La
democracia en la comunidad universitaria es una especie de mito, dicen que
existe pero nadie la ha visto. Al menos eso pensaba antes de visitar la
Universidad de Nariño. Nada extraño tiene su campus porque al pasearse por él se encuentran edificios de aulas,
auditorios, cafeterías, escenarios deportivos y muchas zonas verdes, esto
último si se puede tildar como particular, porque los modelos de construcción
basados en la soledad del concreto se han ido tomando las universidades.
Sin
embargo, el panorama mental si se trastoca cuando se escucha decir al rector,
Carlos Eugenio Solarte, que prefiere la democracia real que impulsa el proceso
de la Reforma Universitaria, a la imposición de la pretendida Acreditación de
Alta Calidad; y lo prefiere porque la reforma está instalada en la
participación mediante procesos asamblearios en los cuales se discute y
reconstruye el estatuto de la
universidad, mientras que el seudo-sueño de la acreditación, y esta es mi
opinión, no es más que un embeleco instituido para hacernos creer que obteniendo
la medallita seremos mejores, y de paso olvidamos el verdadero camino que debe
transitar la universidad pública.
Luego
uno se va sorprendiendo más cuando empieza a constatar que es cierto que en la
Universidad de Nariño el rector es elegido por la comunidad y “designado” por
el Consejo Superior, tradición de años que en nada contradice la Ley 30, el
escudito anti-democrático que en las otras universidad, las fuerzas de poder,
exhiben como prohibitorio. Pero también se escucha y constata de que lograron construir
mediante proceso asambleario el Plan de Desarrollo 2008-2020 y en el 2013
construyeron el Proyecto Educativo Institucional (documento que requiere un
análisis más detallado, debido a su propuesta incluyente y transformadora).
Este en una de las páginas iniciales dice, considerando:
“Que
la Comisión Académica de Reforma Universitaria elaboró la propuesta del
Proyecto Educativo Institucional – PEI- ampliamente estudiada por las Facultades,
Departamentos y Programas, discutida y aprobada por la Asamblea Universitaria”
Es
así de real, está en los documentos institucionales como es el caso del PEI
firmado por el Presidente del Consejo Superior, hay evidencias concretas de
democracia; por lo cual la participación real deja de ser un mito y se torna
tangible; y lo puedes comprobar en el campus,
el ethos y en los documentos
institucionales de la Universidad de Nariño.
Ahora
bien, rumbo a San Juan de Pasto y cuando el avión está aterrizando sobre una
hermosa meseta en el municipio de Chachagüí, se experimenta un ligero temblor
de turbinas provocando la palidez propia de las turbulencias, entonces sabes
que has llegado. Luego tus ojos disfrutan el verde paisaje que se enciende a la
distancia, entre montañas que traen tonadas de historias milenarias, de
culturas que reposan en las cumbres y que están siendo vigiladas por el volcán Galeras,
la fiera dormida como algunos le dicen. La ciudad y su clima frío te ofrecen
hermosas edificaciones elaboradas por manos antiguas que aun conservan su
belleza y son testigos de otros tiempos, puedes saborear el cuy, calmar el frío
de la noche con una jarra de hervido o atreverte a más y terminar chumado en
algún tranquilo parque.
Para
llegar a Pasto debes vencer el miedo a la turbulencia, de la misma manera que
para apostarle a la democracia real, debes vencer el miedo que engendra la
heteronomía institucional, debes comprender el verdadero papel de la
Universidad Pública en nuestro contexto, debes entender que de esa manera se
puede transitar por el camino de la potenciación del Sur. En la Universidad de
Nariño se le apuesta a la democracia real, nada allí es ilegal, más aún, creo
que es allí en donde la Constitución Política Colombiana y su
espíritu incluyente más se respeta. Por eso estaremos prontos a defender, profundizar e imitar esta idea de proceso democrático, porque cuando uno ve las bondades
de estas apuestas, deja de tenerle miedo a las turbulencias y duerme tranquilo
a la sombra del vigilante Galeras.
La
Universidad de Nariño es ejemplo para las demás universidades públicas de
Colombia, todos debemos a mirar hacia el Sur y entender que estamos en un
tiempo en el cual nuestros mitos deben hacerse reales, la democracia universitaria
es uno de ellos.
Excelente escrito Carlos. Me llenaste de sentimientos encontrados, el amor por mi tierra, por la Universidad en la que se educó mi padre y mis abuelos, y las nostalgia que me invade recordar los hermosos paisajes de San Juan de Pasto y sus alrededores, así como, el hervido y el cuy. Pero, aquí estoy firme, en mi segunda querida tierra, el Tolima, y en mi Universidad, la UT, que tiene muchas cosas buenas, y con grandes potencialidades para ser cada vez mejor.
ResponderBorrarWilliam Alberto Buritica Correa
ResponderBorrarHay momento para cambiar el mundo pero es de todos no de unos pocos que tienen conciencia de mundo