Por: Carlos Arturo
Gamboa Bobadilla
Docente Universidad
del Tolima
Money, so
they say
Is the root
of all evil today.
(Pink
Floyd)
Nietzsche
reclamaba que habían transcurrido dos mil años y no hallaba ni un dios nuevo,
pero quizás lo que nunca vio el filósofo de la sospecha, es que el dinero ya se
había sentado en el trono de las decadentes deidades. La riqueza obscena se ha
convertido en el sueño paradisiaco de millones y millones de seres que
deambulan día a día, como zombis en busca del elixir.
El
dinero te permite alcanzar los máximos ideales en el mundo de la mercancía,
mundo en el cual la mayor mercancía es el mismo ser humano. Intercambiar símbolos
de valor en el mercado cotidiano genera más placer en los seres humanos que cualquier
otro tipo de transacción, sea esta social o afectiva.
Ingresar
al mejor restaurante en donde el costo de un plato alcanzaría para alimentar
una familia pobre durante un mes, viajar en un jet privado a cualquier parte
del mundo o acceder a los privilegios que otorga una robusta cuenta en el mejor
banco, son apenas muestras pequeñas del poder que se alcanza con el dinero. Amo
y señor del mundo actual el dinero compra cosas, cuerpos, joyas, almas, sueños,
deseos, miedos y todo aquello factible de ser objeto de transacción.
Lo
anterior, se convierte en hilo conductor de la novela “La sombra del billete”,
primera apuesta narrativa ficcional de Leyson Jimmy Lugo Perea, docente e
investigador de la Universidad del Tolima. Heredera de la novela negra, “La
sombra del billete” logra cautivar con una trama clásica que coloca a sus
protagonistas como anzuelos para que el lector vaya tras de ellos, husmeando en
sus acciones y esperando el desenlace. Compuesta de tres capítulos y 53 fragmentos,
se aferra a las escenas cortas, con conexiones cronológicas lineales en su gran
mayoría, lo que hacen fácil su lectura y comprensión. El lenguaje usado es casi
de guion, algo que se compagina a la trama. No es difícil imaginar la novela
volcada al formato del cine o al de las nuevas series de plataformas que actualmente
inundan el mercado audiovisual.
En
esencia dos personajes, Isa y el Billete, constituyen un paralelo cuyo
encuentro genera la disculpa de un narrador que parece saberlo todo y que, en
ocasiones, se dirige al lector para aclararle sucesos que considera pertinentes
para la comprensión de la trama. Como dije antes, “La sombra del billete” se
emparenta con la novela negra, llena de sobresaltos, asesinatos, sospechosos y culpables
por doquier. El Billete, un personaje más, se nos muestra inicialmente como un
objeto que va tomando forma vital, hasta llegar incluso a superar los umbrales
de lo creíble, pero aceptable cuando el lector entiende el trasfondo de la novela.
Isa,
por su parte, es la mujer cuyo desborde de emociones, frustraciones y deseos se
instala como hilo conductor para mostrarnos las bondades materiales de la ambición
y los destrozos espirituales de la misma. Todo se puede obtener cuando el
Billete está de por medio, incluso el poder parece un simple capricho subyugado
a sus pies, pero ¿cuál es el precio de ello? Todo se puede perder también,
porque como un juego de contrarios el consumo consume, la obtención despoja y la
riqueza empobrece.
Sin
ahondar en un reclamo moral o aferrarse a caprichos ideológicos (recurso que
aparece bien dosificado), la novela deja una estela crítica para el lector, una
interrogación de esa vida moderna, cuyo objeto central del deseo está guiado
por la obtención. Prostituirse para obtener lo deseado parece ser la norma del
mundo actual y ese reclamo flota a través de toda la novela.
Como
el objetivo de este texto es extender una invitación a leer “La sombra del
billete”, a dejarse contagiar por esa historia y sus trasfondos, debo callar,
porque como lo dice el narrador: “El silencio es un guerrero invisible capaz de
detener el mundo y mantenerlo en calma” (Lugo, 2022, p. 17).
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