Por: Carlos Arturo Gamboa B.
Un fantasma recorre los pasillos de
la Universidad del Tolima, es el fantasma del rumor. En cada esquina alguien murmura algo, que la
administración está en crisis, que los hechos de corrupción están quedando al
descubierto, que se privilegia a unos pocos, que nunca antes una administración
se había desgastado tan pronto, que las cosas no van bien… la mayoría de esos
rumores no son de la “oposición”, sino de personas comunes y corrientes. Detrás
del rumor dormita la verdad y son pocos quienes desean preguntar en voz alta,
pues la historia demuestra que esas voces luego serán objeto de una persecución
disfrazada de legalidad.
Pero la mayoría vive al garete. No
sabe, ni quiere saber qué pasa. Ni el vigilante de la puerta, ni el estudiante
apresurado por las fotocopias, ni el docente obsesionado con el video beam, ni
la oficinista apática, ni los acomodados, ni muchos otros más. Las cosas no
cambian casi nunca debido a los indiferentes. Hay cierta resignación y
aceptación de que así son las cosas en lo público. La universidad es como un
pequeño país, es un reflejo micro-social de nuestra crisis como sujetos. Lo
peor de todo es que se supone que la universidad debe ser la garante de la transformación
social y científica. Nada más alejado hoy de la realidad que esta premisa.
En ese juego, los administradores de
turno aplican sus recetas. Divide y reinás, confunde y gobernarás, ofrece
prebendas y ocultarás. Por eso abundan las cortinillas de humo que encubren lo
verdaderamente importante. Como en Colombia, en la Universidad del Tolima
existe un staff de abogados que
“aplican moral jurídica contra la oposición”, mientras toleran los mayores
exabruptos que atentan contra lo público. La universidad que es pública, no
hace pública sus decisiones. No sabemos cuánto valen las construcciones, ni
imaginamos cuánto se gasta en viáticos, cuánto valen las compras, qué políticas
se aprueban en el Consejo Superior Universitario, cuáles normas aplican y
cuáles ocultan, vivimos en el reino de la ignorancia siendo un centro en donde
supuestamente se construye el saber.
Somos pocos los que preguntamos, a
riesgo de recibir memorandos por respuesta. Pasado los años nos enteramos de
que “algo andaba mal”, por eso en estos días se supo que la Contraloría falló
en primera instancia y destituyó al ex rector Rivera Bulla y lo inhabilitó por
once años, ya casi nadie recuerda por qué… ¿y los daños causados a la
Universidad del Tolima quién los asume? Los estudiantes con sus matrículas, los
ciudadanos con sus impuestos y la región con el atraso. La Contraloría, que no
es ni mucho menos el símbolo de la justicia y equilibrio, termina por decirnos
lo que pasa en nuestro campus, porque
la mayoría indiferente acepta que la frase “autonomía universitaria”, es solo
eso, una frase. Nunca sabremos cuánto terminó constando el bloque 33, la
inservible cancha de fútbol, los elefantes blancos de la Sede Centro y Sede
Miramar, las edificaciones de La María, la nueva Facultad de Ciencias Humanas,
nada, no sabemos nada de nada, por eso ellos siguen ahí tranquilos y seguirán
edificando porque el ladrillo y el
cemento siempre genera CVY (cómo voy yo); nos contentamos con afirmar que así
es en lo público, así es en Colombia, así en el departamento, así es aquí y así
estamos resignados a que siga siendo. Tres años después han destituido a un
rector que renunció ¿y sus amigos y cómplices? Por eso la burocracia pública es
el mejor lugar para cosechar corrupción, solo hace falta sembrar un
funcionario, no importa cuál sea su color. No son todos, pero son tantos…
El fantasma del rumor hoy algo dice.
Que hay pujas en el Consejo Superior, que hay una bonanza de ingresos y la
cosecha trae consigo sus langostas, que pronto habrá elecciones a los
seudo-órganos de representación y los mismos quieren seguir siendo los mismos,
que la Universidad del Tolima, a pesar de estar siendo direccionada por un
profesor se olvidó de los profesores, que los administradores siguen haciendo
su agosto en abril. Algo más allá de los tintos consumidos en el parque Ducuara
está pasando. Quizás a muchos no les interese, lo cierto es que no debe ser
“algo positivo” porque como decía mi abuelo: cuando el río suena…
El fantasma del rumor algo nos dice, espero
que no sea tarde cuando descifremos el mensaje.
Carlos Arturo :
ResponderBorrarGracias por tu mensaje, si yo soy otra convencida de que los poetas nacimos para cambiar las cosas y más que edo, denunciar, comentar e informar....Gracias por tu mensaje me gustó mucho....En el camino estamos querido amigo. Recibe un abrazo...Te comparto mi página web aún en creación es : www.sandygaviota.com espero tus comentarios y en lo que te pueda servir, cuenta conmigo....Por lo menos tratemos de concientizar a éste mundo tan convulsionado!!!
Cordial saludo,
Sandra Pinzón Aguirre - Sandy Gaviota!!!
Buenas noches
ResponderBorrarProfe gracias
Muy buenos sus escritos, algún día no muy lejano darán frutos.
Recuerda Dios nunca llega tarde.
barbara gutierrez