Por:
Carlos Arturo Gamboa B.
1.
Ante
la toma de decisiones inconsultas por parte de algunos decanos, en especial en
estos días se comentan las supuestas arbitrariedades del decano de la Facultad
de Educación quien desconoce la voluntad y sentir de la colectividad de docentes
y asume posiciones antidemocráticas propias del régimen politiquero que agobia
la región, cabe volver a formular la pregunta: ¿quién regula las actuaciones de
los decanos? No puede ser el Consejo Académico, que está compuesto en gran
parte por ellos mismos; debería ser la Comunidad Académica en su conjunto, pero
la mayoría se encuentra sumida en las cotidianidades a-críticas, otros dependen
de la buena voluntad o amaño de los decanos y una minoría lucha contra las
lógicas institucionales que, con su silencio, «parecen» favorecer las
actuaciones anti-éticas, desconociendo el “ser universitario” como una
categoría que debe guiar al sujeto que vive y actúa en la Universidad del
Tolima. Ojalá los decanos no olviden que fueron elegidos por una comunidad, (bajo
un sistema poco participativo, con los vicios de nuestra seudo-democracia),
pero que al fin y al cabo, se deben a la Academia, no a sus votantes,
voluntades o caprichos; y quizás la comunidad, cuando se hastié de sus
actuaciones, pueda echar mano de los mecanismos de revocatoria. Sería bueno
sentar precedentes para recordarles la axiología que debe guiar lo público.
2.
La
democracia sigue en estado de coma. Los discursos enarbolan la palabra, pero
hacen omisión en la práctica. La verdadera democracia no es un concepto
abstracto, debe ser el sentir cotidiano de los sujetos, por eso no se puede
creer que la democracia se construye invitando a participar, pero no invitando
a tomar decisiones en conjunto. Cuando los sujetos que encarnan el poder olvidan
su razón de ser, empiezan a crear escenarios totalizantes y no sólo los
dictadores son anti-democráticos. Por eso en la Universidad del Tolima no
avanzan los procesos participativos, porque existe una desconfianza histórica
en los actores que siempre elaboran discursos pero no incorporan
transformaciones. Se habla de democracia y se ejerce el poder sin reparos.
Esperamos que las construcciones del Plan de Desarrollo, los lineamientos
curriculares, el PEI y demás bitácoras institucionales, no re-caigan en esa
lógica de: “tú participas, él participa,
nosotros participamos, yo decido”, aunque por lo observado hasta ahora, ese
será el camino. Por el bien de un proyecto sólido que saque a flote el Alma
Mater, espero equivocarme.
3.
“Los
Provisionales II” parece ser la serie de moda del 2013 en la Universidad del
Tolima. La reforma laboral del año 2012, que más que reforma fue, como se
denunció por parte de ASPU en su momento, una reacomodación de las estructuras
burocráticas y un crecimiento desaforado de “puestos politiqueros”, sigue el
rumbo que se le trazó desde sus inicios: la ambigüedad laboral. En aras de ser
ecuánimes, la reforma hizo justicia con muchos que llevaban años trabajando en
silencio por la Universidad, pero les abrió las puertas a otros que como caídos
en paracaídas se entronizaron en la nómina, la verdad sea dicha, sin
merecimiento. Ahora puede crearse un panorama de “ilegalidad” que terminará por
afectar a los más vulnerables, porque la burocracia saber aferrarse como
rémoras al poder de turno, o a la politiquería regional, para garantizar sus
plazas. ¿Qué pasará cuando se realicen las convocatorias nacionales abiertas
para todos estos cargos? ¿Habrá garantías y transparencia? Me temo que estamos
poniendo en riesgo la estabilidad de los más débiles, todo por los caprichos de
una reforma que no fue concertada, ni evaluada en sus impactos, y cuyos
responsables deben dar la cara. Más aún cabe preguntar: ¿Cuántos de los “beneficiados”
por dicha reforma ya fueron despedidos? ¿Cuántos nuevos funcionarios han sido
nombrados sin que medie ninguna norma de meritocracia? Esto demuestra que no sé
realizó una reforma adecuada a un proyecto de universidad, porque ni están todos los que son, ni son todos los
que están.
4.
Contraloría
y Autonomía son palabras que riman, pero que se diferencian. Se supone que los
entes externos de control de lo público se deben asumir como apoyo institucional
para blindar lo público y lo común. Ustedes juzgarán si lo hacen, pero el concepto
de Autonomía Universitaria no puede ser soslayado, porque el concepto es sí
mismo contiene las posibilidades de autogobernarse y autorregularse. Que hagan
un mapa de riesgos tomando como insumos los “hallazgos” es muy válido y sirve
como referente para que la comunidad active los mecanismos de veedurías frente
a los mismos. Hasta ahí su función. Lo que no se puede permitir es que legislen
sobre aspectos netamente académicos como la libertad de cátedra y la producción
académica, aspectos fundantes de la Autonomía Universitaria; o que trasladen
jurisprudencias a “rajatabla” sin una interpretación del contexto real universitario
agobiado por las políticas nacionales, en donde muchas disposiciones del orden
nacional generan o profundizan la crisis universitaria. Si se trata de
regulación tenemos a disposición los mecanismos, otra cosa es que no los
cumplamos, en ese caso ni Contraloría ni Autonomía podrán dotar a la comunidad
de la ética que le debe ser inherente.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Exprese su opinión, este es un sitio para la argumentación