Por: Carlos Arturo Gamboa B.
De niño escuché unas coplas populares
que los radios trasmitieron durante mucho tiempo y que se quedaron incrustadas
en mi memoria. Eran las sonoras notas de un personaje mítico en el campo: el
profesor Yarumo. Algunos apartes de esa melodía siguen rondando las montañas:
Allá arriba
en aquel alto
Donde nace la
quebrada
Había un
monte muy bonito
Y el agua
nunca faltaba.
Vino un
hombre irresponsable
Tumbó el
monte y lo quemó
No había
pájaros ni leña
La quebrada
se secó.
En aquel
tiempo de mi infancia la fiebre del oro era cosa del pasado y los abuelos
narraban historias heredadas de la tradición oral. Nos decían que hubo una
época de tranquilidad, la cual fue interrumpida por los colonizadores que
atraídos por el oro llegaron a Colombia y depredaron el territorio. En el
Tolima, la fiebre del oro arrasó con miles de vidas indígenas, muchos de ellos
fueron torturados para que confesaran en dónde quedaba El Dorado. Ellos nunca dijeron
que el oro era la sangre dorada de la tierra y que las cordilleras era su
escondite; aunque de nada les hubiese servido a los hampones barbudos saberlo,
pues en ese entonces no tenían forma de extraerlo. El Nevado del Tolima, el
gran León Dormido, siempre fue testigo de estos sucesos, y en sus cumbres
duerme el secreto.
Ahora
han transcurrido algunos años. Los viejos que contaban estas historias son
parte de la tierra a donde fueron a descomponerse sus restos, pero una nueva
fiebre del oro se ha desatado sobre estas cordilleras. El León Dormido, quien
presenta grietas en su rostro, desde lejos observa el avance de esa nueva forma
de depredación que algunos incautos llaman desarrollo. Sobre las cordilleras se
escucha el rumor de que los depredadores amparados en un eslogan bursátil han
desembarcado de nuevo en estas tierras, ellos son los herederos del León
Bandido. La batalla debe empezar, sobre las tierras antiguas en donde ardieron
nuestros antepasados debido a la avaricia de los españoles, hoy se debe librar
otra batalla: Los hijos del León Dormido deben enfrentar los depredadores del
León Bandido.
Si el León Bandido vence, en un
tiempo futuro se escucharán estos versos sobre la desolada montaña, notas de
sedientas gargantas:
En tierras de
Cajamarca
En donde el
agua abundaba
Llegaron
depredadores
Y secaron la
cañada,
Se llevaron
todo el oro
Dejándonos un
desierto
Y donde nacía
la vida
Ahora todo
está muerto.
Pero si los hijos del León Dormido,
los herederos del gran Caupolicán, los hijos de Yulima y los nietos del Cacique
Ibagué defienden su territorio, la historia nos premiará con este canto:
Allá en las
altas montañas
Donde florece
la vida
El agua
entona su canto
De abundancia
de comida.
Al fondo, el Gran
Nevado
Del
territorio Tolima,
Celebra que
el aire canta
Y la vida se
respira.
Hoy es el tiempo del nuevo despertar
de los herederos del León Dormido, para defender la vida. ¡Despierta tú
también!
Excelente profesor Carlos, lo felicito. Cuando ud se dedica a realizar propuestas definitivamente su discurso es diferente y altamente impactante. Una causa por más hermosa la de defender nuestros recursos y particularmente la vida.
ResponderBorrarMultipliquemos y unamos esfuerzos con el fin de proteger nuestros ecosistemas.
Alberto Delgado Cortés
Aplausos mil y felicitaciones por la alta sensibilidad frente al impacto ambiental, el hombre en su ignorancia es un depredador y los defensores de la naturaleza son una especie sensata , valiosa , pulmón en medio de la contaminación, en nuestra Colombia llegan los extranjeros a destruir territorios y nos seguimos pasivos , acaso podemos ir a Inglaterra, Canadá y muchos países a destruir su flora y fauna, sencillamente es imposible porque existe algo que es conciencia, identidad y de eso distan muchos, somos los depredadores más grandes del planeta,el cual yace lentamente por nuestra ignorancia, fomentar conciencia; toquemos puertas, urge seres íntegros desde el hogar, colegios, trabajos , que iluminen la oscuridad en la que estamos.
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