enero 08, 2017

UN PARAÍSO EN CRISIS O LA TIRANÍA DE LOS PROBLEMAS

Por: Carlos Arturo Gamboa B.

Leer a Žižek siempre es una aventura, porque desde que formuló su propuesta de «visión de paralaje» nos ha ido a acostumbrando a abordar el mismo objeto desde otra óptica, un igual fenómeno desde otra mirada o a releer la historia para hallar en ella otras interpretaciones, incluso unas “aberrantes” como las clasificara alguna vez Umberto Eco. También en Žižek encontramos la proliferación de elementos de la cultura popular, de la sociedad de masas y un sinfín de anécdotas que se producen en un mundo cada vez más interconectado por los problemas globales, elementos muchas veces despreciados por la alta cultura que considera que el vulgo no produce, o reproduce, nada de valor conceptual para entender el mundo.
Son estos mismos elementos los que aparecen en el texto titulado Problemas en el paraíso. Del fin de la historia al fin del capitalismo, en donde nos invita a revisar varios temas que forman parte de lo que se considera el paquete de la crisis global que la humanidad enfrenta. De ese modo, nos encontramos analizando, junto al filósofo esloveno, el ascenso del populismo de derecha que el año 2016 marcó un hito con el advenimiento de Trump; el fenómeno del crecimiento desaforado y la construcción de un nuevo capitalismo en Corea del Sur y en China, lo cual más que fortalecer la idea de un mundo unificado nos enseña que en medio de ese paraíso deseado por el libre mercado, lo que hallamos es la más cruenta pesadilla de la especie humana que se enfrenta al espejo de su autodestrucción. Temas como un balance del fracaso de los movimientos de la Primavera Árabe, los Occupy Wall Street, el avance del anti-eurocentrismo, la crítica constante al papel de la izquierda en todo el mundo, la propuesta decolonial y muchos otros temas se sostienen en la tesis fundante que solo es posible un cambio en el sistema, si el cambio es radical porque: “Pueda que esto suene utópico, pero la verdadera utopía es la idea de que podemos sobrevivir con pequeños cambios cosméticos” (2016, p. 44).
Ante la tormenta de sucesos que no dan tiempo siquiera para ser interpretados, porque se superponen a nuevos hechos, el mundo pareciera estar llegando a un momento de alto pragmatismo y cinismo político, cubriéndose de un velo democrático que se ampara en la falsedad de lo que elige, como se pudo constatar en la elección de Trump o en la derrota del plebiscito de la paz en Colombia; quizás como lo expone Žižek se deba a que: “(…) la mayoría de la gente no está cualificada para decidir: lo único que quiere es mantener sus privilegios intactos, sin darse cuenta de las consecuencias catastróficas que se producirían si sus exigencias se cumplieran” (p. 50), en concordancia exclama de nuevo el autor: “No basta con liberarse del tirano; la sociedad que dio origen al tirano debe transformarse por completo”. (p. 125)
Un constante reclamo que Žižek hace, no solo en este libro sino en casi toda su obra, es acerca del papel de la izquierda, si es que aún es posible agrupar ideas y personas alrededor de este adjetivo. Por el planeta entero deambulan-mos seres aferrados a movimientos y/o consignas que parecen revolucionarias, pero que, según el esloveno, lo que hacen es enmascarar la impotencia de hacer una revolución de verdad, es decir, son revolucionarios sin revolución: ecologistas, defensores de los animales, vegetarianos, feministas y demás islas ideológicas que buscan cambiar el mundo dejando intacto el sistema. Frente a esta postura uno puede estar en desacuerdo con Žižek, aunque sus sólidos argumentos son también una invitación a revisar los derroteros que guían el quehacer político de los movimientos que se hacen llamar “alternativos”, que a la luz de los hechos se convierten en parte del sistema y avalan el cinismo de la democracia actual que domina el planeta, por eso la pregunta a resolver es la siguiente: “¿Cómo podemos pasar, entonces, del globalismo de las mercancías a un globalismo político más radical?” (p. 188).
Así, entre análisis de películas, anécdotas, citas eruditas clásicas, alusiones a discursos de la cultura de masas y referentes filosóficos de la cultura popular y de la tradición letrada, Žižek nos regala de nuevo una sonata para intentar entender un tiempo caótico que se cierne a una velocidad descomunal sobre nuestro presente. El reto siempre sigue siendo el mismo pero con otro contenido debido a que “Hoy el comunismo no es el nombre de una solución, sino el nombre de un problema, el problema del bien común en todas sus dimensiones: el bien común de la naturaleza como sustancia de nuestras vidas, el problema del bien común de nuestra biogenética, el problema de nuestros bienes comunes culturales («La propiedad intelectual»), y por último, pero no menos importante, el bien común como espacio universal de la humanidad del que nadie debería ser excluido” (p. 250).
Ojalá nos quede tiempo para ahondar en su lectura y en el debate de sus propuestas. Hoy más que nunca la izquierda, y sobre todo la colombiana, debe hacer un alto en su máquina repetitiva de los viejos manuales y detenerse a interpretar los actuales signos de la historia presente, ya no basta con seguir aferrados a los postulados pensados para otros tiempos, postulados que muchos ni leyeron de sus fuentes primigenias y menos confrontaron con las realidades de los contextos. Hoy más que nunca debemos entender los problemas que derriten esos paraísos que buscamos afanosamente, nosotros que siempre anduvimos errantes, expulsados de un lugar que deseamos pero que quizás solo es otro infierno disfrazado de democracia, globalización, libre mercado y capitalismo.

Posdata: Un caluroso saludo de año nuevo a todos los lectores de este blog.

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