en la vida de la UT. Por lo tanto, debemos asumir el debate del IDEAD a la altura de las circunstancias actuales, -y sin la pasividad que hoy adormece los cuerpos del IDEAD-, pero sin olvidar cuál es la misión social del Instituto, porque si reducimos todo a indicadores y estándares, caemos en la trampa global y debemos cerrar más de la mitad de las universidades públicas de este país que no cumplen con los famosos (y letales) estándares de calidad, los cuales nunca fueron capaces de medir la potencia del saber y la cultura, mucho menos la labor social de la educación pública: ni en presencial, ni en distancia.
Algunos personajes de la Universidad del Tolima, empiezan a mostrarse los dientes porque según ellos se acerca el momento para definir los candidatos a la rectoría en propiedad, y en medio de esta disputa no son capaces de vislumbrar que la UT sigue en cuidados intensivos y que de las decisiones que se tomen hoy depende la recuperación financiera y académica, sobre todo está última que apenas se dibuja en el horizonte. Quizás en su lucha por un botín, terminen por darle cabida a un motín.
Algunos personajes de la Universidad del Tolima, viven murmurando e inventando mil historias sobre traiciones y entregas de quienes hemos asumido una posición crítica constante, quizás porque como dice el adagio popular “quien las usa, las imagina”; pero son incapaces de comprender que la universidad debe ser el interés máximo y que hoy no podemos quedarnos defendiendo la baldosa de la comodidad porque hace rato tocamos fondo.
Algunos personajes de la Universidad del Tolima, afortunadamente cada vez son más, (ojalá fueran todos) siguen aportando desde las cotidianidades a la reconstrucción de un proyecto vital para la sociedad como lo es la UT, y en medio de las penurias, la zozobra, la falta de claridad en las políticas y las mentiras que muchos hacen circular para evitar que las cosas cambien, se asumen como sujetos universitarios más allá de las diferencias y concepciones que sobre la Universidad se tengan. Por ellos y con ellos, vale la pena seguir en la idea de construir una universidad distinta.

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