Por: Carlos Arturo Gamboa Bobadilla
El
mundo académico está aplastado por el mundo del mercado. Las revistas en donde
se publican los resultados de investigación y los debates académicos de las
disciplinas, no es la excepción. El año pasado Publindex (el ente regulador en
Colombia) publicó los nuevos parámetros para clasificación de revistas, todas
ellas sometidas al régimen de la indexación. Las otras publicaciones, que son
la mayoría y que divulgan el conocimiento sin tanto alarde, no existen en este
entramado.
¿Qué
hacer entonces si una universidad de provincia desea (o se le impone) jugar con
estas reglas? Pues para clasificar en la Categoría C, la más baja del
escalafón, debe tener una revista con trayectoria no menor a dos años, con
todos los requisitos de publicaciones indexadas, como valoración de pares
Colciencias y demás formalidades; pero conjuntamente la revista solo puede
tener máximo 3 artículos de la comunidad académica a la cual pertenece y 9
artículos resultados de investigación de carácter externo. Surgen entonces las
preguntas: Si una revista académica busca visibilizar los trabajos de “otras
comunidades” (factor exógeno) ¿cómo fortalezco las líneas de investigación en
temas regionales? ¿En dónde se pueden publicar esos resultados? ¿Quién
publicará en una revista que hasta ahora esté en trámite de indexación?
Así
pues, quedamos sometidos a las reglas que rigen el mercado y ya conocemos que
lo que menos le interesa al mercado es el Saber, acaso su valor de uso y de
cambio. Por eso algunas revistas cobran por publicar artículos. Otras han
construido entramados micro-empresariales mediante los cuales garantizan que
“yo te publico, si tú me publicas” y en ese juego la labor del docente
investigador apenas es un simulacro. El problema se ahonda porque de allí
depende en gran medida el salario docente, lo cual genera un sistema de ciega obediencia,
dependencia y corrupción.
En
este escenario es casi un mal chiste hablar del concepto de Autonomía
Universitaria, debido a que los gobiernos de las mismas están sometidos a las
dinámicas que los llevaron al poder: la aceptación de las reglas que doblegan
la universidad. Para cambiar las condiciones de sometimiento a este régimen
medieval del Index, solo es válido un movimiento de “Desobediencia Académica”,
porque ya son muchas voces que manifiestan la obsolescencia de este sistema,
como lo afirma Randy Schekman, Premio
Nobel de Medicina 2013:
Lo
que importa es la calidad de la labor
científica, no el nombre de la revista. Y, lo más importante de todo,
los científicos tenemos que tomar medidas. Como muchos investigadores de éxito,
he publicado en las revistas de renombre, entre otras cosas, los artículos por
los que me han concedido el Premio Nobel de Medicina, que tendré el honor de
recoger mañana. Pero ya no. Ahora me he
comprometido con mi laboratorio a evitar las revistas de lujo, y animo a otros
a hacer lo mismo (Guardian News &
Media, 2013).
Ahora
bien, someter a discusión el modelo implica, no solo plantear formas más claras
o contextuales de evaluación, sino entender que la universidad, sobre todo la
pública, no tiene como función vital responder a las leyes de la oferta y
demanda del mercado del conocimiento, sino que sus esfuerzos deben estar
concentrados en la formación de sujetos desde los distintos campos del saber; y
desde la función investigativa, construir un entramado de saberes que coadyuven
a transformar las realidades sociales de su entorno. Caso contrario, nos
quedamos afirmando que:
Los
editores académicos encontramos que los estándares de medición propuestos
conducen a una fuerte invisibilización de la producción académica colombiana y
de sus publicaciones científicas. El argumento central es el siguiente: las
mediciones de calidad de la ciencia que está proponiendo Colciencias responden
a dinámicas de producción del conocimiento ajenas a las que de facto tiene y valora la comunidad
científica colombiana, y ajenas a sus apuestas políticas (Vargas, 2013).
Por
lo tanto, no es cambiando el estándar de medición que los docentes
universitarios recuperaremos el campo intelectual y científico cedido a la
mercantilización del saber, es subvirtiendo ese orden impuesto. Si miramos con
detenimiento, esta dinámica propicia una academia de élite, ya que miles de
salarios de docentes catedráticos no están regidos bajo el esquema del Decreto
1279 y no tienen derecho a aumentar su salario con sus producciones, lo cual los
hace doblemente explotados.
Ahora
que el tema de las publicaciones universitarias está de nuevo en crisis y se
rumora que la reforma al Decreto 1279 está bien avanzado, y afectará
notablemente el ya deteriorado salario docente, esperamos que los profesores
reaccionen y pongan en cintura estas prácticas del mercado educativo, porque
como bien lo decía Bertrand Russell: “Lo más difícil de aprender en la vida es
qué puente hay que cruzar y qué puente hay que quemar”.
Referencias
VARGAS, A, Esther
Juliana. (2013). Los editores de revistas de La Salle respecto al modelo de
medición de revistas de Publindex. Equidad Desarro. N.º 20 • julio-diciembre
del 2013.
SCHEKMAN, Randy. (2013). Por qué revistas como ‘Nature’
hacen daño a la ciencia. Disponible en: http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/12/11/vidayartes/1386792908_814279.html
Buenas tardes Carlos, lo felicito por el artículo me parece muy pertinente al momento de hoy, a pesar que no soy muy creyente en algunos asuntos de la protesta académica pero si reflexivo en cuestiones muy serias como esta considero algunas cuestiones pertinentes para agregar a una segunda versión de este mensaje:
ResponderBorrar1. Las Universidades con grandes presupuestos pueden terminar financiando a las de garaje.
2. La universidad pública quedará doblegada y reprimida ante su inmensa fuente de producción intelectual.
3. Los docentes entraran en una gran fuente de competencia por el mercado de artículos, tal vez la demanda sea mayor a la oferta en este caso, es decir, las revistas estarán deseosas de artículos de otras universidades sin importar de la calidad de papers que se les envíe.
4. ¿Quienes evalúan las revistas actualmente? ¿No estan sobrecalificados para nuestro medios? Tal vez estos agentes no recuerdan que están en Colombia y no en las aulas en Alemania, Inglaterra o los Estados Unidos entre otras. LA condiciones sociales y económicas de las regiones son dispares.
5. Complementario al anterior punto, partimos en las regiones respecto a las capitales del conocimiento de salidas muy diferentes para metas iguales, en la gran carrera de los 100 metros de las publicaciones, las grandes universidades están a tan solo un metro de distancia de la meta, nosotros antes de la salida.
Cordialmente,
M.Sc. CARLOS FERNANO PARRA MORENO
Docente- Investigador