Por:
Carlos Arturo Gamboa
Colombia
suele indignarse de vez en vez, casi siempre cuando un árbitro nos pita un
penalti en contra, o “nos roban” la corona de Miss Universo; sin embargo le
importa poco que las multinacionales se llevan nuestro oro y nos dejen su
contaminación, que los gringos tengan bases militares en nuestro territorio o
que los banqueros se queden con el dinero de la mayoría. Creo que todo esto se
debe a la formación de un patriotismo trasnochado, heredado de la antigua gesta
poética de don Miguel Antonio Caro, quien nos insta con el siguiente cuarteto:
¡Patria! Te
adoro en mi silencio mudo,
y temo profanar
tu nombre santo.
Por ti he gozado
y padecido tanto
cuanto lengua
mortal decir no pudo.
Y
así, desde finales del siglo XIX, seguimos en un silencio mudo, sin reclamar
mientras los gringos se llevaron el canal de Panamá y después el carbón, el
níquel, el uranio, el café, la marimba y la cocaína. Ahora, en una nueva
cruzada por el desarrollo del país, se llevan nuestros minerales y seguimos “en
modo de silencio mudo”. Pero la delimitación de aguas territoriales con
Nicaragua desató ese patriotismo barato, ahora sentimos que nos han robado
nuestro mar y desde los medios de comunicación se propaga el virus del
patriotismo, y vuelve Caro a repetir:
No te pido el
amparo de tu escudo,
sino la dulce
sombra de tu manto:
quiero en tu
seno derramar mi llanto,
vivir, morir en
ti pobre y desnudo.
De
ese patriotismo estoy cansado, de aquel que nos hace derramar el llanto y morir
pobres y desnudos, mientras los dueños de la verdadera patria ríen a
carcajadas, viven a lo millonario y sólo se desnudan en sus bacanales. Esa
patria que ellos desean que nos duela sólo les interesa cuando aumenta el
índice productivo de sus arcas. Por lo demás la patria mía es más parecida a la
que describe Serrat en Vagabundear:
No me siento
extranjero en ningún lugar,
donde haya
lumbre y vino tengo mi hogar,
y para no
olvidarme de lo que fui,
mi patria y mi
guitarra las llevo en mí,
una es fuerte y
es fiel, la otra un papel.
Y
mientras en los grandes medios, en el Congreso y en las redes sociales los
colombianos se rasgan las vestiduras por perder unos kilómetros de mar, que
quizás si les pertenecían a los nicaragüenses; ciento de tracto-mulas se llevan
el país para empacarlo en los conteiner que parten de la costa Caribe,
mientras una parranda vallenata canta “que bonita es esta vida, aunque a veces
duela tanto”, y como no pertenezco a los herederos del masoquismo patriótico,
prefiero repetir con Iván Tabau:
Nací
En un tiempo y
en un triste país:
Abjuro para
siempre
Jamás de aquella
patria
Donde un millón
de muertos velaban el cadáver
De los
supervivientes.
Luego
de esto mejor me callo, no vaya ser que esta horda de patriotas me obligue a
huir para sobrevivir en uno de esos lejanos cayos.
Hola Carlos:
ResponderBorrarAsí es nuestra colombianidad. Ahora Uribe despierta la necesidad de que los Tribunales Internacionales (que en el caso de él sería Corte Penal Internacional) no tienen nada que decir o decidir sobre los asuntos que son relacionados con derecho internacional. Será que está preparando un ambiente propicio para él?
saludo.
Nestor Roberto Cardozo Erlam
Hola carlitos:
ResponderBorrarQue reconfortante es leer tus correos y ver como el mundo no te cambia y sí luchas por crear conciencia. Que bueno es ver como ese don que Dios le dio, ha logrado dar frutos con la sabiduría que lo identifica y cada día lo hace único.
FELICITACIONES Y NUNCA DEJE SU ESENCIA
Su amiga de siempre
Nancy
Excelente reflexión, sentipensante. Me identifico totalmente.
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