Ellos creen venir por mis huesos,
se asoman en sus noches
empuñando sus desoladores argumentos,
son los reyes de sus míseros tronos
y trafican con cuerpos y con almas.
...Ellos creen venir por mis huesos
y encontrarán en cada esquina una daga
empuñada en la mano del destino
que anuncia su fugaz tránsito
por la ruta de sus trasnochadas mentiras.
Ellos creen venir por huesos
y hallarán un cuerpo rebozante de libertad.
Fascinante ese aire de libertad que expresas al final y que ni "ellos" la pueden abordar.
ResponderBorrarMi saludo con especial afecto querido Carlos.
Es acaso bueno creer en aquella quimera llamada libertad? A lo mejor el asunto obedezca a ese afán de reprimir el principio de placer por el de realidad. No somos libres, pues en presa de nuestros deseos nos convertimos y muchos se declaran en tentación; no somos libres pues atados estamos desde que nacemos hasta cuando llega ese día glorioso que la parca nos viene a visitar; no somos libres ni aquí, ni allá... aunque ellos encuentren aquellos huesos y los incineren para borrarlos de la misma faz por ningún lado olerá a libertad...
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