Por: Carlos Arturo Gambo Bobadilla
En la
Universidad del Tolima se ha interiorizado, como en el país, la idea de que
quien crítica a la Administración, es un “enemigo” de la Institución. Con ese
artilugio se terminan protegiendo los malos gobiernos y se veta toda
posibilidad de trasformación, porque para las mayorías es mejor que las
Instituciones sigan en su estado de postración al clientelismo y la
politiquería, porque muchos están allí producto de esos fenómenos.
Para el caso de
la Universidad del Tolima hay múltiples salidas, pero todas implican una
transformación, y ahí está el punto de la discusión. Muchos aun, ingenua o
sagazmente, creen que la UT podrá seguir su rumbo sin reformarse, lo cual es
imposible. Hoy la universidad de los tolimenses se ve abocada a convertirse en
una Institución que sea ejemplo del cuidado de lo público, moderna, eficiente y
meritocrática; existen varias formas de hacerlo:
Renuncia del rector actual: Quienes
protegen el nombre de José Herman Muñoz y consideran que la UT puede salir
avante con él a su cabeza, olvidan que lleva 4 años como rector y ya tuvo su
tiempo. En siete meses de reelección aumentó el déficit en cerca de un 50%.
Pierde gobernabilidad cada día y no posee un equipo idóneo para tramitar una
crisis. Algo si es cierto, si él se va la crisis no se arregla de iso facto, empieza el proceso; por el
contrario, si se queda la crisis crece. ¿Qué preferimos como universitarios?
Gobierno de transición concertado: No
hay hombres ideales para enfrentar las crisis; las instituciones cuando
naufragan necesitan de esfuerzos colectivos. Si el gobernador Oscar Barreto
quiere imponer un nombre para hacer de la UT una extensión de su partido, el
desastre será total. Hoy la universidad requiere ideas antes que sujetos, si
las ideas de un plan de recuperación están claras, las personas que lo encarnen
deben ser múltiples. Hoy no puede ser un sector, un grupo de poder o un partido
quienes definan el rumbo, hoy estamos supeditados a un esfuerzo general en
donde los sectores que quieran aportar posean un espacio para hacerlo desde el
mismo gobierno universitario.
Recorte urgente en los gastos fijos: Si
no reducen los gastos, solo la inyección de nuevos recursos podría salvar la UT
y, para ser sincero, no veo de dónde puedan llegar recursos a corto plazo. Los
gastos variables ya fueron estrangulados, pero las nóminas burocráticas no. Lo
único que se muestra como ahorro fijo es el dinero que se dejó de pagar por
docentes y funcionarios que se han ido. Si los ingresos por matrículas descienden
y los gastos siguen fijos (en realidad crecen por aumento de salarios y demás
factores laborales), la quiebra será insalvable. Incluso, después de realizar
los recortes respectivos y de tener una cifra más ajustada de las necesidades
financieras, es posible pensar en un préstamo de menor cuantía (hoy se piden 19
mil millones), que no ponga en riesgo el patrimonio público y que con los
gastos reducidos se garantice un colchón financiero para cancelarlo en no más
de 5 años.
Reforma por vía de la Asamblea
Universitaria: La Universidad del Tolima presenta los síntomas de una
Institución tomada por las actos politiqueros de la región, la forma en que se
eligen las autoridades, las construcciones de amiguismo, la clientela que
pervive a diario en el campus y la obsoleta manera organizativa develan la
estructura añeja que debe ser removida. La Asamblea Universitaria debe
convertirse en el centro de la reforma de todas las obsolescencias, debe ser el
espacio para volver a recuperar la idea del sujeto universitario como
protagonista de la Institución. Si algo puede airear la UT es la instalación de
la Asamblea en donde los delegatarios lleguen a pensar en el futuro de la
Universidad, no a defender sus intereses particulares. El Estatuto General, El
Estatuto Estudiantil, El Estatuto Profesoral y la actualización de todas las
formas éticas de hacer universidad son prioridades para la Asamblea, para
después pensar en un Plan de Desarrollo, un PEI y otros dispositivos
construidos de manera participativa que se conviertan en los mojones del futuro
de la Universidad del Tolima. Solo aquello que se construye de manera
participativa, se activa de manera participativa.
Movilización y lucha por la deuda de la
gobernación y nuevas transferencias: La Gobernación del Tolima tiene una
deuda social y económica muy grande con la Universidad del Tolima, y
necesitamos activar todos los dispositivos para hacerla valer. De igual manera,
el Ministerio de Educación Nacional debe tener como prioridad para la inversión
en el posconflicto, el fortalecimiento de la educación superior, más en la
región Tolima cuyo epicentro de miles de desigualdades generó la activación de
la violencia que hoy se aspira a terminar. Para lograr los dos objetivos
anteriores, es clave la movilización social, la activación de equipos jurídicos
pro-UT, la participación responsable de los sectores políticos, no para pedir
cuotas, sino para generar proyectos de Ley que le garanticen el futuro
formativo de miles de jóvenes tolimenses y colombianos.
Construcción de un pacto social por la Universidad
del Tolima: La idea de que sea la Universidad un punto de encuentro para
todos, más allá de las ideologías o las disciplinas, parece ser una utopía. Sin
embargo, ante la crisis es factible pensar que a las mayorías nos mueve el bien
común, ya seamos trabajadores, estudiantes o docentes; y que esa convicción nos
debe permitir tejer elementos de unidad con principios. Se debe entonces
empezar a construir ese gran pacto social, al que ojalá los agentes externos se
sumen, no para sacar réditos individuales, sino para garantizar la formación de
miles de jóvenes que solo pueden acceder a lo público.
En general, si
existen salidas pero si seguimos aferrados al viejo poder que se derrumba será
imposible verlas. Si seguimos anclados a los grupúsculos que resguardan sus
pequeños intereses, no lo lograremos. Hoy el bien máximo debe ser defendido por
quienes no lo tenemos de botín, y ese bien se llama UNIVERSIDAD DEL TOLIMA.
bravo poeta.
ResponderBorrarlo que todavía no suena armónico es el famoso préstamo.
Luis Fernando Rozo Velasquez