Daniel Libreros Caicedo.
Profesor Ciencia
Política Universidad Nacional de Colombia
Jorge Gantiva silva.
Profesor de la Universidad del Tolima
Tomado de: Revista Izquierda. Septiembre 2012.
Diálogos de paz y transformación democrática
Diálogos de paz y transformación democrática
El anuncio del inicio de negociaciones entre las FARC y el
gobierno nacional constituye un acontecimiento histórico que el pueblo
colombiano saluda con esperanza. Terminar con la prolongada guerra que ha
vivido el país durante décadas y que llevó al mayor desangre, pobreza, atraso,
injusticia y terror, representa un punto de inflexión de la historia
colombiana. Nunca como ahora se ha sentido la fuerza arrolladora de la paz.
Sería el inicio y fundamento del proceso de transformaciones democráticas que
requiere Colombia. Sería el camino para detener el terror de Estado, las
persecuciones, las desapariciones y la criminalización a los cuales han
recurrido los grupos dominantes para ilegalizar las resistencias sociales y
marginar las alternativas democráticas y populares. Sería también la vía para
que la izquierda se libere de la tentación de las armas, recupere la
consistencia estratégica y, en “campo abierto”, pueda librar la batalla de la
democracia radical, civilista y popular, sobre la base de la figura potente de
un sujeto político, plural y alternativo.
La expectativa nacional e internacional es enorme por el
inicio de este proceso de paz que compromete el porvenir de la región y los
anhelos de democracia y soberanía. Los puntos acordados en la agenda temática
abren la posibilidad para las FARC de conformar una organización política con
las garantías y condiciones para su participación pública en el futuro
inmediato. Para el conjunto de la izquierda, el movimiento democrático y las
organizaciones sociales, el inicio de este proceso de diálogo y negociación
coincide con un resurgir de las resistencias urbanas y territoriales y con replanteamientos
de fondo en el seno de la izquierda sobre el qué hacer político, lo que abre la
posibilidad de construir un Bloque Histórico de Transformación Democrática,
cuyo horizonte programático plantee las soluciones estructurales a los grandes
problemas nacionales; y su éxito inauguraría un ciclo histórico de cambios y
realizaciones sociales y políticas. Para el logro de este propósito, la
“sociedad civil” tiene una importante oportunidad en el potenciamiento de las
propuestas que históricamente han acompañado el movimiento por la paz; y para
el conjunto de expresiones sociales y populares sería la ocasión para
incorporar las reivindicaciones de las organizaciones y redes que han demandado
desde hace varios años la finalización del conflicto armado y han contribuido
con iniciativas y experiencias comunitarias, sociales y populares, las cuales
tienen una relevancia histórica. He ahí el sentido y la pertinencia de la
convocatoria del Congreso Nacional de Paz.
La idea de una Plataforma integral de paz
La agenda acordada entre las partes para el inicio de la
negociación política, contempla objetivos que merecen acompañarse en la
perspectiva de una propuesta integral de paz, con el fin de garantizar el éxito
de las conversaciones y negociaciones. Si bien la agenda pactada es la base de las
conversaciones entre los dos actores principales del conflicto, será necesario
repensar el valor de iniciativas desde distintos ángulos para el éxito de la
apuesta pacificadora. Entre ellos –y entendiendo las urgencias de la coyuntura–
cabe mencionar los siguientes:
1. El
cese bilateral del fuego como garantía para que el proceso pueda continuar sin
provocaciones, ni chantajes. Se requiere un clima de paz, un ambiente de
confianza y respeto mutuo para consolidar esta propuesta. Lo peor sería que el
calor de la confrontación, desestimule y desaliente a la sociedad en medio de
las dificultades que abre este loable propósito. La buena voluntad de las
partes se condensaría en esta iniciativa que los movimientos por la paz y la
opinión pública premiarían con la legitimación y el respaldo ciudadano.
2. Respeto
a los Derechos Humanos, esto significaría la conformación de la Comisión de la
Verdad y el final de la impunidad, particularmente, en lo que se refiere a los
crímenes de lesa humanidad. Este punto es muy sensible para la credibilidad del
proceso. Se requiere la expresa voluntad para la terminación de los asesinatos,
la desaparición y persecución de dirigentes sociales, sindicales y populares.
