El
estado de la ciencia en el Planeta F345. (Una parábola sobre las “burbujas
científicas” y el asalto neoliberal a la investigación científica básica y
aplicada)
Por: John P. A. Ioannidis[1]
El Planeta F345 en la galaxia
Andrómeda está habitado por una especie humanoide muy similar al Homo sapiens
sapiens. He aquí la situación de la ciencia en ese planeta en el año 3.045.268.
Aun cuando hay un crecimiento
y una diversificación considerables de los campos científicos, la parte del
león de la empresa investigadora se desarrolla en un número relativamente
limitado de campos muy populares, cada uno de los cuales atraen los esfuerzos
de decenas de miles de investigadores y arroja centenares de miles de papers. Fundados en lo que sabemos de
otras civilizaciones en otras galaxias, puede decirse que la mayoría de esos
campos yermos arrojan resultado nulo: es decir, son campos en los que se ha
mostrado empíricamente que apenas hay –si es que hay alguno— efectos no-nulos
por descubrir, de modo que cualquier pretensión de descubrimiento que se de en
ellos suele ser meramente resultado del error aleatorio, del sesgo o de ambas
cosas. Los supuestos descubrimientos generados no son otra cosa que la
estimación del sesgo neto operante en cada uno de esos campos yermos de
resultado nulo. Ejemplos señalados de esos campos yermos son la epidemiología
nutrifalsaria, la pompomeconomía, la psicojunkología social y toda la dispar
patulea de disciplinas de investigación cucarachil, en las que se supone que
las cucarachas pardas suministran modelos adecuados proyectables a los
humanoides. Desgraciadamente, los científicos de F345 no saben que esos son campos
de resultado nulo, y ni siquiera sospechan que estén desperdiciando sus
esfuerzos y sus vidas en esas burbujas científicas.
A los investigadores jóvenes
se les enseña desde el principio que la única cosa que cuenta son los
descubrimientos nuevos y hallar resultados estadísticamente significativos
cueste lo que cueste. En un equipo de investigación típico de cualquier
universidad prestigiosa típica de F345, docenas de doctorandos y de recién
doctorados andan día y noche clavados ante sus potentes COMPUTADORAS en una
sala común en perpetua labor de filtrado de información de enormes bases de
datos. Cuando alguno se topa con un valor omega lo suficientemente
extraordinario –un número derivado de algún tipo de proceso de selección
estadística—, se va corriendo al despacho del investigador principal para
proponerle escribir un manuscrito
sometible a evaluación por pares. El investigador principal pasa revista
a todos esos resultados llamativos, pero sólo deja que prosperen los
manuscritos que expongan los resultados más extravagantes. Las revistas
académicas más prestigiosas hacen lo mismo. Las entidades suministradoras de
recursos, lo mismo. Las universidades están dirigidas en la práctica por
gestores financieros que no saben nada de ciencia (y les importa un higo), pero
que son muy buenos en punto a maximizar los beneficios financieros. El grueso
de los Rectores, Vicerrectores y Decanos son meras marionetas que no valen para
otra cosa que no sea ofrecer discursos inaugurales y otras aburridas ceremonias
y prodigarse en entusiastas afirmaciones sobre la novedad de algunos
descubrimientos de ese tipo realizados en sus instituciones. El grueso de los
gestores financieros de las instituciones de investigación habrán sido
reclutados luego de exitosas carreras como agentes inmobiliarios, ejecutivos de
cadenas de supermercados o directivos de otras estructuras gran-empresariales,
puestos de trabajo en los que habrán acreditado suficientemente ser capaces de
recortar costos y hacer ganar más dinero a sus empresas. Los investigadores
progresan, si son capaces de avanzar las más extravagantes y aun extremistas
conjeturas y, consiguientemente, publicar chocantes resultados, lo cual
proporciona más financiación por mucho que casi todos esos resultados se
revelen falsos.
Nadie está interesado en
replicar nada en F345. La replicación de resultados se considera un ejercicio
despreciable, apropiado sólo para idiotas que no son capaces más que de imitar:
definitivamente, replicar y contrastar no sería ciencia seria. Los miembros de
las Academias Reales y Nacionales de las distintas ciencias son los más
exitosos y prolíficos a la hora de producir resultados falsos. Varios tipos de
investigación los desarrolla a veces la industria, y en algunos campos, como la
medicina clínica, casi siempre. El motivo principal aquí también es la
obtención de resultados extravagantes, a fin de obtener licencias para nuevos
tratamientos médicos, experimentos y otras tecnologías y ganar más dinero, a
sabiendas de que esos tratamientos no funcionen realmente. Los estudios se
diseñan con el objetivo de garantizar que producirán resultados con valores
omega suficientemente buenos, o estudios, cuando menos, pasibles de
manipulación para que parezca que arrojan valores omega.
Los ciudadanos de a pie son
diariamente bombardeados por los medios de comunicación de masas con anuncios
de nuevos descubrimientos, aun cuando hace ahora muchos años que no se ha hecho
ningún descubrimiento serio en F345. El pensamiento crítico y opositor está
generalmente desacreditado en la mayoría de países de F345. En algún momento de
su historia, los mercados libres destruyeron a los países con constituciones
democráticas y libertad de pensamiento, porque se entendió que el pensamiento
libre y crítico era un estorbo. Como resultado de lo cual, por ejemplo, las
remuneraciones más altas para científicos, así como las infraestructuras de
investigación más sofisticadas, se hallan en países totalitarios tan carentes
de libertad de expresión como rebosantes de desigualdades sociales. (Una de las
desigualdades más comunes es de género, en discriminación de los varones: está
prohibido a los hombres conducir un automóvil, y cuando se muestran en público,
no pueden hacerlo a cuerpo gentil, ni siquiera sus cabezas; están obligados a
cubrirse con gruesa ropa de abrigo de color rosa.) La ciencia sólo florece allí
donde la libertad de pensamiento y de crítica están rigurosamente restringidas,
porque la libertad de pensamiento y de crítica (incluidos, huelga decirlo, los
esfuerzos para replicar y contrastar empíricamente los pretendidos
descubrimientos) se consideran anatema para la buena ciencia en F345.
[1] John
P. A. Ioannidis es profesor de investigación y políticas de salud en la
Stanford School of Medicine y codirector,
junto con Steven Goodman, del Meta-Research Innovation Center en
Stanford. Se hizo particularmente célebre por un estudio, publicado en 2005,
provocativamente intitulado: “Por qué el grueso de los descubrimientos
científicos publicados son falsos”.
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