3. Respeto
de los derechos sociales: implica el reconocimiento de las garantías al derecho
a la organización, movilización, oposición, protesta y al pensamiento crítico.
El proceso de paz contribuirá a la erradicación de la criminalización de la
protesta social. En el contexto de las conversaciones, se requiere un espíritu de
convivencia y garantías para la participación ciudadana y popular.
4. Sobre
el paramilitarismo: el proceso de paz necesita manifestar una orientación acerca
del desmonte de las estructuras armadas del paramilitarismo. Así mismo, se
requiere un proyecto de nuevo ordenamiento territorial que democratice el poder
de decisión sobre la utilización de la tierra y los recursos territoriales en favor
de las comunidades locales organizadas y la población.
5. Sobre
el sistema de representación política, es fundamental plantear la erradicación
de las mafias y la garantía por parte del Estado para la expresión de todas las
organizaciones políticas en condiciones de igualdad. En la paz, se necesita la
máxima democracia posible, y la máxima participación.
Ahora bien, paralelo a estas consideraciones, lo más
importante es lograr la conformación de un gran movimiento social y político,
de carácter plural que potencie la lucha en pro de las transformaciones
democráticas y, por ende, posibilite la coordinación de un proyecto histórico
que incorpore las distintas expresiones de las resistencias sociales, urbanas y
territoriales. Esto significaría la conformación de un sujeto plural que asuma
la disputa por la democracia social y política y por la soberanía popular en
perspectiva de superar el modelo neoliberal, la injusticia social y el dominio
autoritario de las élites dominantes. La paz de los actores armados no puede
asimilarse a conciliación de clases como plantean las corrientes reformistas. Este
Bloque Histórico tiene la tarea de desarrollar la lucha por conquistar las transformaciones,
las cuales no pueden conseguirse en la mesa de negociaciones, sino con grandes
movilizaciones populares y con coordinaciones políticas y sociales. El programa
de este movimiento debe orientarse hacia la conformación de un gobierno democrático
alternativo. La consolidación de este bloque político y de masas obliga a un
debate de carácter estratégico.
La izquierda en trance de su reconfiguración
En el último período, el Polo ha pasado de su larga crisis
interna a la cancelación de su proyecto histórico. Totalmente desfasada, la
dirección actual del Polo se aferró al control del aparato y terminó aislándose
de los acontecimientos más importantes de la vida política nacional y de las
resistencias sociales. Lo más grave es que se alejó de lo que hoy concita la
atención de los colombianos: la negociación política del conflicto, propuesta que
había incorporado en el Ideario de Unidad, y que, hoy, en los hechos ha
abandonado. Igualmente se alejó de la posibilidad histórica de concitar al
conjunto de las fuerzas sociales y políticas a la unidad de la izquierda y a la
conformación de un “bloque histórico” por la transformación del país.
En este contexto, amplios sectores críticos e independientes
del Polo han rechazado los métodos arbitrarios de las expulsiones y los
señalamientos, en particular en lo que se refiere al caso del Partido Comunista,
así como han manifestado su rechazo al modelo de convocatoria cerrado y
excluyente del III Congreso, y vienen exigiendo garantías y condiciones para el
desarrollo de la participación política. Pese a ello ha tomado fuerza por parte
de las corrientes políticas opositoras la idea de participar en este Congreso
para impedir que –a la manera de cónclave– la dirección continúe oficializando
su política equivocada, aunque esta opción aún está en discusión.
Cualesquiera que sea el camino a seguir, en lo que si existe
consenso es en la convicción de que el Polo ha ido agotando la energía y sus
posibilidades y se ha ido convirtiendo en un obstáculo para entender los
cambios del momento histórico. Por ello se requiere la convocatoria a un gran
Encuentro Nacional de los desobedientes del P.D.A. con las resistencias
urbanas, con indígenas, con las resistencias territoriales, la intelectualidad
que no ha sido cooptada por el establecimiento, en la idea de avanzar hacia el
bloque político de masas. El momento político es crucial para la reconfiguración
de la izquierda y de su proyecto estratégico. Son varios los desafíos y grandes
las definiciones en un escenario en el cual “ni se pueden repetir los errores”,
ni la subjetividad colectiva mantenerse impávida e indolente. El dilema es
claro: o la paz será el campo del posicionamiento de la izquierda como sujeto
plural hacia un “Bloque Histórico”, o simplemente expresará nuevamente.
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